martes, 19 de marzo de 2024

HOTEL JEREZ (JEREZ DE LA FRONTERA - CÁDIZ)


HOTEL HACE JEREZ
Avda Alcalde Álvaro Domecq 47
11407 Jerez de la Frontera (Cádiz)

Habitación: 367
Fecha de entrada: 15/03/2024
Tarifa:

Algo alejado del centro histórico de la ciudad, en una de las principales avenidas de acceso, al lado del Real de la Feria, rodeado de un bonito jardín y una formidable piscina, encontramos esta construcción de corte típicamente andaluz en blanco, azulete y porcelánico marrón. Tres alturas. Una zona de aparcamiento controlado nos permite acceder hasta el enorme pórtico en el que pueden subir y bajar los viajeros. Plantas y luz por todos los sitios. Subimos media docena de escalones entre dos paredes llenas de placas que indican la cantidad de membresías que tiene el hotel (Lions, bike friendly...) hasta quedarnos junto a unas puertas de cristal correderas. Tras ellas una mullida alfombra y un enorme, y algo oscuro, hall de recepción, en el que destaca, a la izquierda, una fea máquina para pagar el parking.

Dentro, el espacio es amplio, y bastante oscuro, sobre todo hacia el fondo. Una escultura de un caballo preside en el centro, la zona que además huele a spa. A la izquierda y hacia el fondo hay varios sofás y butacas, y al final tras puertas de cristal, se vislumbran algunos comedores y el bar. En el lado derecho quedan los mostradores de recepción, separados en tres tramos con poderosas columnas de madera entre ellas. Folletos de servicios turísticos de la zona, pantallas para trabajo y algo de desorden en las mesas sobre las que trabajan los tres empleados. 

De forma correcta aunque algo distante, nos atiende un hombre, que tramita el check in de forma rápida, entregándonos un folio a firmar junto con una cartulina, que contiene un mapa plegado de la ciudad, y la tarjeta de la habitación. Además nos explica los horarios del hotel y la conexión al wifi que funciona perfectamente en todo el hotel, sin cortes y rápido. 

Giramos hacia la izquierda y salvamos un par de escalones en una zona algo más oscura todavía con algunas vitrinas que recogen productos de la zona (especialmente vinos) y una mesa redonda llena de folletos turísticos. La sensación es solemne y amplia, pero con ese cierto llamado a que una reforma va siendo necesaria. Allí mismo dos enormes ascensores, de puertas automáticas, con espejo en la pared del fondo y el resto de paredes algo plastificadas. Botonadura metálica. Las puertas del ascensor se abren a un amplio hall. Paredes blancas con carteles cerámicos indicando la dirección de las habitaciones. Un larguísimo pasillo, con cuadros con caballos, techo bajo practicable en metálico, y escasa luz, nos deja frente a la puerta de nuestra habitación. Blanca, con moderno pomo metálico con un lector de tarjetas por contacto cercano.

Dentro de la habitación, suelo de madera muy agradable pero algo envejecida en algunos puntos. Mucha luz, y espacio descomunal. Paredes con papel pintado en listas albero y verdoso. Techo blanco con varios puntos de luz. Delante de nosotros un enorme salón. En el lado izquierdo hay un maletero de madera rojiza, a su lado una mesa con una lámpara de pie con tulipa en tela marrón, y a continuación un sofá cama en tela gris algo sucia. Delante otra mesa de centro en tono verdoso y cristal con una maceta encima. En el rincón que queda hasta la pared en la que está el balcón hay una mesa de centro redonda, cubierta por una colorida falda de tela. Sobre ella un teléfono y una lámpara de mesa con tulipa a juego con la del otro lado. La pared de enfrente está totalmente ocupada por un enorme balcón, de techo a suelo, protegido por un feo foscurit metalizado, un visillo blanco y unos elegantes cortinones de rayas.  Vistas al jardín y a la piscina del hotel, y acceso a una ancha, larga y moderna terraza en la que hay una mesa con varias sillas y una elegante tumbona.

A la derecha encontramos un armario empotrado, cerrado con una puerta blanca. En su interior una vieja caja fuerte y un, más viejo todavía, minibar blanco, con dos coca colas, dos botellas de agua y dos cervezas. A su lado hay una mesa redonda con una silla. Sobre la mesa, en una bandeja se ofrece una botella de agua de cortesía, una máquina de Nespresso con varios juegos de café, y algunos folletos sobre el hotel y la cadena.  A su lado, otro armario de madera rojiza sostiene una televisión plana que puede dirigirse para verla desde el sofá. Paredes decoradas con cuadros de motivos vegetales. La sensación es luminosa, amplia, elegante, pero quizá con un punto ya decadente.

Sendas puertas correderas de madera blanca con pomos en dorado  nos permiten el acceso al dormitorio. Allí, frente a nosotros dos camas en blanco, con suave lencería y nórdico, unidas en sus pies por un sucio plaid de tono marrón. El colchón, normal, es excesivamente mullido, pero para gustos... y quizá fuera conveniente un cambio. Cabeceros de madera rojiza oscura, a juego con las mesillas. Sobre una de ellas el teléfono, sobre la otra el mando a distancia de la televisión. Sobre ambas interruptores para las luces y un enchufe disponible. Por encima sendas lámparas metálicas con tulipa en marrón algo oscuro que dejan una sensación cálida en la habitación, pero no aportan la suficiente luz para el trabajo o la lectura desde la cama. La insonorización interior es formidable, y la exterior podría ser algo mejorable ya que a través de los cristales en determinados momentos se escucha demasiado el tráfico de la avenida. 

A la izquierda de la puerta hay un plancha pantalones; a la derecha, un armario alto con baldas y  sobre él, aunque anclada a la pared, otra gran pantalla plana de televisión. A su lado encontramos el display para regular el aire acondicionado. Digital, sencillo, aunque antiguo. Los botones no terminan de funcionar del todo, y el sistema es eficaz, pero algo ruidoso. En la pared derecha encontramos la puerta del baño y un armario empotrado de tres cuerpos con puertas de madera blanca y tiradores dorados. Dentro, algo desvencijada, una cajonera y una larga barra colgadora (corta y larga) con una docena larga de perchas antirrobo personalizadas para el hotel, pero ya algo machacadas. 

El baño es enorme. Mármol blanco en el suelo. Porcelana blanca en las paredes hasta media altura, y a partir de ahí, pintado en un tono verdoso. En el lado derecho una larguísima encimera de mármol que acoge dos lavabos blancos con grifos monomando. Antes de ellos, una caja dispensadora de pañuelos de papel, un secador de pelo de escasa potencia, un espejo de aumento y dos botes, anclados a la pared, de crema y jabón de manos. Una gamuza limpiazapatos y un peine, envueltos en fundas de papel marrón con el logo de la cadena, completan el juego de amenities. Cuelga de la encimera una larga barra toallero con dos toallas de manos de espectacular calidad. Por debajo, una banqueta metálica blanca y una papelera de metal. 

Por encima del lavabo una repisa también de mármol con un par de vasos de cristal, y por encima un espejo hasta el techo. Este es practicable con lamas metálicas y varios puntos de luz. Uno central en rojo, que hace las veces de calentador, especialmente en la mañana. En la pared del fondo encontramos una bañera de hidromasaje. Dentro de ella una jabonera con una pastilla de jabón y un bote de gel. Encima, un fino toallero de metal con otras dos espectaculares toallas de baño.

En el lado izquierdo, detrás de la puerta, sendos albornoces con zapatillas a nuestra disposición. A continuación una pared de media altura recoge una enorme cabina de ducha rematada en un grifo en forma de teléfono. En una de las paredes todavía quedan viejos tubos y grifos de alguna ducha que habría antes. Tanto la presión como el caudal y la temperatura resultan absolutamente formidables, lo que hace olvidar que el conjunto en general resulte algo caduco. Junto a la ducha, y separado por una puerta de madera blanca un pequeño espacio con el bidet y el inodoro, justo delante de una ventana corredera mal insonorizada. El espacio es tan pequeño que las piernas casi nos golpean en la pared al sentarnos en el inodoro.  

Por la mañana, en el mostrador de recepción nos despiden con una sonrisa y con la atención por si necesitamos ayuda para seguir nuestro viaje. 

Calidad/precio: 
Servicio: 8
Ambiente: 6
Habitación: 7.5
Baño: 8
Estado de conservación: 6
Desayuno: 
Valoración General: 7.5

jueves, 7 de marzo de 2024

HOTEL MARRIOTT VILLAHERMOSA (VILLAHERMOSA, TABASCO - MÉXICO)


MARRIOTT VILLAHERMOSA (****)
Avda Tabasco 1407
Colonia Tabasco 2000
86030 Villahermosa (Tabasco)

Habitación: 704
Fecha de entrada: 3/03/2024
Tarifa: 125$ (AD)

En el corazón de la capital tabasqueña, rodeado de centros comerciales (a los que se puede acceder desde el propio hotel) y pequeños restaurantes de comida rápida, la cadena Marriott gestiona este imponente edificio de 11 plantas, construido en cemento blanco, con largas y oscuras ventanas en medio de un agradable jardín subtropical que recoge la piscina y una zona generosa zona de aparcamiento.

Un enorme atrio cubierto y rodeado de vegetación nos deja frente a una puerta de cristal con dos hojas normales y una central giratoria. El logo de la cadena resalta en la pared y también sobre la enorme y mullida alfombra negra que nos recibe. Sale a la puerta el atento Carlos, que nos da la bienvenida y nos ofrece hacerse cargo del equipaje. Nos abre una de las puertas normales y accedemos a un enorme espacio de recepción. Suelo de mármol brillante, paredes en tonos coloniales con grandes ventanales. Techo alto. A la derecha encontramos la tranquila zona del bar, con butacas y sofás para sentarse a conversar. En un extremo de la barra, muy cerca de la puerta, se ofrece un dispensador de agua con frutas como bebida de cortesía. Al otro lado, frente a una pequeña tienda de recuerdos y moda y un business center encontramos el enorme mostrador de recepción. 

En forma de L, madera en la parte baja y un potente bloque de mármol sobre la misma. Encima, algunos carteles y displays con información sobre la cadena, el mostrador dedicado a los clientes del programa de fidelización, y dos empleados sonrientes que nos esperan para atendernos en alguno de los cuatro o cinco puestos de trabajo que hay. Por encima, una enorme lámpara de tulipa negra. El check in es relativamente rápido. Revisa nuestro pasaporte, nos asigna la habitación, no entrega un cartoncito con una elegante tarjeta negra con el logo de la cadena, que hará las veces de llave, nos explica los horarios de servicio del hotel, la clave del wifi, que funciona veloz en todo el edificio y una galletita de cortesía por ser miembro del programa de fidelidad. 

Unos pasos más adelante se abre un pasillo a la izquierda. y junto a un par de mesas con motivos florales encontramos los dos ascensores. Enormes, modernos. Paredes metálicas con un espejo oscuro en la del fondo. Hay que aproximar la tarjeta de la habitación a un lector para activar el pulsador que nos permite llegar a nuestra planta. Las enormes puertas automáticas se abren a un espacio decorado con alguna mesa, un par de butacas, un espejo y una ventana con bonitas vistas a la ciudad. 

A la derecha se abre un pasillo de lado a lado, en el que encontramos las habitaciones. Algunos carteles de cerámica en color arena nos indican la dirección de las mismas. Moqueta mullida algo deteriorada en tonos grises y rosas. Paredes de madera oscura y luces indirectas. La puerta se abre acercando la tarjeta a un lector. Dentro, suelo de mármol crudo, limpio y cuidado con una cenefa oscura alrededor de todo el espacio. En el lado derecho, junto a la puerta, la ranura para activar la iluminación de la habitación. El aire acondicionado, muy sonoro, está encendido y hace algo de frío. En el lado derecho hay tres puertas de ligera madera, pintadas en color chocolate, y con lamas que dejan entrever el interior, que se ilumina creando una agradable atmósfera fuera. Dentro, una barra colgadora larga con una decena de perchas, una balda por encima ofrece una manta de repuesto y una almohada más. Una plancha, varias baldas y una caja fuerte. Además, la bolsa para el servicio de limpieza de ropa y de zapatos. Enfrente, la puerta del baño, de madera con pomo redondeado, y a su lado un espejo de cuerpo entero.

Un paso más adelante entramos en el enorme dormitorio. Paredes blancas con un alto zócalo en gris. Luz a raudales que entra por la enorme ventana (no practicable) que de lado a lado recorre toda la pared del fondo. Protegida por un potente foscurit y por un visillo en tonos crudos. A la derecha, bajo una lámina con un plano antiguo del Golfo de México hay un maletero de madera con tiras de tela negra. Delante una papelera de plástico con dos espacios para el reciclado. A su lado, un enorme armario sobre el que está la gigantesca pantalla plana. Por debajo cajones y tras dos puertecitas una cafetera con varios servicios de café, vasos y azúcares. 

Un paso más adelante, y justo antes de la ventana, un escritorio de madera con 'tapa' de mármol. Sobre él, una lámpara de tulipa color marrón. A su lado, en la pared varios enchufes disponibles y un interruptor para una potente luz que se ubica justo encima. La silla, algo incómoda está totalmente tapizada en terciopelo color gris amarronado. La altura de la silla y de la mesa hacen que para los que somos altos resulte un poco incómodo meter las piernas debajo. Al lado, y pegada a la ventana hay una cómoda butaca tapizada en tonos grises con una banqueta baja para apoyar los pies, algo machacada. Detrás, una lámpara alta de pie, en metal oscuro y tulipa gris amarronado.

En el lado derecho encontramos la cama. Situada contra una pared con estuco verde y un bonito cabecero con baldosas de motivos vegetales y una madera de tono rojizo brillante, que ofrece a cada lado sendos reflectores de luz direccionables para el trabajo en la cama. Canapé protegido por una tela color verdoso, colchón de gran calibre, muy cómodo, cuatro almohadas de distinta dureza, limpias y elegantes sábanas blancas. A cada lado sendas mesillas rectangulares, de madera, con tapa de mármol. En ambas hay lámparas de metal con tulipa de tela verdosa, que se encienden con una pera que queda, incómoda detrás de la mesilla. En ambos lados varios enchufes normales (para México) y de USB. Sobre una de ellas hay un moderno teléfono, un bloc de notas, un bolígrafo, el mando a distancia de la televisión y un radioreloj despertador. En los cajones el libro de Mormón y el Nuevo Testamento.

Los interruptores permiten hacer un juego de luces agradable, especialmente jugando con las lámparas de la mesilla, cuya luz es más cálida que los dos potentes puntos de luz del techo. La insonorización exterior es perfecta, y la interior bastante bien lograda. El aire acondicionado es ruidoso, y se regula desde un display (con botón de encendido y apagado, con varias potencias y una rueda para seleccionar la temperatura) ubicado en la pared de la izquierda del dormitorio junto a un par de láminas vegetales.

El baño es algo justo de tamaño. Todo él en mármol. Quizá va requiriendo una renovación especialmente en algunos acabados y en la iluminación, pues resulta algo oscuro. Suelo de mármol en crudo, salmón y negro, algo roto. Techo excesivamente bajo. A la derecha una larga encimera en mármol color arena con un lavabo blanco rajado (aunque no se sale el agua) con tapón de goma y grifo monomando algo antiguo aunque funciona a la perfección. Sobre la encimera un enorme espejo de lado a lado pero que queda excesivamente bajo para los más altos. En la pared derecha un secador de pelo de escasa potencia, y un espejo de aumento. En la pared izquierda una repisa de madera con tres botes de decoración un vaso de vidrio, una toalla de lavabo y dos de manos. Al lado cuelga una lámpara de luz tenue de corte árabe que da una suave sensación al espacio, de por si bastante oscuro. Sobre la encimera en una placa de metacrilato se ofrece un bote de crema hidratante y una pastilla de jabón, además una caja con pañuelos de celulosa y dos botellas de agua. Por debajo de ella, un toallero con otra toalla de lavabo y un armario de madera con una moderna báscula. 

Frente a la puerta queda el inodoro, típicamente americano, y en buen estado. Encima de él un par de láminas vegetales enmarcadas. A su derecha los portarrollos y una papelera de plástico gris, y a su izquierda un teléfono antiguo anclado a la pared.  Tras la puerta, y ocupando todo el lado izquierdo una bañera alguna antigua protegida por una limpia -pero antihigiénica- cortina de ducha en blanco. La grifería está bastante raída, al igual que una barra y especialmente una jabonera que hay en su interior. Presión, temperatura y caudal son correctos, y el remate de la ducha, en una alcachofa anclada a la pared, como suele ser habitual en el continente. Aunque activamos el intercambiador de salida de agua, sale a la vez por la ducha y por el grifo de la bañera, que se puede cerrar con un pesado tapón metálico. Anclados a la pared tres modernos botes de plástico dispensan gel, acondicionador y champú. Un toallero en el interior ofrece dos buenas toallas de baño y un pie de ducha todo ello en blanco y de excelente calidad. 

Por la mañana, en un bullicioso restaurante, atendido formidablemente por un enorme equipo humano uno puede encontrar todo lo que pueda imaginar en zumos naturales hechos al momento, cocina mexicana de todo tipo, tortillas, tacos, fiambres y quesos, huevos hechos al momento a distintos gustos, exótica fruta cortada y preparada, algunos bollos y dulces típicos de la zona. Sobre la mesa, ofrecen una enorme jarra de café (americano) que el personal sirve continuamente en grandes tazones. 

La salida en el mostrador es formidablemente sonriente, rápida, atenta y amable. Hasta pronto.

Calidad/precio: 8
Servicio: 9
Ambiente: 8.5
Habitación: 8.5
Baño: 7.5
Estado de conservación: 6
Desayuno: 9
Valoración General: 8.5

martes, 20 de febrero de 2024

AC HOTEL MARRIOTT LA LINEA (LA LÍNEA DE LA CONCEPCIÓN - CÁDIZ)


AC HOTEL MARRIOTT LA LINEA (***)
Avenida de los Caireles 2
11300 La Línea de la Concepción (Cádiz)

Habitación: 428
Fecha de entrada: 12/02/2023
Tarifa: 65€ (SA)

En una barriada exterior de La Línea, en segunda línea de mar, y con sobrecogedoras vistas a la amplia bahía de Algeciras y al Peñón de Gibraltar. En una calle de escaso tránsito, delante de un par de villas algo abandonadas, encontramos un edificio de cuatro plantas, en esquina, en estucado color crema y con un aire arabesco. Encima del edificio, un enorme cubo con el logo de la cadena. Dos puertas de cristal, con el logo en vinilo, de las de empujar, con grandes tiradores metálicos, tras subir un escalón nos dejan sobre una mullida alfombra negra también con el logo, y a continuación, otras dos puertas iguales a las anteriores. Y tras estas sí que llegamos al rectangular espacio de recepción. A la derecha, una zona de tienda de conveniencia con productos a la venta (agua, bocadillos, ensaladas, productos de higiene, dulces y recuerdos), a la izquierda una zona con dos sofás en torno a una mesa baja de centro. Y al frente, tras una columna negra que queda en medio, el largo mostrador de recepción.

Suelo de mármol blanco, paredes en madera algo rojiza, techo blanco. El mostrador, de lado a lado, en granito negro sobre un zócalo más claro. Dos puestos de trabajo, pero sólo uno ocupado. Sobre el mostrador, los datáfonos de pago y unas pantallas con información de la cadena. Nos atiende un joven, que realiza el trámite de registro con rapidez y algo de frialdad y distancia. Nos entrega un folio a firmar y una llave normal, en un llavero de piel negra con el número de la habitación impreso en una pegatina de papel. Nos indica el nombre de la red wifi que podemos usar, sin contraseña, y que funciona bastante rápido en todo el hotel.

A la derecha subimos tres o cuatro escalones para llegar al ascensor. Sólo uno. De puertas metálicas algo abolladas ya. Su interior no es muy grande. Suelo de madera, paredes en plástico color arena con un cartel con información de los hoteles de la cadena en Sevilla. Espejo en la pared del fondo, botonadura metálica algo anticuada. Buena luz. Las  puertas se abren de forma algo ruidosa a un largo pasillo que corre de derecha a izquierda. Paredes en vescom negro, suelo en moqueta oscura, techo blanco, puertas y marcos, algo deteriorados, en gris claro. Luces con apliques recubiertos de cristal a lo largo del pasillo, que queda un poco a oscuras. Una placa metálica indica el orden de las habitaciones hacia un lado o el otro. Junto a las puertas, una placa del mismo estilo indica el número. 

Introducimos la llave en el pomo metálico y redondeado. Tras la puerta, suelo de madera muy cuidada, paredes en estuco color crudo, techo blanco. A la derecha un interruptor para la luz. Tras la puerta encontramos un pequeño recibidor que hace las veces de vestidor. En el lado izquierdo la puerta de cristal opaco del baño. Hacia la derecha un enorme maletero de madera con un cojín de piel oscura. A su lado el armario, retroiluminado, de puertas correderas en madera y placas de metacrilato, que ruedan no sin dificultad. En su interior una balda superior, una barra colgadora con media docena de perchas normales con el logo de la cadena. Algunas baldas bajas, la bolsa de la lavandería, una Biblia y el libro de Mormón. 

Un paso más adelante entramos en el amplísimo dormitorio. A la izquierda encontramos un espejo estrecho de cuerpo entero, sin marco. A continuación una mesa de madera redonda, como de trabajo, bastante dañada en sus bordes, con dos sillas de metal y piel negra, algo incómodas para el trabajo. La pared del fondo, del lado izquierdo se presenta completamente recubierta de una madera clara muy agradable. En ella una enorme pantalla de televisión plana con un punto azul del standby que emite demasiada luz por la noche.. Por debajo un armario que incluye otro maletero con cojín en piel de tono marrón, una bandeja con una cafetera de Nespresso y varios juegos de café y vasos. Bajo ella, en tono metálico el minibar, de corto y caro surtido. A su lado, una papelera de metal y piel negra con varios separadores para el reciclaje.

Toda la pared del fondo está recubierta por potentes foscurits blancos, algo ya desvencijados, recubiertos de visillos también blancos. Ambos ocultan en un lado una ventana con bonitas vistas al Peñón y a la bahía y en el otro lado una pequeña terraza accesible con una mesa y dos sillas. Todo ello en poderoso aluminio blanco. La insonorización exterior podría mejorar, porque temprano en la mañana se escucha demasiado el pesado tráfico de la carretera que conduce a la Colonia.

En el lado derecho, a los pies de la cama encontramos un enorme sofá cama de piel gris. Del uso tiene bastante hundido el asiento. Tras él encontramos la cama. Blanca, con tres almohadas con un ribete gris en cada una de ellas. Colchón de buen calibre cubierto con suaves sábanas y un nórdico agradable,  aparece empotrada contra un cabecero de madera rojiza hasta media altura, de tres cuerpos de madera, uno de ellos algo separado de los demás. A cada lado sendas mesillas consistentes en meras baldas de metacrilato negro. Sobre una el teléfono moderno típico de la cadena, un bloc de notas y un bolígrafo. Sobre la otra el mando a distancia de la televisión y una botellita de agua de cortesía. En un lado hay un enchufe disponible para los aparatos electrónicos y en ambos, sendos enchufes de USB. Incrustados en el cabecero hay unos apliques metálicos con pantalla de color crudo y sendos reflectores, potentes, para la lectura en la cama. Además en la zona de trabajo y en la del minibar hay sendos puntos de luz, potentes. Todo ello permite un juego de luminosidad bastante agradable. 

Junto a la entrada al dormitorio encontramos un display digital para manejar el aire acondicionado. A priori debería ser de sencillo manejo, pero aunque pedimos que la habitación alcance los 23 grados no conseguimos que pase de 21. Y eso con una fuerte sonoridad. Sobre ese display hay un aparatito blanco, también digital, que entendemos debe hacer las veces de termostato. La insonorización interior es bastante deficiente y escuchamos los ruidos del pasillo, el baño de las habitaciones cercanas...

El baño se presenta completamente renovado. Suelo de madera oscura a lamas estrechas. Paredes en vescom marrón claro. De frente una encimera de cristal recoge un lavabo con grifo monomando que funciona perfectamente. Por encima un generoso espejo hasta el techo. Sobre la encimera, una jabonera blanca de porcelana con una pastilla de jabón, un botecito de crema hidratante y una toalla de manos. En la barra que cuelga de le encimera se presentan dos toallas de lavabo, que junto con las dos de ducha que se presentan en el toallero de la ducha y el pie de ducha completan el juego de lencería. todas ellas blancas, mullidas y de correcta calidad. Por debajo, además de una papelera de pedal encontramos un mesa de metal y ruedas que ofrece un surtido de amenities algo más amplio: peine, set dental, esponja lustrazapatos, gorro de ducha y pañuelos de celulosa. En la pared de la derecha hay un secador de buena potencia.

En el lado derecho encontramos el inodoro y el bidet. Este está colocado algo torcido. Y en la pared del fondo, una moderna cabina de ducha. Protegida con una mampara de cristal, algo escasa, porque durante la ducha llenamos de agua el suelo. Paredes de porcelana rugosa color arena, y suelo de porcelánico blanco. Tres grandes botes anclados a la pared ofrecen champú, gel y acondicionador. Todo termina en una ducha potente con un monomando moderno. Caudal, temperatura y presión resultan excelentes. 

Por la mañana, en la recepción poco trámite más allá de la pregunta sobre el minibar, el pago y la entrega de la factura. 

Calidad/precio: 7
Servicio: 7.5
Ambiente: 7
Habitación: 7
Baño: 8
Estado de conservación: 7
Desayuno: 
Valoración General: 7

miércoles, 7 de febrero de 2024

HOTEL POL & GRACE (BARCELONA)

POL&GRACE HOTEL (****)
Guillermo Tell 49
08006 Barcelona

Habitación: 402
Fecha de entrada: 31/01/2024
Tarifa: 140€ (SA)

En la zona alta de Barcelona, junto a la bulliciosa y popular Plaza Molina, rodeado de comercios y restaurantes en una esquina encontramos un edificio de ladrillo rojizo, siete alturas y ventanas cuadradas de aluminio oscuro, empotrado en una manzana. El bajo del edificio está completamente acristalado, con algunos visillos, que deja ver desde el exterior la zona de recepción y espacios comunes de la planta baja. Entre dos enormes macetas encontramos la gran puerta de cristal automática con el logo del hotel vinilizado en la misma. 

Dentro, a la izquierda una pared con un enorme cuadro negro, al fondo el ascensor, y hacia la izquierda la recepción. En primer lugar una mesa en forma ovalada con dos puestos de trabajo y unas sillas hace de mostrador. Tras ella, una zona con cómodos sofás en piel de color oscuro, varias mesas y algunas lámparas. Una larga estantería abierta a los dos lados ofrece varios libros de lectura y algunos objetos de decoración y al otro lado de esta una zona con mesas de trabajo y un honesty bar con café, agua e infusiones de cortesía a lo largo de todo el día. 

En la recepción nos tutea una joven pelirroja. Parece ser el código establecido por el hotel, porque todos los empleados utilizan el mismo modo. El proceso de registro es tan rollo como siempre. Quizá algo frío y distante. al menos es rápido. Nos cobra la estancia y nos entrega la factura. Firmamos un cartoncito en el que está la tarjeta negra que hace de llave de la habitación. Nos indica el funcionamiento del wifi, que es gratuito y veloz en todo el edificio, el horario del desayuno y del resto de servicios del hotel y nos advierte que nos han asignado una habitación superior.

Giramos hacia la derecha para acceder al ascensor. De puertas de metal automáticas. Enorme. Oscuro. Paredes de metal, unas puertas que se abren a un lado para acceder a las plantas de las habitaciones, botonadura metálica (cada piso tiene un nombre) y sobre el espejo, pintado con rotulador un anuncio sobre el desayuno que se sirve en la planta -1. Las puertas se abren a un espacio con paredes y puertas en blanco que contrasta con la moqueta negra del suelo. En cada puerta hay un cartel con el número de la habitación y una cartulina verde con los datos de la artista que decora el interior de la habitación. Apenas media docena de habitaciones por planta y una puerta de acceso a un almacén. La sensación del ambiente es de reforma algo tosca, lo que se nota en la pintura de las paredes y puertas, en las juntas de los marcos...

Introducimos la tarjeta negra con el logo del hotel en la ranura del viejo pomo metálico de la puerta. Una vez dentro, paredes y techo pintados en gris oscuro en el primer tramo del pasillo. Suelo de cuidada y nueva madera muy limpia. En el lado izquierdo encontramos la ranura para activar la luz y algún interruptor y la puerta del baño en madera blanca. A la derecha, un aplique de luz en metal blanco y curioso colgador de ropa en madera blanca, para dejar el abrigo... La sensación del pasillo es algo oscura, pero el blanco del dormitorio (en muebles, paredes y techo) ilumina bien la estancia transmitiendo también la misma sensación de reforma rápida que notamos en el recibidor. 

Tras los tres o cuatro pasos del pasillo, llegamos al dormitorio. De espacio ajustado. En el lado izquierdo, remetido en la pared hay un sofá cama de madera blanca, con asiento tapizado en tela gris y varios cojines algo más claros. En uno de los lados de la pared, encontramos el desvencijado termostato para el aire acondicionado. La temperatura de la habitación es correcta sin necesidad de él, pero toquiteandolo, no terminamos de conseguir que funcione. A los pies del sofá cama hay una mesa redonda lacada en blanco.

A continuación, en la pared derecha se sucede una pequeña repisa de madera blanca sobre la que hay una caja de luz. Por encima, colgando de la pared, una televisión de pantalla plana y un par de láminas enmarcadas. Al final de la repisa, en un armario de madera blanca, el minibar con buen surtido. Sobre él, una red metálica colgada de la pared con varios papeles de color verde que explican los servicios del hotel y el funcionamiento de algunas instalaciones. Además, se ofrece sin más una botella de agua mineral grande. 

Toda la pared del fondo aparece recubierta por un suave visillo blanco. Tras él, una gran ventana de aluminio marrón bastante moderno con vistas a la entrada principal. Se cierra bien y se protege con una ligera persiana metálica, que aísla bastante el ruido de la calle. 

En el lado izquierdo encontramos la cama. Grande y generosa. Blanca. Situada sobre un antiguo canapé de madera blanca, lacado, que imita cajones. Cómodo colchón vestido con un suave nórdico y cuatro almohadas de distinta dureza. Todo empotrado contra un largo cabecero de madera de media altura también en blanco, recorrido en su parte de arriba por una tira de led que ilumina cálidamente el espacio. Por encima de él, en la pared blanca aparece un mural abstracto en blanco y negro con ciertos motivos vegetales. Empotrados en la madera del cabecero enchufes e interruptores disponibles y sendos focos metálicos dirigibles para la lectura en la cama. Entre el led, los focos metálicos y la caja de luz que hay bajo la televisión se consigue un cálido efecto lumínico. A cada lado de la cama, dos sencillas mesillas metálicas redondas. En una de ellas se presenta el mando a distancia de la tele, y en la otra además de un teléfono, un par de revistas. La insonorización exterior mejora mucho con la persiana bajada. Pero la interior es escasísima. Se oyen todos los movimientos del pasillo y las habitaciones contiguas. Para colmo, de madrugada, alguien mueve cajas y bolsas en el almacén que hay en la planta con el consiguiente ruido. 

La pared restante aparece cubierta de techo a suelo por dos puertas correderas pintadas en blanco, bastante deterioradas, que protegen el generoso armario. En un lado la caja fuerte y una cajonera. En el otro, un colgador largo con media docena de perchas antirrobo de madera. 

Tras una vieja puerta de madera, con antigua manivela metálica, lacada en blanco, entramos en el baño. Limpio y correcto aunque bastante espartano. El techo negro y los escasos tres puntos de luz situados sobre el lavabo lo hacen algo oscuro. Además al activar la luz se activa también un molesto extractor de aire anclado al techo. En el lado derecho una encimera me granito color arena acoge un lavabo de porcelana blanca y grifo monomando. Sobre ella dos vasos de cristal, dos botes con jabón de manos y crema hidratante y dos toallas de mano. En la pared de la derecha un secador de buena potencia. Encima del lavabo y hasta el techo un generoso espejo. Por debajo del lavabo una papelera de de pedal en metal. 

Detrás de la puerta queda el bidet, y el inodoro, también en porcelana blanca y algo pequeño. Está ubicado tan cerca de la pared que resulta un poco incómodo sentarse en él. Entre ambas piezas de porcelana blanca, un portarrollos metálico anclado a la pared de baldosas color arena. En la pared del fondo encontramos la bañera, protegida por una mampara móvil de cristal. En su interior un toallero recoge dos buenas toallas de baño blancas, de buena calidad y presentación, que junto con el pie de ducha completan el juego de lencería. Anclado a la pared un bote de champú/gel. La grifería, bastante cuidada se remata en una ducha de teléfono bastante cuidada. Temperatura, caudal y presión son absolutamente excepcionales. Al tratarse de una bañera remetida en la anterior, el grifo de la ducha queda demasiado bajo para los que somos demasiado altos.

Por la mañana en la recepción nos atienden dos jóvenes, sentadas en su escritorio, con la clásica pregunta sobre el minibar. Poco más.

Calidad/precio: 7.5
Servicio: 7.5
Ambiente: 7
Habitación: 7
Baño: 8
Estado de conservación: 7.5
Desayuno: 
Valoración General: 7.5

miércoles, 24 de enero de 2024

NH MADRID CHAMBERI (MADRID)

NH MADRID CHAMBERÍ (***)
Bretón de los Herreros 29
28003 Madrid

Habitación: 602
Fecha de entrada: 05/01/2024
Tarifa: 135€ (AD)

En el corazón del bullicioso barrio de Chamberí, un edificio de ladrillo rojo, de seis plantas, empotrado entre otros edificios de viviendas, rodeado de bares, restaurantes y tiendas, apenas pasa desapercibido en la acera, de no ser por las paredes repletas de vegetación que presenta el bar restaurante que presta servicio al hotel. Delante de la puerta, un espacio reservado para el aparcamiento y la carga y descarga de equipajes y viajeros. 

Dos puertas correderas de cristal con el logo de la cadena nos hacen atravesar una alfombra algo metalizada en la que a la izquierda se ha situado el árbol de Navidad. Una vez dentro encontramos un espacio alargado, moderno y de agradable sensación. El aroma propio de la cadena lo invade todo. Suelo de madera oscura muy limpia, techos de lamas de madera con puntos de luz incrustados en ella. A la izquierda una escalera de caracol abrazada a una columna de hormigón recubierta con una curiosa estructura piramidal de acero cortén. Paredes recubiertas por una curiosa y arrugada tela blanca retroiluminada. Varias butacas delante de ella. Una vitrina de cristal, junto a la puerta del bar - restaurante, con botellas de vino, un largo banco tapizado en verde ubicado entre dos columnas, una mesa alta con varias bebidas de cortesía (agua, té frío, una cafetera de cápsulas), golosinas y algún dulce. Y allí enfrente, al fondo de ese largo espacio, dos mostradores de recepción.

Separados por una columna central encontramos dos poderosos mostradores retroiluminados en su parte inferior recubierta por unos metacrilatos blancos. Sólo está operativo uno. En él nos atiende un joven. En el otro hay una inscripción con una frase del poeta que da nombre a la calle del hotel. Sobre el mostrador, una pequeña pantalla muestra información de la cadena. El joven, atento, sigue escrupulosamente todos los trámites del registro, hasta que nos extiende un pequeño cartoncillo en el que se incluye la clave del wifi, que es gratuito y correcto en todo el edificio, las dos tarjetas que sirven de llave de la habitación y un documento para firmar.

Giramos sobre nuestros pasos y nos encontramos con un gran ascensor. Puertas metálicas, interior moderno. Suelo de mármol verdoso, paredes en metal y espejo, botonadura metálica. Abre las puertas en el sexto piso a un estrecho pasillo con suelo de mármol blanco, paredes en vescom claro y mucha luz artificial, algo blanquecina. En uno de los extremos del pasillo hay una colorida fotografía, ocupando toda la pared, con una imagen icónica del centro de Madrid. Un cartel de plástico negro y letras doradas indica la dirección de las habitaciones. Puertas antiguas, repintadas en blanco con los números metálicos grabados en ellas. Pomos de metal plateado redondeado, de los originales de la cadena. 

Una vez dentro el suelo pasa a una agradable y cuidada madera rústica a lamas. Encontramos un primer espacio a modo de recibidor con interruptores de la luz y la ranura para la tarjeta que activa la iluminación. Además, un cuadro de luces con un punto permanentemente encendido. También, la puerta blanca del baño. 

Un paso más adelante, y separado por otra puerta, que aísla algo del pasillo, encontramos el dormitorio. Sensación de amplitud, y modernidad. Mismo suelo y paredes. En el lado izquierdo encontramos un generoso maletero de madera blanca, con listones de protección en metal brillante, y a continuación un minibar de puerta de cristal con caro surtido de refrescos, cervezas, aguas y snacks. Sobre el minibar se nos ofrecen dos botellas de agua de cortesía por ser miembro preferente de la cadena. Además hay un par de copas, vasos, servilletas y un abrebotellas. El minibar hace un molesto ruido como de agua corriendo por su interior, así que lo desenchufamos durante la noche. A continuación, en la misma madera blanca algo brillante, hay un generoso escritorio con una moderna lámpara de trabajo. Enchufes en la pared para los aparatos electrónicos. Por debajo del escritorio una papelera metálica y una silla tapizada en blanco con finas patas de metal. En la pared, aparece colgada una enorme pantalla de televisión.

La pared del fondo, cubierta por completo por un visillo blanco de lado a lado y de techo a suelo, recoge una moderna ventana con persiana en aluminio gris. Las vistas, a un enorme patio ajardinado con varias piscinas aquí, y a las torres de Madrid allá, permiten, además, llenar el dormitorio de luz. Pese a que la ventana es relativamente nueva, no cierra bien en la parte de abajo, lo que hace que el viento y el frío se cuelen un poco hasta que bajamos la persiana del todo, consiguiendo así la oscuridad absoluta de la habitación.

En el lado derecho se encuentra la cama. Un somier blanco sostiene un buen colchón de generoso calibre muy confortable. Vestida con un suave y ligero edredón nórdico es grande para ser individual y algo justa para ser doble. Cuatro almohadas de distinta dureza y grosor. Empotrada contra un cabecero de madera de tres cuerpos. A cada lado, sendas mesillas de madera a juego. Sobre una de ellas, un teléfono moderno y el mando de la televisión. Sobre ambas enchufes disponibles, interruptores y un par de enchufes de USB. Anclados al cabecero sendos brazos metálicos de iluminación que generan un ambiente acogedor. En la parte superior de la cama, por un retranqueo de la escayola del techo, corre una tira de led que da mucha luz a la estancia, aunque quizá algo fría. El descanso es bastante agradable, porque el hotel es tranquilo. Gracias a la orientación interior de la habitación y a la persiana, la insonorización exterior es adecuada. Sin embargo la insonorización interior es brutalmente mejorable. Se escuchan todos los sonidos de las habitaciones contiguas. 

En la pared restante encontramos el moderno display del aire acondicionado, que funciona a la perfección y de forma casi silenciosa, y un armario doble cerrado con puertas correderas de espejo. En su interior, en un lado, media docena de perchas antirrobo, y en el otro lado, unas baldas, la caja fuerte, la bolsa de la lavandería, un calzador, una gamuza lustrazapatos y un bolígrafo.  

El espacio del baño es adecuado. Un par de puntos de luz fría desde el techo contrastan con la luz más cálida que ofrece un cuadrado retroiluminado que se ofrece en el espejo. Frente a la puerta, un lavabo rectangular con una más que escasa encimera. En ella, una bandeja ofrece dos vasos de cristal y un gorro de ducha en una cajita de cartón. Bajo el lavabo, una papelera metálica de pedal. Sobre él, un espejo cuadrado antivaho con una luz incrustada en él. A la izquierda, en la pared, un toallero metálico con dos toallas de lavabo con el logo de la cadena, un dispensador de pañuelos de papel, un espejo dirigible de aumento, un secador de buena potencia, un enchufe y dos botes de jabón de manos y crema hidratante anclados a la misma. 

En el lado derecho del lavabo, junto a un dispensador metálico de bolsitas higiénicas y dos portarrollos encontramos el inodoro, con la tapa algo torcida y la cisterna exenta. A continuación, una enorme cabina de ducha cubierta por una mampara de cristal hasta el techo. En su interior, en la pared una pequeña jabonera metálica esquinera, y tres botes de gel, champú y acondicionador anclados a la pared. Todo se remata con una ducha con dos rociadores, uno en forma de teléfono y otro de efecto lluvia. El grifo termostático permite alcanzar una óptima temperatura aunque faltaría un punto de caudal y presión. Dentro de la ducha se ofrece un pie de ducha, también con el logo de la cadena, y en un calienta toallas de metal brillante -que hace las veces de radiador- se presentan dos toallas de baño de tamaño medio y justa calidad. 

Por la mañana, en el bar restaurante que presta servicio al hotel se ofrece un corto desayuno buffet. Cereales, varios zumos naturales, fiambres y quesos, bollería, diversos panes, aceites y tomate rallado. Un simpático camarero tras la barra prepara sobre la marcha los cafés -correctos- que le vamos demandando. Después, en recepción, sencillos y rápidos trámites para el procedimiento de salida. Sin más. 

Calidad/precio: 7.5
Servicio: 8
Ambiente: 8.5
Habitación: 7.5
Baño: 7
Estado de conservación: 9.5
Desayuno: 7
Valoración General: 8.5

miércoles, 10 de enero de 2024

NH COLLECTION AMISTAD CÓRDOBA (****)


NH COLLECTION AMISTAD CÓRDOBA (****)
Plaza de Maimónides 3
14004 Córdoba

Habitación: 132
Fecha de entrada: 30/11/2023
Tarifa: 

En el mismo centro de judería, pegado a la muralla y a dos pasos de la Catedral - Mezquita, en una recoleta plaza empedrada junto a la estatua de Maimónides encontramos un conjunto de edificios de tres alturas construidos en torno a varios patios típicamente andaluces encalados en blanco de configuración irregular. Una escalerita de media docena de escalones con macetas en la barandilla de forja nos deja ante dos puertas de cristal y aluminio, de las que hay que empujar. Entre medio de ambas hay una zona con un enorme logotipo de la cadena, en rojo, y alguna planta, además de una gruesa alfombra granate. La segunda puerta nos la abre un empleado que está allí al lado montando el árbol de Navidad.

Accedemos así a una pequeña recepción, cuyo mostrador está al fondo, frente a nosotros. A la derecha, un patio, a la izquierda unas escaleras que bajan hacia otros patios y comunican con las habitaciones. Suelo y paredes de mármol blanco con algunas incrustaciones en salmón, seguramente fresco en verano, pero en el lluvioso y frío día en el que hemos llegado a Córdoba resulta algo desangelado. La luz lo llena todo a través de grandes ventanales a esos patios. A la izquierda del mostrador, una mesa auxiliar nos ofrece agua fresca, zumos, frutos secos y chucherías de bienvenida. El mostrador es poderoso, en mármol negro, con una pantalla sobre el mismo y una amable empleada que nos atiende eficazmente. Nos pide nuestro DNI y rápidamente nos entrega los documentos a firmar y la tarjeta que hará las veces de llave de la habitación. Nos indica que al ser platino de la cadena nos han ubicado en una habitación mejor. Nos explica los horarios del hotel y sus servicios, el camino para llegar a la habitación y las claves del wifi, que es gratuito, pero que funciona con alguna dificultad en algunas partes del hotel.

Volvemos sobre nuestros pasos y bajamos otra media docena de escaleras para llegar a otro patio, más grande en el que se sirve el desayuno y que a nuestra llegada está tranquilo. Atravesamos un largo pasillo con habitaciones protegido por una mullida alfombra negra que amortigua el ruido de las maletas hasta llegar al siguiente patio, en el que encontramos la pequeña y coqueta piscina del hotel, y allí mismo tenemos nuestra habitación. Con los números metálicos anclados a una generosa puerta de madera clara.

Tras ella se mantiene el suelo de mármol, paredes recubiertas de un vescom clarito casi blanco. Un pequeño pasillo bien iluminado antes de otra puerta tras la que se accede al dormitorio hace las veces de vestidor. En el lado derecho encontramos la ranura de la llave que acciona las luces, y un estrecho espejo de techo a suelo con un fino marco de madera. Todo el lado izquierdo está ocupado por tres cuerpos de armario con puertas. En el primero, una barra colgadora con una docena de perchas de distintos tipos: para vestidos, para faldas, para chaquetas, para pantalones... En el cuerpo central encontramos una bandeja con un hervidor de agua y una cafetera Nespresso así como varios juegos de café y té, tazas, copas, vasos y una botella de agua de cortesía. Por debajo, un minibar con la puerta de cristal relleno de refrescos, cervezas y algunos zumos. Encima de él algunos snacks. En el último cuerpo, varias baldas donde encontramos la caja fuerte, la bolsa de la lavandería, un calzador, una gamuza lustrazapatos y una tarjeta para solicitar la limpieza manual del calzado. 

Tras otra puerta de madera clara accedemos al enorme dormitorio. Techos altos y espacio más que generoso y luminoso. En el lado izquierdo sobre un largo armario bajo se presentan una lámpara de cristal y tulipa marrón, una botella de agua y una bandeja con algunos pastelitos, cortesía del hotel. Cuelga de la pared, una televisión de pantalla plana. Delante del armario hay una pequeña mesa de centro con un par de revistas de la cadena, y delante un cómodo sofá doble tapizado en tela gris. En el hueco que hay hasta la ventana otra butaca tapizada en gris un poco más oscuro con un cojín y una lámpara de pie en metal con tulipa blanca.

La pared del fondo está ocupada por dos enormes ventanas de aluminio rojizo con vistas al corredor de las habitaciones y a la piscina. Aunque por allí mismo pasan algunos clientes que tienen la habitación en esa zona la insonorización del espacio es absoluta y no oímos nada. Un visillo y dos potentes cortinones con foscurit en el interior no consiguen impedir que por la mañana la luz se cuele, bastante, en la habitación. 

La pared de la derecha acoge la enorme cama empotrada contra un cabecero de corte árabe tapizado en piel gris metálica. Un colchón de descomunal calibre que resulta sumamente cómodo, seis almohadas de distinto tamaño y dureza, un ligero nórdico y excelentes sábanas. Un plaid gris -bastante limpio- en los pies de la cama a juego con la tela que protege el canapé. En el lado izquierdo hay una mesilla de madera blanca brillante. Sobre ella una lámpara de metal y tulipa blanca de cálida luz, algo escasa para leer desde la cama, un teléfono, un block de notas y un bolígrafo. Un enchufe para los aparatos electrónicos e interruptores (grandes y metálicos) para las luces. En el lado derecho, la mesilla aparece sustituida por el escritorio, también de madera gris, limpio y generoso, con una lámpara metálica en un extremo. En la pared de delante, un enchufe disponible. Bajo la mesa, una silla de madera de corte clásico, tapizada en tela gris, y una papelera de plástico marrón.

En la pared restante encontramos un ancho maletero tapizado en tela sobre el que hay unos interruptores y el display del aire acondicionado, con botón de encendido y apagado y una posición automática de selección de temperatura en una pequeña pantalla digital. Funciona perfectamente, y casi sin ruido. Al lado encontramos la puerta de acceso al baño. 

El descanso es muy agradable. El hotel es silencioso y bien insonorizado. La temperatura adecuada y aunque se echa de menos alguna luz más potente para leer en la cama, el conjunto lumínico resulta bastante agradable y cálido. 

También el baño es generoso. Mantiene el mármol en el suelo y en las paredes. Tres puntos de luz, algo fría, eso si, en el techo. En el lado derecho el inodoro, con la cisterna empotrada en la pared. A su lado una papelera metálica algo abollada de pedal, los portarrollos, un dispensador de bolsitas higiénicas y un teléfono color crema. Enfrente el bidet y sobre él un toallero metálico con dos enormes toallas mullidas con el logo de la cadena. Frente a la puerta, una larga encimera de granito negro acoge encima un exento y alargado lavabo de porcelana blanca con un poderoso grifo metálico detrás, una bandeja blanca con las amenities envueltas en cajitas de cartón (un peine, una caja de discos desmaquillantes, un gorro de ducha y un set dental), dos vasos de cristal, dos toallas de cuadrante pequeñas y dos toallas de manos. En la pared, encima del lavabo un  espejo rectangular con un recuadro de luz empotrado en él. A la derecha dos botes, uno de jabón de manos y otro de crema hidratante, un espejo de aumento direccionable, un secador de pelo de buena potencia y una caja metálica con pañuelos de celulosa.

En el lado derecho, dos perchas ofrecen sendos albornoces blancos mullidos con sendos juegos de zapatillas de felpa. Y a continuación la generosa cabina de ducha protegida por una mampara de cristal. Suelo blanco y grifería moderna con doble acabado, una alcachofa de teléfono y otra, arriba, de efecto lluvia. Temperatura y presión excelentes pero quizá falte un punto de caudal. Junto a la grifería tres botes: gel, champú y acondicionador.

Por la mañana, en un patio cercano a la recepción, y atendido por una simpática camarera se sirve el desayuno. Quizá falte un poco de luz -o bajar a desayunar más tarde- y haya que arreglar alguna de las goteras que la cubierta abierta al cielo provoca en un día de lluvia como el que nos toca. En una consola central se ofrece un variadísimo buffet. Zumos de naranja, piña, tomate, melocotón, granada, arándanos, té, distintos tipos de pan, sándwiches, bocadillos de jamón, fiambres, quesos, membrillo, mantequillas y mermeladas, cereales, fruta cortada... Los productos calientes (huevos...) se piden en el momento en una pequeña ventana que da a la cocina y a su lado encontramos otro puesto en el que una máquina de café nos ofrece de forma bastante silenciosa uno de bastante buena calidad.

Al final, en el mostrador de recepción, una empleada muy atenta nos pregunta por el minibar, pero también por si nuestra estancia ha sido de nuestro agrado y por si necesitamos ayuda para seguir el viaje. 

Calidad/precio: 
Servicio: 9
Ambiente: 8.5
Habitación: 9.5
Baño: 8
Estado de conservación: 9
Desayuno: 9
Valoración General: 9

miércoles, 13 de diciembre de 2023

NH BARCELONA ENTENZA (BARCELONA)


NH BARCELONA ENTENZA (***)
Calle Ecuador 20
08029 Barcelona

Habitación: 201
Fecha de entrada: 14/09/2023
Tarifa: 185€ (SA)

Cerca de la estación de Sants, en el popular barrio de Les Corts, en una tranquila calle, junto a un parque de poderoso arbolado y adosado a un moderno edificio en cuyos bajos hay un luminoso bar con terraza encontramos un bloque de ladrillo oscuro, de cinco plantas, con ventanas en aluminio blanco y grandes lienzos de sólo piedra. Todo ello sobre una recepción ubicada un poco por debajo de la línea de la calle y totalmente acristalada a dos calles. 

Una puerta de cristal automática nos sitúa ante media docena de escaleras que nos dejan en una pequeña recepción de las clásicas de la cadena: mármol verdoso en el suelo, paredes de madera brillante, A la izquierda, un par de sofás y una mesa de centro con alguna planta. A la derecha varios espacios para folletos y propaganda turística y justo enfrente un potente mostrador de recepción, en la misma madera y con la parte superior en mármol. Sobre él una lámpara, algunos folletos de la cadena y un monitor de ordenador. Tras él una zona de trabajo algo desordenada y una joven sentada en una silla que se levanta al vernos entrar y nos atiende con rapidez 

Pese a ser frecuentes en la cadena hay que volver a teclear los datos, aunque al menos se hace de manera rápida. Nos asignan la habitación y nos piden que paguemos en ese momento. La factura ya nos la entregarán a la salida. Por fin nos entrega la llave de la habitación en forma de tarjeta en un cartoncillo donde encontramos la clave del wifi gratuito que funciona con normalidad por todo el hotel. Hacia la derecha, un estrecho pasillo que conduce hacia el salón de desayunos nos presenta a la izquierda los dos ascensores. Uno más grande que el otro. Suelo de mármol verdoso, paredes en aluminio y espejo, un cartel con los servicios del hotel y de la cadena. Las puertas se abren en un distribuidor algo frío y desangelado.

Paredes en vescom claro, suelos de porcelana blanca y luz fría desde el techo. En las paredes unos carteles de madera y metal indican la dirección de las habitaciones, que se abren en sendos pasillos a derecha e izquierda. El suelo hace demasiado ruido con los zapatos y las ruedas del equipaje. Puertas de madera algo rojiza con pomos metálicos de ranura para meter la tarjeta se abren a derecha e izquierda. Al final del pasillo encontramos nuestra habitación, junto a la puerta que da acceso a las escaleras.

Tras la puerta, y antes del dormitorio, un pasillo con suelo de mármol blanco, paredes de madera y techo bajo también en madera. En el lado izquierdo hay tres interruptores de luz en blanco. Al estar la luz activada -sin tener que meter la tarjeta en una ranura- la habitación nos recibe con el aire acondicionado encendido, y una sensación de frescor que se agradece en contraste con el calor de la calle. El aire acondicionad se maneja con un display ubicado en ese pasillo un poco más adelante, con un botón de encendido y apagado, otro de potencia y una rueda para seleccionar la temperatura. Funciona de manera casi silenciosa y muy eficaz. En la pared derecha hay un cuadro abstracto en colores arena y justo enfrente la puerta del baño, más estrecha de lo normal, en madera con pomo metálico.

Una puerta separa y aísla ese pasillo del dormitorio. Una vez dentro llaman la atención las dos camas porque -pese a ser más cortas de lo normal- ocupan casi todo el espacio, dejando muy poco trozo de paso a sus pies. A la izquierda encontramos el armario empotrado, con dos puertas de espejo correderas. En su interior, un lado con baldas y en el otro un colgador con seis perchas antirrobo con el logotipo de la cadena. Dentro encontramos la bolsa de la ropa sucia, una gamuza limpia zapatos, un calzador y una caja fuerte.

Paredes en vescom color arena, suelo de madera limpia pero algo ya desgastada y arañada en algunos tramos. Techo en blanco, donde destaca visualmente que el detector de humos está medio arrancado. En el lado izquierdo se sitúan las camas. Dos. Más estrechas y cortas que lo estándar. Sobre canapés blancos, colchones de gran calibre, un nórdico algo asfixiante y dos almohadas de distintos tamaños. Todo ello en color blanco, empotrado contra un cabecero de madera, que a su vez tiene incrustado otro de tela azul acolchada algo desgastada. A cada lado de las camas sendas mesillas de madera y mármol blanco con ruedas, que permiten acceder a un enchufe -algo destartalado- que queda detrás de la misma. Sobre una de las mesillas un par de caramelos. Sobre la otra el mando a distancia de la televisión, un bloc de notas, un bolígrafo y un moderno teléfono en color negro. Encastradas en el cabecero dos lámparas de noche de metal y tulipa blanca, con luz agradable pero escasa para leer en la cama. Sobre las mesillas interruptores para apagar todas las luces de la habitación. El juego de luces puede resultar efectista aunque se hecha en falta algo más potente para el trabajo o la lectura durante la noche.

A continuación de las camas, y en el espacio que queda hasta la ventana, se presenta un generoso maletero de madera y tela azulada a juego con el cabecero. La pared del fondo recoge la ventana, con doble contraventana de aluminio gris. Fuera, vistas a un parque arbolado con mucha luz. Y dentro un foscurit bastante sucio y cochambroso protegido por un estor de tela blanca también desvencijado. Ambos impiden con bastante efectividad el paso de la luz. La insonorización exterior es correcta, y 

En la pared de la derecha, justo en el estrechísimo paso que queda a los pies de las camas, encontramos una televisión de pantalla plana colgando de la pared. A continuación una papelera metálica con bolsa de plástico y un escritorio confortable, la mitad en madera y la otra mitad en mármol blanco. Sobre él, dos botellas de agua de cortesía, una bandeja con una copa, un vaso, unas servilletas, la carta del room service y una pequeña lámpara de pie de metal con tulipa blanca. Bajo el escritorio encontramos el minibar, de puerta transparente y buen surtido con cervezas, refrescos, zumos y snacks, y una cómoda y moderna silla de trabajo en piel blanca y metal, giratoria y con ruedas. En el espacio que queda entre la mesa y la pared hay hueco para descolgar un cable de algún aparato electrónico y enchufarlo en un enchufe que queda disponible, después de mucho buscarlo.

El baño resulta algo justo de tamaño. Empezando por su puerta, que es bastante más estrecha de lo normal. Mármol blanco en las paredes y el suelo, y tres puntos de luz -algo fría- en el techo. A la izquierda, y en forma diagonal hay una encimera también en mármol con un lavabo en porcelana blanca y un grifo monomando del que sale demasiado aire. Anclados en la pared, junto a un potente secador de pelo y una caja de plástico de pañuelos de celulosa, un bote de jabón de manos y otro de crema hidratante. Sobre la encimera en una bandeja de porcelana blanca hay un par de vasos de cristal y un gorro de ducha. Hasta el techo un enorme espejo. Por debajo, una papelera metálica de pedal y un pequeño radiador. 

Antes de la bañera, que ocupa toda la pared del fondo encontramos el inodoro y el bidet, enfrentados de tal forma que queda poco espacio para pasar. Encima del inodoro, un teléfono anclado a la pared, y encima del bidet un toallero metálico que ofrece dos toallas de lavabo y dos de ducha, de calidad ya algo justita.  Una mampara con dos piezas, una de ellas móvil evita que el agua salga fuera de la bañera mientras nos duchamos. En el interior, además del pie de ducha, a juego con las toallas, encontramos tres botes anclados a la pared con champú, gel y acondicionador, una rejilla extractora de aire y una grifería rematada en una ducha de alcachofa bastante grande. Sin embargo la presión y el caudal son escasísimos, además de que cada x tiempo el agua pasa a ser gélida, para volver después a la temperatura establecida con el grifo monomando.

A la mañana siguiente en la salida, poco más que el trámite de entrega de la factura y un adiós. 

Calidad/precio: 6
Servicio: 7.5
Ambiente: 7
Habitación: 6.5
Baño: 6
Estado de conservación: 6.5
Desayuno: 
Valoración General: 7