miércoles, 5 de marzo de 2008

SHERATON SANTA MARIA DE EL PAULAR (RASCAFRIA - MADRID)



Hotel Sheraton Santa María de El Paular (****)
Carretera M-604 km 26,5
28741 Rascafría (Madrid)
Telf: 918.691.011
Fax: 918.691.006

www.sheraton.com/paular

Habitación: 151
Fecha de llegada: 04/03/2008
Tarifa: 87.5€ (Alojamiento y Desayuno)

Cuando a uno le dicen que va a dormir en un Sheraton se le viene a la cabeza el típico hotel americano con enormes y tupidas moquetas, camas king size, modernidades... Pero este es distinto. En uno de los lugares de veraneo más famosos de la sierra de Madrid, a una hora de la capital, la cadena americana se hizo con un antiguo Parador Nacional, y la verdad, poco ha tocado de aquel espíritu.

Escasamente señalizado, pegado al Monasterio, rodeado de una altísima muralla y un agradable -aunque frío- jardín encontramos el rectangular patio tipo claustro al que se abren las habitaciones, las salas de reunión, el bar-cafeteria, el comedor... La recepción repleta de escaleras y de rancio estilo castellano nos acoge secamente con más espíritu procedimental que de acogida.

A través de unos serpenteantes y escalonados pasillos que recorren el claustro del hotel accedemos a las habitaciones. La mullida moqueta del pasillo atenúa nuestros pasos en una noche de vendaval, hielo y nieve, y nos ofrece rincones castellanos con mobiliario antiguo y lámaparas de foja.

Después de atravesar varios pasillos y subir y bajar varios tramos de escalera nos encontramos frente a la puerta de nuestra habitación. Al abrirla la decepción caé a nuestros pies. El mismo espíritu espartano que debe reinar en el Monasterio, lo hace en el hotel: suelo de parquet de pequeñas láminas bastante desgastado, paredes de grueso y dañado estuco blanco, luz tenúe y falto de intensidad, escaso espacio y mobiliario antiguo pero destartalado.

Destacan sobre todo las camas. Por lo blancas y bonitas pero también por lo estrechas. Apenas de 90cm. Ahora su interior es colosal. El cochón increíblemente cómodo, las almohadas, de diversas texturas y durezas, muy confortables, las sábanas suavísimas. Pero nos sorprende que sobre la sábana y manta se haya colocado un edredón nórdico. Quizá a esta altura de Madrid no haya llegado la instrucción de cómo hacer una cama con edredón. Aún así la cama es de lo poco salvable de la habitación

Entre las camas una mesilla con una pequeña lámpara inutil para la lectura, acoge en un cajón la Biblia de los Gedeones tan típica de los hoteles americanos. Frente a las camas un estrecho y antiguo minibar y una televisión que recuerda tiempos pretéritos. El reloj que esta posee, además de fuera de hora, emite una luz sumamente excesiva. En la zona más estrecha de la habitación una mesa castellana escasamente iluminada junto a la alta ventana y al radiador hace incómodo el trabajo. No hay enchufes (sólo uno junto al minibar) ni lámparas que ayuden a trabajar, y el wifi es de pago. Un armario de incómodo acceso acoge la caja fuerte.

El AC no molesta porque no lo hay. La puerta no termina de encajar del todo por lo que la luz del pasillo entra en la habitación por algunas rendijas, así como el viento huracanado que sopla fuera. Pero lo peor es que cuando el vecino va al baño escuchamos hasta el goteo del grifo. Menos mal que el edificio entero invita al silencio, el recogimiento, el descanso y la tranquilidad.

Pero el baño hace que el mínimo encanto que nos han provocado las camas se nos hunda por completo. Viejo, antiguo, hortera, sin renovar... Los sanitarios antiquísimos, la grifería vieja y roñosa, los complementos de baño transochados, la luz fría, el ambiénte gélido, la cortina de la bañera insulsa y la barra que la sujeta oxidada. Abrir el grifo y que los bajos de inodoro y lavabo supuren agua es un mismo hecho. Baldosas en tonos marrones y ocres, de las que había en los baños de antes de la transición. El pequeño radiador no permite calentar la estancia.

La temperatura del agua resulta algo justa -aunque fuera hay siete grados bajo cero- y el caudal demasiado justo. Aún así las amenities resultan agradables, pero escasas. Faltan set dental, de afeitado... y lo sorprendente es que si los socilitas hay que abonar 3€ por cada uno de ellos. Las toallas abundantes y de calidad adecuada no consiguen remontar la imagen vieja y decrépita del servicio.

Un contundente buffet de desayuno servido mientras fuera continúa nevando nos reconforta y nos ayuda a olvidar una nueva noche en una mala posada.

El turismo de reunión y convención le permite sobrevivir a precios más que razonables, pero desde luego el nombre Sheraton se ve prostituido en este establecimiento.

Calidad/precio: 5
Servicio: 5
Habitación: 4.5
Baño: 2.5
Estado de Conservación: 4.5
Valoración General: 4

1 comentario:

Francisco Miranda dijo...

Sabes demasiado y sabemos dónde vives. Cuidado con seguir diciendo la verdad.

Bromas aparte, permíteme felicitarte por tu extraordinario blog, que constituye una aportación de elevadísima calidad.

Paso a enlazarte desde mi blog especializado den alojamientos:

http://asobar.blogspot.com

En las próximas horas te dedicaré un artículo.

Enhorabuena por la calidad del trabajo. Hacía falta algo así.