lunes, 9 de marzo de 2020

TRYP VALENCIA FERIA (VALENCIA)

TRYP VALENCIA FERIA (****)
Carrer Cullera 67
46035 Valencia 

Habitación: 417
Fecha de entrada: 13/06/2019
Tarifa: 63€ (SA)

Justo al lado de la Feria de Muestras, a donde se puede llegar a pie, no lejos del aeropuerto y bastante lejos del centro de la ciudad, en una pequeña barriada popular de casitas bajas y calles empinadas la cadena Tryp se ha hecho, tras su remodelación, con este hotel que llevaba unos años cerrado. La fachada, de cuatro alturas sobre una generosa planta baja, aparece reconstruida con un revestimiento gris y rota con ventanas cuadradas que se introducen hacia el interior. El resto de la manzana la ocupa un club nocturno, enorme, pero cerrado y un Mercadona. Justo al lado hay una zona de parking del hotel y un parque que le da más luz y amplitud al edificio.


En el chaflán se ha situado la entrada. Sobre ella, toda la pared hasta la cubierta es de cristal. Tres puertas de cristal, de apertura manual. Una de ellas tras una larga rampa. Las otras dos, tras tres escalones. Dentro las paredes interiores forradas en madera brillante, las exteriores, todas de cristal llenando de luz el espacio. A la derecha hay un conjunto de sofás y tresillos en rojo y azul tomados por un generoso grupo de orientales. Una columna central vestida en azul turquesa con algunos dibujitos de peces, estrellas de mar... A la izquierda varios displays con información sobre el hotel, el destino.... Y de frente el mostrador de recepción, en madera, robusto. Tras él dos puestos de trabajo y al fondo en la pared un reloj de agujas y un par de puertas que comunican con un despacho que apenas se llega a ver. La sensación es algo impersonal y fría quizá provocada por los gritos que el responsable del grupo oriental está dando para avisar a la gente de -supongo- su plan para esa tarde noche. 

Sobre el mostrador hay un par de pantallas con información del hotel, algunos folletos, alguna llave de tarjeta y un florero con un curioso adorno floral. Nos atiende un simpático joven que nos entrega rápidamente la llave de la habitación y nos indica todos los horarios y servicios del hotel, proponiéndonos también que nos quedemos a desayunar en el hotel, pero debemos salir temprano. Hacia la derecha, tras media docena de escaleras accedemos a la zona de las escaleras, abiertas sobre un patio hexagonal, en hormigón y barras pasamanos en metal rojizo de aire algo ochentero. Al fondo está el restaurante y la cafetería, ahora apagado, pero antes de llegar encontramos los ascensores. Dos. Antiguos pero remozados. Recubiertos con una pared de espejo, otra con un cartel sobre el programa de fidelización de la cadena y otra con un cartel azul con el pronóstico del tiempo y los horarios de los servicios del hotel. 


Cuando se abren las puertas en nuestro piso, por el patio de la escalera sube un fuerte olor a comida. Desde ese rellano se abren dos pasillos con las habitaciones. El nuestro, hacia la izquierda, acumula en muy poco espacio unas cuantas puertas. Todas ellas en madera clara, con pomo metálico y un cartel en plástico blanco y azul, pegado a la puerta con el número de la habitación. En el nuestro (y en la puerta de al lado) además del número incluye la inscripción "Habitación Premium". 


Tras la puerta, el suelo de granito y moqueta de los pasillos torna a madera en tono algo rojiza limpia y bien cuidada. Paredes pintadas en blanco algo amarillento. A la izquierda unos cuantos interruptores y la ranura para la tarjeta que activa la luz de la habitación. A continuación un espejo de cuerpo entero sobre el que está escrito con rotulador azul "Bienvenido a Valencia". La retroiluminación del espejo llena de luz esa primera entrada, quizá el reflejo en la pared vuelva el entorno demasiado amarillo. El techo, practicable, está algo desvencijado y pintado de otro color más blanco. Desde allí un pasillo de tres o cuatro pasos en el que encontramos a la izquierda la puerta del baño, corredera y de madera oscura, nos conducirá al dormitorio. 

Este se abre completamente hacia la izquierda. Resulta grande, muy amplio, con dos ventanas en la pared frontal. Aquí abajo la puerta de entrada y las casitas que rodean el hotel, pero si levantamos la vista, podemos descubrir allá al fondo los edificios más altos y característicos de la ciudad. Allí delante, justo donde termina el pasillo y entramos en el dormitorio hay un sofa-cama doble tapizado con una tela color vino. Sobre él, un feo cuadro de motivos geométricos. A la izquierda, el display que permite controlar el aire acondicionado, muy eficaz, que encontramos encendido para refrescar la habitación. En su potencia más alta resulta ruidoso, pero en la mínima el ruido apenas se oye.

Del dormitorio destaca la cama grande, doble, blanca con cuatro almohadas y un plaid de color azul verdoso muy liviano en los pies. Es ancha, mucho. Pero corta. A nosotros se nos salen los pies por abajo. Toca dormir en diagonal. Sábanas blancas y edredón nórdico suave. Aparece encuadrada, bajo un cuadro alargado poco agraciado, en un cabecero de color madera oscura con dos zonas en madera blanca a cada lado en la que se colocan las sencillas mesillas de madera oscura sin cajón. Sobre una de ellas el teléfono, un bloc de notas y un bolígrafo y sobre ambas un montón de interruptores para encender o apagar todas las luces de la habitación. También hay un enchufe disponible en cada lado. Sobre las mesillas, ancladas a la pared de madera del cabecero, hay dos lámparas de noche con tulipas en tono crudo insuficientes para la lectura en la cama, pero al menos ayudan a crear una atmósfera algo cálida. A los pies de la cama hay un largo sofá alargado, de piel blanca a modo de maletero. 

Las dos ventanas aparecen protegidas por un visillo y un cortinón en tonos amarillentos. Dispone de una persiana que se sube y baja con una cinta. Una de las persianas para bien la luminosidad de primera hora. La otra, deja pasar bastante luz. Entre medio de las dos ventanas hay un pequeña televisión de pantalla plana.

En el lado izquierdo de la habitación encontramos un armario con tres puertas de techo a suelo en un gris muy claro. En su interior un colgador largo, con perchas antirrobo, una tabla de planchar, su plancha, unas cuantas baldas y un almohadón y ropa de cama de repuesto. Allí mismo hay un aplique de luz en la pared, a juego con las de las mesillas. Y desde ahí empieza un largo escritorio en madera negra con un montón de cosas: una tetera eléctrica, una cafetera Nespresso, una caja de metacrilato con tés, cafés y azúcar, un par de tazas de cristal, una botella de agua de bienvenida, unos frutos secos y unos dulces. Bajo la mesa hay un minibar con un surtido generoso y precios ajustados. En la pared, sobre la mesa, hay dos enchufes para los aparatos electrónicos.

La insonorización exterior es estupenda. Amén de que la zona es tranquila, las ventanas protegen de cualquier ruido. Sin embargo la insonorización interior es terrible. Se escucha perfectamente el pasillo y cualquier ruido que hay en él (especialmente el temprano despertar del grupo de orientales llamando unos a otros a las puertas de las habitaciones). 

El baño es espacioso, quizá algo oscuro. Suelo porcelánico gris y paredes de teselas pequeñas en tonos azules oscuros. Tres puntos de luz sobre el lavabo y uno en la bañera quizá resulten insuficientes, especialmente para el espejo. Frente a la puerta, una estrecha encimera de granito gris recoge un pequeño lavabo redondo, dos vasos de cristal azules, un jarrón con un colorido motivo floral y un artilugio de plástico en el que se coloca un completo juego de amenities (esponja, set dental, de afeitado, peine, gorro de baño...) envuelto en papel de tonos azulados con el logo de la cadena. Bajo la encimera hay una banqueta de plástico blanco y una gran papelera también blanca. Encima de la encimera, un gran espejo. Al lado un bote con el jabón de manos, un secador de pelo de escasa potencia y una caja metálica con un paquete de pañuelos de papel. 

A la derecha de la puerta además del inodoro, junto al que hay una escobilla de baño, en dos perchas se presentan sendos albornoces con zapatillas personalizados para la cadena. En un toallero, dos toallas de lavabo blancas, generosas y nuevas. Aunque dentro de la bañera hay otro toallero este está vacío porque las dos enormes y mullidas toallas de ducha se presentan dobladas sobre la cama, junto a una postal de la ciudad y el logo del hotel. A la izquierda queda la bañera, con una gran separación entre el suelo y su interior, que puede resultar incluso incómoda para las personas de más edad. Una mampara de cristal protege una griferia correcta, termostática y rematada en una gran alcachofa de ducha. Aunque la presión es buena quizá falte un poco de caudal. La temperatura es más que correcta aunque varía un poco a lo largo del tiempo que permanecemos bajo la ducha.

Por la mañana en el mostrador de recepción nos recibe una joven que tiene que llamar a alguien del interior del despacho para que venga, parsimonioso, a sacarnos la factura. Nos pregunta por el minibar y por algún cargo extra, pero también se preocupa de cómo fue nuestro descanso. 

Calidad/precio: 8
Servicio: 6.5
Ambiente: 7
Habitación: 7

Baño: 8
Estado de conservación: 9

Desayuno: 
Valoración General: 7.5

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