lunes, 24 de febrero de 2020

MERCURE MADRID CENTRO (MADRID)

MERCURE MADRID CENTRO (****)
Lope de Vega 49
28014 Madrid

Habitación: 109 - Baltasar Gracián
Fecha de entrada: 15/01/2018
Tarifa: 87€ AD


Junto al Paseo del Prado, a un paso del Triángulo del Arte, del Congreso de los Diputados y del Ministerio de Sanidad. Justo a la entrada del kafkiano "Madrid Central", en una calle estrecha y cuesta arriba encontramos un edificio de cinco alturas, con grandes balcones, algo insulso y con cierto aire "playero sesentero". Delante de la puerta hay un par de plazas de aparcamiento reservadas para llegar en coche. La pequeña fachada está totalmente acristalada dejando ver desde la calle toda la recepción. Un pequeño porche sobre el que se sitúa el nombre del hotel y unas banderas nos deja frente a las puertas de cristal correderas que se abren para dejar salir a un joven y simpático botones que pretende hacerse cargo de nuestro equipaje. 

Nada más pasar la puerta hay dos escalones (y una rampa) que nos dejan en una coqueta y pequeña recepción. A la izquierda hay un espacio con sofás y una enorme pantalla que da la bienvenida a la ciudad. Justo de frente una moderna butaca de piel de grandes dimensiones ubicada sobre una alfombra de color azul redonda. A la derecha hay dos pequeños mostradores, en madera blanca brillante, limpios, exentos, con una pantalla de ordenador en cada uno de ellos. Tras ellos dos jóvenes recepcionistas. Y en la parte de atrás una pared con una librería en la que se presentan libros, algunos jarrones, cerámica... Sobre los mostradores cuelgan un manojo de pequeñas lámparas. Paredes negras contrastan con el suelo de madera clara con aire nórdico. La sensación es cálida y acogedora, y el olor especial. Junto a la recepción, en una mesa baja se ofrecen dos jarras de agua con frutas y un par de frascos con gominolas. 

Sorprende lo limpio y ordenado que están los mostradores. Nos atiende rápidamente una joven que prácticamente chequea nuestro nombre en el ordenador y nos entrega la llave de la habitación, ya preparada y envuelta en un pequeño cartón con el logo del hotel y nos da un par de partes de viajero para firmar. Nos indica la clave del wifi (como en el resto de la cadena) que funciona sin problemas en todo el edificio y el horario del desayuno. 

Volvemos sobre nuestros pasos para ir hacia el ascensor. Hay dos, ubicados en el estrecho pasillo que separa la recepción de una elegante cafetería/salón. Justo frente a estos hay una pequeña sala de reuniones con butacas color pistacho y una pared de cristal. Los ascensores están renovados. Paredes de espejo de arriba a abajo, suelo metalizado, algunos carteles con información del establecimiento. Las puertas se abren en un pequeño recibidor en el que ya encontramos habitaciones y a la derecha e izquierda y hacia atrás corren los cortos pasillos con las pocas habitaciones que hay en cada planta. Suelos de moqueta gris y paredes en gris más oscuro. Puertas de madera con unos carteles en blanco y vino indicando el número de la habitación y el nombre del escritor al que está dedicada. La nuestra, 
al pensador aragonés Baltasar Gracián. Junto a la puerta, a la izquierda, queda la salida de emergencia y a la derecha una boca antiincendio algo descomunal. 

Una vez dentro, el suelo torna madera nueva, gris clara. Paredes en vescom blancas y mucha luz. La climatización está apagada y hace un poco de frío, aunque el de la calle es brutal. Un pasillo se abre hacia la derecha y un poquito hacia la izquierda, por detrás de la puerta, para acoger allí un pequeño armario de madera con dos cajones y algunos remaches dorados sobre el que cuelga un espejo enmarcado a juego. Casi enfrente de la puerta de entrada queda la puerta de cristal del baño. Y al lado dos interruptores para la luz, que resulta, en general, algo fría. 

Un par de pasos más adelante entramos en el dormitorio dejando a la izquierda un moderno display digital de sencillo manejo para el aire acondicionado que funciona muy eficaz y silenciosa, con modo automático. Y a continuación otra puerta de madera blanca que nos introduce en el dormitorio.

Este es generoso de tamaño. Y de aire nuevo y moderno. A la derecha en una pared elegante como acolchada en tela color cruda se encuentra incrustada la pantalla de televisión. A continuación una generosa mesa de trabajo, sobre la que hay algunos folletos del hotel (room service, servicio de masajes...) y una bandeja con una máquina de café Nespresso con cápsulas, azúcar y algunos vasos. Sobre ella hay un cuadro con un retrato de Baltasar Gracián y algunas frases suyas, enmarcado con un marco de corte clásico. En la pared dos enchufes para los aparatos electrónicos. Bajo la mesa un par de cajones, la papelera y una silla tapizada en tela algo dorada de bajo respaldo.

Al fondo está la ventana. De dos hojas, en aluminio blanco con un vinilo hasta media altura para proteger algo más la intimidad desde la calle, ya que da a la misma puerta del hotel, justo encima de la puerta del garaje. Cubierta por un fuerte foscurit y unos visillos marrones que atrapan bien la luminosidad exterior.

Bajo la ventana hay una butaca orejera, cómoda, y tapizada también en tela algo dorada. Delante, una mesa de centro baja con patas metálicas también doradas y un pequeño centro de flores secas.

La cama resulta impactante. Nueva. Vestida en blanco con cuatro almohadas de distintas durezas y dos cojines azules oscuros. El cabecero en ante azulón hasta casi el techo. Edredón nórdico suave, enfundado en una sábana de elegantes rayas. A cada lado sendas mesillas. Una redonda, y otra rectangular. Ambas con la mesa de madera a juego con el resto del mobiliario y patas doradas oscuras. Sobre ellas un teléfono, el block de notas, un bolígrafo y el mando de la tele. Interruptores para apagar todas las luces y un enchufe a cada lado. Sobre las mesillas hay además sendos brazos finos y negros dirigibles con una potente luz de lectura en la cama. 

La luz general de la habitación se compone de tres puntos en el techo, aunque el resultado quizá sea demasiado frío. Porque además es todo o nada encendido. La insonorización hacia fuera es brutal. La calle no se escucha y eso que la Castellana está ahí al lado. Pero hacia dentro es bastante mejorable y se escuchan demasiado los ruidos de la habitación contigua (despertador, ducha...).  

Todo el conjunto resulta nuevo y moderno. Igual que el baño. Más ancho que profundo. Gres gris en el suelo. Paredes también en gris con alguna zona de baldosas de imagen retro. Luminoso y nuevo. A la izquierda está el moderno inodoro, con la cisterna empotrada y un moderno pulsador. Al lado, una banqueta de plástico, y dos colgadores en los que se ofrecen sendos albornoces, blancos, nuevos y mullidos. 

De frente a la puerta una encimera moderna, generosa, de porcelana blanca y patas de metal negro. Lavabo estrecho, poco profundo y ancho con un grifo moderno monomando. A su lado una bandeja con el set de amenities (champú, gel, leche corporal, peine, set dental y gorro de baño). Al otro lado un par de vasos de cristal y una caja de pañuelos de papel. En la pared frontal hay un enorme espejo que genera algunas sombras. En uno de los laterales un espejo de aumento extensible. De la encimera cuelgan dos toallas de lavabo y bajo la misma hay una papelera, dos enormes toallas de baño, generosas y mullidas y un secador de pelo.

A la derecha queda la cabina de ducha, protegida por una mampara de cristal casi hasta el techo. El suelo, en porcelana blanca resulta agradable, y la grifería, moderna distingue un grifo pequeño direccionable como de teléfono y un rociador superior de efecto lluvia. Tanto caudal como presión y temperatura resultan formidables. En un asidero interior se ofrece la alfombrilla de ducha. 

Por la mañana, en el salón contiguo a la recepción se ofrece un correcto desayuno buffet. Mesas redondas algo incómodas. Surtido generoso con algún toque sorprendente. Zumos de frutas, fruta fresca, platos calientes, dulces crujientes, yogures, panes recién hechos, excelente café de máquina. La variedad está algo ajustada, porque no hay demasiado espacio, pero la calidad es óptima, y la servilleta, de tela.

En la recepción el trámite de salida es bastante rápido. Nos preguntan por el minibar y poco más.

Calidad/precio: 8.5
Servicio: 9
Ambiente: 9
Habitación: 8.5

Baño: 9
Estado de conservación: 9
Valoración General: 9

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