lunes, 16 de marzo de 2009

HOTEL HIBERUS (ZARAGOZA)



HOTEL HIBERUS (*****)
Paseo de los Puentes 2
50018 Zaragoza
Telf: 876.542.008
Fax: 876.542.009

hotelhiberus@palafoxhoteles.com
www.palafoxhoteles.com

Habitación: 120
Fecha de llegada: 10/03/09
Tarifa: 110€ (Alojamiento y Desayuno)

Junto al nuevo palacio de Congresos de la ciudad, en el antiguo recinto de la Expo2008, al pie mismo de las avenidas de entrada a la ciudad y de la estación del AVE, y no lejos del centro, se levanta en la misma orilla del río Ebro un edificio de cristal, acero y un color verde incalificable que bien valdría llamarse Verde Hiberus en la carta de Pantones.

Nada más cruzar el nuevo puente del Tercer Milenio sobre el río encontramos el hotel, visible desde muchos puntos de la ciudad. Una enorme explanada algo desangelada nos permite dejar el coche en la misma puerta. Puerta a la que sale un mozo para saludarnos, darnos la bienvenida, y hacerse cargo de nuestro equipaje y del coche. Tras las puertas correderas el espacio se hace inmenso y luminoso. Madera clara en el suelo, con apariencia de recién cortada, techos altísimos, luz natural por todos rincones y un amplio y quizá demasiado minimalista mostrador de recepción.

Cuando Rafael, a quien sólo veíamos de ciento a viento en el Hotel Palafox, te saluda con un "bienvenido señor Andreu" y cuando una señora de la limpieza se acerca a pedirte disculpas porque va a encender un aspirador al fondo del inmenso hall y quizá haga algo de ruido ya ves que te encuentras casi como en tu casa. Los trámites en recepción son sumamente rápidos. Basta con el DNI con el que operan a velocidad de vértigo. Y enseguida Raquel nos está acompañando con nuestras maletas hacia los ascensores. Enormes artilugios de acero y espejo, silenciosos, rápidos, limpios y bien iluminados nos conducen a los pasillos de las habitaciones. Estos se abren después de un amplio recibidor con un mural de inspiración bélica que se reproduce también en la tarjeta con la que se abren las puertas. Los corredores son rectos, largos, con luz natural al fondo de cada uno de ellos y con unas lamas abriéndose a la recepción, por las que también entra la inmensa luz aragonesa conseguida a golpe de Cierzo.

Moqueta verdosa en el suelo, para amortiguar los pasos, y todas las puertas enrasadas con el pasillo en ese verde Hiberus. La puerta se abre por aproximación de la tarjeta. Dentro más luz todavía. Un ancho pasillo de moqueta gris y paredes de madera del mismo verde corporativo. A la derecha un gigantesco espejo de cuerpo entero, y a la izquierda además del minibar con una zona para las copas y la puerta del baño encontramos el amplísimo armario que se abre presionando la puerta hacia dentro. Bien vestido con baldas, cajones y perchas, y sobre todo con una caja fuerte con enchufe dentro, lo que permite dejar los gagdets tecnológicos a buen recaudo y además aprovechar para cargarles la batería. Buen detalle!.

Tras otra puerta que todavía aisla más la habitación del pasillo, ya de por si aislado, nos damos de bruces con la luz. Moqueta azul en el suelo para un dormitorio sorprendemente amplio. A la derecha una estrecha y larga estantería recorre la pared. Sobre ella un bade y colgando de la pared un enorme plasma de 42´con sistema Ambient, que permite proyectar una luz tenue alrededor de la pantalla para darle más intimidad a la habitación y mejorar la visión. A la izquierda de la entrada entre dos mesillas amplias y bien dotadas de enchufes, interruptores y fantásticas lámparas de lectura direccionables y frías, encontramos la inmaculada cama, que merece comentario aparte.

Y al fondo, toda la pared es un enorme cristal al río. A la derecha el puente del Tercer Milenio, a la izquierda el Pabellón Puente, un poco más allá las torres del Pilar y aquí debajo a nuestros pies el majestuoso Ebro. Entre la cama y el ventanal hay una mesa baja, amplia, con varias revistas y un puñado de bombones. La mesa se completa con dos increíbles sillones del sueco Arne Jacobsen, absolutamente deliciosos para trabajar, leer o descansar sobre sus envolventes respaldos. Hay enchufes en varios sitios de la habitación, internet por cable y wifi gratuito.

La cama no tiene palabras. El colchón resulta mullido, envolvente, acogedor, con un punto de calidez jamás probado. La lencería sublime, impecablemente suave y limpia, igual que el juego de cinco almohadas de distintas durezas y materiales para elegir el que sea más acorde a nuestro descanso. Desde la mesilla se manejan todas las luces, incluidas unas luces de cortesía de noche que hay bajo las mismas para poderse levantar por la noche sin molestar demasiado al compañero de habitación. También en la mesilla están los interruptores para bajar la persiana y el estor que cierra por completo el paso de luz de la ventana. El aire acondicionado funciona a la perfección de forma silenciosa y automática. La insonorización hacia dentro es colosal, y hacia fuera ya nos gustaría que hubiera sido menor para poder escuchar el rumor del río.

El baño sigue jugando con la luz y el blanco. Dispone de tres zonas separadas por puertas de cristal decoradas con vinilos. En el espacio central el lavabo con dos pilas, un enorme espejo y un espejo de aumento para el afeitado y maquillaje. Un pequeño armario alberga unas descomunales toallas y un juego de albornoces en blanco y verde hiberus. Quizá todo este derroche de luz, espacio y felpa no se vea compensado con unas amenities adecuadas. El set es formidable: jabón, champú, gel, afeitado, dental, tissues, bastoncillos... y su presentación más que correcta en blanco y verde, pero quizá el hotel esté pidiendo algo más "lujoso".

A la izquierda de este espacio tras una puerta de cristal encontramos el inodoro y el videt en una zona que quizá haya quedado algo estrecha. Todo lo contrario que a la derecha donde encontramos un espacio "para el agua": bañera por un lado y ducha por otro, con el atractivo de una enorme alcachofa situada en el techo por la que sale agua con caudal, presión y temperatura envidiables. Después del descanso en la cama, la ducha energizante para empezar el día. Si a esto le añadimos que la pared que separa el baño de la habitación es de cristal, cerrada por unas cortinas automáticas que se suben y bajan desde el baño con unos interruptores, podemos disfrutar de una ducha de agua y también de luz.

Por la mañana en un luminoso salón con un brutal mural de Pepe Cerdá con motivos vegetales disfrutamos de un buffet variadísimo, de alta calidad, y en el que destaca especialmente una cocina abierta y visible en la que preparan en al acto los productos más típicos de la zona (huevos revueltos, migas, morcillas, longanizas...). En recepción todo son preguntas por el descanso y nuestra opinión y ayuda para continuar el viaje.

Calidad/precio: 10
Servicio: 10
Habitación: 9.5
Baño: 10
Estado conservación: 9
Valoración General: 10

2 comentarios:

Toni dijo...

Impresionante, sí señor.

Francisco Miranda dijo...

El que quiera hacer espionaje industrial no tiene más que alojarse ahí para tomar nota.