miércoles, 12 de octubre de 2022

HOTEL VERSALLES (GRANJA DE ROCAMORA - ALICANTE)

HOTEL VERSALLES (***)
Avenida Juan Carlos I 105
03348 Granja de Rocamora (Alicante)

Habitación: 106
Fecha de entrada: 07/09/2022
Tarifa: 50€ (SA)
 
A la entrada de la población, a pie mismo de la carretera, rodeado de algunos solares todavía sin construir, en un edificio exento, rectangular, de tres plantas recubiertas de placas de hormigón y con una enorme H con tres estrellas en su tejado hallamos este establecimiento hotelero. En su misma puerta encontramos dos plazas de aparcamiento para vehículos eléctricos, y algunos otros huecos para estacionar nuestro vehículo. Junto a la puerta, de aluminio blanco y cristal hay un rótulo con el nombre del hotel al que le falta una letra. 

Tras la puerta accedemos a un espacio rectangular con paredes en color rojo chillón, suelos de mármol y techo muy alto. A la derecha hay un espacio con media docena de butacas cuadradas con cojines en tonos rojos, algo desordenados, algunas plantas y enormes ventanales a la calle que lo llenan de luz, pese a estar protegidos por unos estores de tela de color amarillento. A la izquierda, justo antes de las escaleras, encontramos un pequeño mostrador, de madera blanca con detalles dorados y molduras. Sobre él una contundente mampara de metacrilato y una lámpara de metal y tulipa en tono crema. Una joven sale de una puerta ubicada tras las escaleras, que están allí mismo y viene a atendernos. Nos pide el nombre y apellidos y el número de DNI y lo anota en una hora de registro que luego nosotros firmamos. En cuestión de segundos está hecho el check in y nos entrega un pequeño llavero de plástico rojo en forma de tarjeta, con una llave normal. Nos explica que al wifi, que funciona correctamente, hay que conectarse con una sencilla contraseña. 

La sensación, aunque es moderna y cuidada, sobre todo destaca por ser demasiado kitsch, y algo calurosa porque el aire acondicionado no termina de actuar con eficacia. Seguimos de frente hacia el ascensor, de puertas metálicas y con paredes llenas de marcas de adhesivo de los carteles que se han ido colgando en las paredes. En ese momento siguen colgados algunos carteles con orientaciones y recomendaciones sobre el Covid. Las puertas se abren, un piso más arriba ante un pasillo de luces frías, que se encienden automáticamente con detectores de presencia, y suelo de porcelana en color arena. A mitad de pasillo, como descolocada, hay una repisa con algunos folletos y revistas.

En la puerta, de madera con molduras, encontramos unos números en bronce que indican el número de la habitación. Además, algo baja, hay una cerradura metálica en color bronce. Tras abrirla caemos directamente en el dormitorio, de generoso espacio. El suelo sigue siendo de porcelana color arena y las paredes, pintadas en blanco, tienen bastantes marcas y desconchones de golpes del equipaje de otros clientes. Sobre la puerta está el aparato -exento- de aire acondicionado, que encontramos ya encendido para refrescar el espacio. A la izquierda hay un interruptor para la luz y una ranura para que una tarjeta -que ya está insertada- active la energía. La decoración resulta de nuevo algo kitch y la iluminación bastante fría.

A la izquierda, bajo dos feos cuadros de motivos vegetales sin marco, se ofrece un sofá-cama tapizado en un feo color salmón bastante envejecido y desgastado. A continuación comienza un largo cabecero de madera con algunos detalles de marquetería contra el que se empotra la enorme cama. Esta, ofrece un colchón de buen calibre de látex, que resulta cómodo una vez que uno se adapta a la sensación que este tipo de materiales produce (cuando te tumbas parece que se queda tu figura marcada) y aparece vestida simplemente con una sábana, algo justa de tamaño y de escasa prestancia. Se ofrecen además dos almohadas. A cada lado de la cama hay sendas mesillas, de tres cajones en cada una y tapa de cristal. Encima de ellas hay interruptores para apagar las luces y sendos enchufes para cargar los aparatos electrónicos, y sobre una de ellas encontramos el mando a distancia para manejar -de forma sencilla- el aire acondicionado Por encima del cabecero hay un cuadro abstracto bastante feo y dos pequeñas lámparas de forja con tulipas de color verdoso que son las únicas que consiguen dar a la habitación un cierto tono cálido. 

En la pared del fondo encontramos el armario ropero, del mismo estilo que el resto del mobiliario. Dos puertas correderas de espejo ofrecen en su interior dos baldas y dos colgadores con perchas normales de todo tipo, forma, color y tamaño (plástico, metal, finas, gruesas, de madera...). A su lado, y hasta la puerta del baño, hay un estrecho y largo escritorio recubierto con cristal, con una zona de cajones y una lámpara de pie metálico con tulipa de color crudo. En él se presenta un teléfono negro algo deteriorado y el mando a distancia de la televisión. Sobre él, en la pared, hay colgada una fea composición en forma de olas de color rojo, y un par de enchufes para recargar nuestros aparatos electrónicos. Bajo él una incómoda silla de madera color crudo y tapizada en color marrón.  

El silencio exterior es absoluto, pero la insonorización interior resulta escasa. Aunque el hotel es tranquilo, escuchamos los pasos en el pasillo, las voces en las habitaciones contiguas, las duchas de las habitaciones cercanas. La luz del pasillo se cuela por la rendija inferior de la puerta. 

Si la habitación resulta kitch y algo fría, el baño todavía más. A pesar de ello es nuevo, pero le falta algo de mantenimiento. El suelo es el mismo que el del dormitorio, las paredes aparecen recubiertas en porcelana blanca y el techo, practicable, en blanco con un par de puntos de fría luz.. A la izquierda encontramos una encimera de forma irregular en granito blanco con el lavabo, en porcelana blanca, empotrado. Junto a él, un bote blanco de plástico es el dispensador del jabón de manos. Bajo el lavabo hay una gran papelera de plástico y una banqueta metálica. Sobre él, un espejo generoso enmarcado con azulejos en blanco y azul. A continuación, y hacia la cabina de ducha, que ocupa todo el fondo, dos colgadores metálicos redondos a distinta altura ofrecen dos toallas toallas blancas de baño de tamaño algo escaso y dos de manos. Todas ellas de calidad más que correcta. 

En el lado derecho del baño sobre el inodoro de cisterna exenta hay otra ventana de cristal traslúcido y aluminio blanco, con mosquitera y vistas mismo patio interior que la habitación. El fondo lo ocupa la cabina de ducha protegida por una mampara de tres hojas correderas. El suelo, de pequeñas teselas en blanco está bastante deteriorado. La grifería, monomando y moderna se remata con una regadera en forma de teléfono que ofrece una adecuada presión, caudal y temperatura. En una sucia balda de madera blanca se ofrece un bote grande de champú de una marca comercial. 

Por la mañana, la persona de recepción debe estar ocupada atendiendo el desayuno así que dejamos la llave sobre el mostrador, como indica un cartel en la puerta, y nos vamos.

Calidad/precio: 
Servicio: 6
Ambiente: 5
Habitación: 6
Baño: 6
Estado de conservación: 4
Desayuno: 
Valoración general: 6

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