miércoles, 23 de abril de 2008

PETIT PALACE CANALEJAS (SEVILLA)



Petit Palace Canalejas (**)

Canalejas, 2

41001 Sevilla

Telf: 954.226.400

Fax: 954.210.773


can@hthoteles.com


Habitación: 206
Fecha de entrada: 22/04/08
Tarifa: 85€ (Sólo Alojamiento)


El nombre del hotel tiene tres palabras, y al menos dos son verdad absoluta: Petit y Canalejas. El hotel está situado en la calle Canalejas. A un minuto a pie del centro comercial de la ciudad y a tres minutos de la Plaza Nueva, Catedral... En el número 2 de la Calle Canalejas, delante del mítico y taurino Tryp Colón cerrado por reformas desde hace un par de años.


La otra verdad es que es Petit. Todo es pequeño. La entrada, la recepción, la sala de estar, el salón de comedores, la escalera, el ascensor, los pasillos, las habitaciones y baños. Todo es súmamente pequeño. Lo de Palace podríamos discutirlo. Si entendemos que disponer de un ordenador y wifi gratis es un palacio, vale; si entendemos que disponer de una magnífica ducha es un palacio, vale; si entendemos que un minibar gratis bastante bien surtido es un palacio, vale... Pero por lo demás, un poco más de lo mismo.


Una puerta de cristal de agresiva apertura nos abre a un minipatio con azulejos típicos andaluces y una escalera que puede ser salvada con una silla engarzada en un rail, para un minusválido. Sin embargo su visión nada más entrar resulta ciertamente agresiva. La recepción es pequeña. Apenas el mostrador y espacio para tres o cuatro personas. La gestión en el mismo es lenta y poco afectuosa.


A través de un pequeño ascensor ascendemos a las plantas de forma pentagonal, de pasillos enmoquetados en naranja y paredes crudas que combinan con el blanco inmaculado de las puertas. Todo ello con vistas a un pequeño (todo es Petit) patio interior al que también dan algunas habitaciones.


Tras la puerta de la habitación un ingeniero ha diseñado el mínimo espacio para que quepa todo sin rozarse entre sí, pero la estancia resulta francamente pequeña incluso para una sola noche. Una pareja con equipaje para varios días debe tener problemas hasta para guardar la maleta. La moqueta en tonos grises contrasta con el blanco de armario, mini escritorio, camas, mesillas y cortinas. El otro color de la habitación es el naranja, para la infernal silla de plástico absolutamente inestable, para el pie de cama y para el techo y armario del baño.


Casi hay que pedir permiso para pasar hasta el fondo de la habitación, hecho que resulta imposible de hacer si el armario está abierto. Las dos camas de la habitación se han vestido con un confortable colchón y tres almohadas de distinta dureza, tamaño y forma, pero con unas sábanas excesivamente ásperas. Aún así el descanso en la cama está garantizado. Luces sobre la mesilla y lámparas de lectura enfocables bastante potentes. Las mesillas se sitúan excesivamente bajas y están incorporadas al mueble que forma la cama, de letal riesgo para los pies en el piecero: debido al poco espacio que hay es difícil no darse un golpe con la punta del dedo gordo del pié en una madera que nadie espera que exista.


El AC funciona a las mil maravillas. Es un poquito ruidoso, eso si, pero en pocos segundos la habitación está enfriada. Lo peor es que no dispone de la opción Auto, con lo que uno debe optar por la noche entre correr el riesgo de pillar una pulmonía con el enorme chorro de aire frío que lanza, acabar pasando calor o levantarse un par de veces a refrescar la habitación y que luego vuelva a calentarse.


Más molesto resulta el escaso aislamiento de las paredes de la habitación que nos retransmiten en directo y casi en volumen natural el llanto de un bebé, el tecleteo sobre un ordenador, la ducha del vecino o el lujurioso sonido de una pareja amándose.


La habitación dispone de un pequeño mirador típico andaluz con enormes ventanales a la calle. El asilamiento es óptimo pero la apertura es imposible. Las ventanas nuevas (situadas dentro de la habitación) acaban chocando con los rieles de las cortinas, y acabas poniendo en juego la estabilidad de los mismos, pero una vez conseguida su apertura vemos que las viejas ventanas de forja necesitan de una manivela especial para ser abiertas. Imaginamos que la manivela la tendrán las señoras de la limpieza, porque si no, no sabemos cómo se ventilarán las estancias. Las ventanas laterales son súmamente estrechas para que un foscurit pueda funcionar con lo que la luz exterior entra en la habitación con fuerza.


Al pie de la cama se nos ofrece una televisión de plasma colgada de la pared con un mando a distancia de complicado uso y una estrecha y corta mesa de trabajo, con una lampara de diseño, un portátil y enchufes para la red y para la corriente. Wifi gratuito. Bajo la pequeña mesa una papelera de diseño estrambótico y junto a todo ello un armario ropero de la medida justa de una chaqueta de ancho y no más de 1.90 de alto. El armario alberga también una caja fuerte y un minibar gratuito con refrescos, aguas y zumos.


El baño limpio y luminoso: paredes de cristal blanco, suelos blancos y techo anaranjado. Buena iluminación que prende a la vez que un ruidoso extractor que se carga parte del encanto que podría tener. Un lavabo situado sobre un armario color naranja con un hueco donde se colocan unas pocas amenities (champú, gel, jabón, gorro de ducha y peine), un secador de pelo, un inodoro y una ducha con puertas de cristal correderas. El espejo -el único de la habitación- es excesivamente estrecho e incómodo porque queda en un lateral del lavabo, muy pegado a la puerta. Hay que afeitarse con la puerta abierta porque si no es complicado girar el codo.


Las toallas son abundantes y correctas sin más pretensiones. Pero la ducha es descomunal. Sin duda uno de los grandes descubrimientos del hotel. Un potente espacio presidido por una columna con ducha, "teléfono" y una hilera de chorros a lo largo del cuerpo. Presión, caudal y temperatura excelente.



Calidad/precio: 7.5

Servicio: 7

Habitación: 5

Baño: 8

Estado de Conservación: 9

Valoración General: 7.5

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