martes, 18 de noviembre de 2008

HOTEL MAYDRIT (MADRID)



HOTEL MAYDRIT (****)
Piragua 1
28042 Madrid
Telf: 911.969.200
Fax: 911.969.222

hotelmaydrit@h-santos.es
www.h-santos.es

Habitación: 229
Fecha de entrada: 17/11/08
Tarifa: 75€/noche (Sólo Alojamiento)

A pocos metros del aeropuerto, y casi al pié de la Nacional II, el grupo Hoteles Santos abre su tercera insignia en Madrid. O hace demasiado poco que lo ha abierto, o la verdad es que el hotel les ha quedado frío, frío, frío. Lo primero que sorprende es que todo el perímetro del pequeño jardín que rodea el edificio está protegido por unas verjas como de obra. Bordeando toda la manzana encontramos la puerta principal. Una enorme puerta giratoria, de arranque "algo asesino" se abre ante una pequeña zona de parking.

La recepción es enorme. Amplísima, de techos muy altos y suelos negros de mármol como el mostrador de recepción. Maderas oscuras en las paredes. Pero tan grande y tan vacía. Terriblemente vacía. A la derecha de la entrada una zona con unos sofás en el rincón sobre una peluda alfombra. Lo demás, bastante desangelado. Tanto como el trato en el mostrador. A volver a meter los datos, aunque al menos esta vez no nos piden la tarjeta de crédito. Por fin, después de mucho hablarle al ordenador, y nada a nosotros, nos dan la llave. Por un todo-acero-inoxidable-ascensor, al que sin duda le falta el toque de un espejo en alguna de sus paredes, subimos hacia las plantas.

La salida del ascensor se hace a un diminuto rellano en el que no pueden esperar más de dos personas con sus maletas. Por una puerta estrechita entramos en el estrecho y largo pasillo de las habitaciones. Colores amarillentos y mucha luz, contrastan con un suelo cubierto por una moqueta de colores oscuros. Los números de las habitaciones están colocados junto a las puertas sobre coquetos dibujos de edificios famosos de Madrid.

Tras la puerta descubrimos luz y espacio. Suelos de agradable madera oscura, paredes claras. Un pasillo deja a la izquierda el armario, bien vestido y con puertas correderas de espejo, y a la derecha la puerta del baño. El armario alberga una caja de seguridad, pero al abrirse esta, y tratar de correr la puerta del armario, golpea estrepitósamente con el canto de la puerta de la caja. Falta por desbloquearle el mecanismo de apertura automática. Un poco más adelante el sobrado espacio para el dormitorio.

Un larguísimo maletero-armario-minibar-escritorio nos ofrece un sitio donde trabajar bajo luces no del todo óptimas. Silla confortable de piel blanca y enchufes para el ordenador. Wifi gratuito en todo el hotel, aunque su señal es baja en algunos pisos e inexistente en otras zonas. Sobre el escritorio se acumulan de forma un poco "tosca" algunos sobres con el cuestionario de calidad y con la papelería del hotel (folios, sobres...). El minibar huele a rancio, y sobre él, colgada de la pared, un enorme plasma con televisión y radio.

Detrás del escritorio, enorme, la cama. Blanca, con un cabecero también de piel color crudo. Increíble edredón nórdico envuelto en sábanas fantásticas. Cuatro almohadas de distinta dureza y espesor, combinan a la perfección con un fantástico colchón que favorece el reparador descanso. Junto a la cama las mesillas, con curiosos interruptores para apagar todas las luces y un enchufe para el móvil. Un poco separado, una mesa baja redonda, y una butaca de descanso. Al fondo una estrecha y larga ventana con vistas a la puerta principal.

La insonorización no es muy buena hacia fuera, y se escuchan algunos de los aviones que despegan del aeródromo madrileño, pero está peor conseguida hacia adentro, y se escucha el pasar de otros clientes por el pasillo. El aire acondicionado funciona bien pero resulta demasiado ruidoso y acaba cansando la cabeza. Las cortinas no terminan de correr del todo, por lo que la luz de la mañana entra en la cama, aunque durante toda la noche, molesta la terrible lámpara de emergencia situada quizá demasiado cerca del dormitorio y demasiado lejos de la puerta.

En el baño continúa el agradable parquet oscuro en el suelo, y maderas claras en las paredes, pero al no tener elemento de calefacción, por la mañana resulta fresquete. A la derecha una bañera, a la izquierda el bidet, el inodoro y una estupenda cabina de ducha en esquina. Enfrente una encimera de cristal con dos lavabos de espectacular grifería. Potencia, caudal y temperatura resultan excelentes en los lavabos, pero más aún en la cabina de ducha, de puertas de cristal correderas.

Las toallas resultan increíblemente grandes y suaves. Con el logo de la cadena cosido en etiquetas de tela. Por contra el set de amenities es algo escaso: pañuelos, gorro de baño, peine y pastilla de jabón. El gel y los champús se presentan en botecitos cuyo orificio de salida es más pequeño de lo normal (más propio para bote de colonia) por lo que hay que apretar mucho en el bote para que salga el gel por tan pequeño orificio.

El servicio de habitaciones resulta sorprendentemente caro, quizá porque no hay otras alternativas cercanas, pero aunque su calidad es discutible, su eficacia y rapidez, son dignas de mención. Por la mañana la salida resulta más de lo mismo. Algo del minibar, pues a pagar. Adiós. Del frío del mostrador, al invernal frío de la mañana en la capital.

Calidad/precio: 8.5
Servicio: 5.5
Habitación: 9
Baño: 8.5
Estado de Conservación: 9.5
Valoración General: 8.5

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