jueves, 26 de junio de 2008

LAS CASAS DE LOS MERCADERES (SEVILLA)



Las Casas de los Mercaderes (***)
Alvarez Quintero 9-13
41004 Sevilla
Telf: 954.225.858
Fax: 954.229.884

www.intergriuphoteles.com/mercaderes/es
mercaderes@casasypalacios.com

Habitación: 111
Fecha de Entrada: 25/06/2008
Tarifa: 87€ (Sólo alojamiento)

En el mismo centro histórico de Sevilla a dos manzanas de la Giralda detrás de la Plaza San Francisco y junto al Salvador encontramos este pequeño patio encolumnado decorado en albero y rojo y con suelo de mármol italiano que acoge un puñado de habitaciones más enfocadas al viajero de turismo que al hombre de negocios.

Una amplia recepción que abre al encantador patio, decorado con incómodas sillas de mimbre nos recibe de noche con una calurosa, agradable y rápida bienvenida. Los trámites nos resultan más cortos que de costumbre, las habitaciones ya están asignadas y los enormes llaveros dorados adjudicados. La simpática Daniela nos alegra la llegada.

Por un moderno ascensor ascendemos al primer piso del claustro que da al patio rematado con una cristalera de vivos colores. Tras las enormes puertas de la habitación, rematadas con clásicos pomos encontramos un espacio rectangular más que respetable, pero que va necesitando una reforma que empieza a ser urgente.

La moqueta en tonos rojizos y alberos -como toda la decoración del hotel: cortinas, colchas...- se presenta bastante pisada. Descolorida en algunas zonas. En otras el suelo se presenta extrañamente elevado, como si se hubiera hecho una obra y al tirar los tabiques no se hubiera alineado el suelo. La estancia dispone de lo necesario:

Dos estrechas y cortísimas camas de 1.80 (algo que debería estar prohibido, viendo la altura de las nuevas generaciones) vestidas con sábanas confortables pero decoradas con colchas algo pasadas de moda. La cama tiene ruedas que no están bien ajustadas por lo que con cualquier movimiento algo violento en la cama, esta se separa del cabecero de madera decorado con dibujos y tallas clásicas. Sendas mesillas encuadran las camas y sobre una de ellas un teléfono antiquísimo y algo deteriorado.

Frente a la puerta un enorme armario ropero con puertas de espejo. Delante de él hay colocado un sofá para el descanso y la lectura. Junto a la puerta, un escritorio con una banqueta terriblemente incómoda para trabajar. Aunque hay interruptores que no sirven para nada (uno con un dibujo de una TV, otro que debió ser el hilo musical...) no hay más que un enchufe en toda la habitación, situado junto a la puerta del baño: lejos del escritorio, lejos de la mesilla, lejos de todo. El wifi es gratuito pero sólo está disponible en recepción y en el patio que hace las veces de sala de estar-cafetería. En las habitaciones incluso es escasa la cobertura de Movistar y el GPRS no llega.

A los pies de la cama un maletero, el minibar bastante anticuado y una televisión sobre él. Los interruptores de la luz son muy antiguos, y la luz en general es penosa para la lectura y carente de carácter e intimidad. La ventana da a un estrecho, oscuro y angosto patio interior (con el sol que está cayendo fuera). El aire acondicionado es bastante silencioso pero también bastante potente. Enfría que es un primor y como no incluye la opción "auto", es necesario apagarlo cada poco para evitar la pulmonía. Por las cuatro rendijas de la puerta se cuela la luz, y a primera hora de la mañana se escucha fuertemente la ducha de la habitación de al lado.

El baño necesita igualmente una reforma. Alicatado en baldosa blanca hasta el techo con una pequeña cenefa de corte árabe en el remate superior, y baldosa ocre en el suelo. Su luz, todo o nada, es más propia para un convento que para un hotel con encanto. Los sanitarios son algo antiguos y la grifería se puso antes de la Expo del 92 sin duda alguna. El lavabo carece de encimera y aunque se ha colocado una repisita de cristal encima de él y debajo del espejo resulta poco espacio para dejar los útiles mínimos de aseo personal.

Las amenities se presentan en un bonito estuche. Son escasas. Tan sólo gel, champú, pastilla de jabón y peine, pero están fabricadas para el hotel por la prestigiosa casa Etro. Toallas abundantes pero asperas y algo viejas. Si es escaso el caudal y la presión en el lavabo, en la ducha es sumamente escaso. Al menos la temperatura es la correcta.

En la salida, no nos preguntan por el minibar, y nos preguntan si la habitación ha estado a nuestro gusto. Sin duda lo mejor del hotel: su equipo humano.

Calidad/precio: 6.5
Servicio: 8.5
Habitación: 6
Baño: 4.5
Estado de conservación: 5.5
Valoración general: 6.5

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