martes, 11 de enero de 2022

HOTEL AC CARTLON (MADRID)


HOTEL AC CARTLON (****)
Paseo de las Delicias 26
28045 Madrid

Habitación: 210
Fecha de entrada: 28/10/2021
Tarifa: 110 (AD)

A dos manzanas de la estación de Atocha, en una esquina del bullicioso Paseo de las Delicias encontramos un edificio de inspiración clásica, en chaflán, con reminiscencias clásicas: mástiles -sin banderas- en lo alto, un enorme mural en el chaflán central y un baldaquino en la entrada donde una puerta giratoria nos recibe con unos cuantos carteles que nos avisan del peligro de caernos con los escalones que hay tras ella. Los bajamos con cuidado y caemos sobre la recepción. Es muy tarde y está bastante oscura. Suelo de mármol negro, paredes también. A la derecha el poderoso y largo mostrador de recepción. A la izquierda se abre un amplio espacio que deja un paso hacia los ascensores entre una barra de bar, ya apagada, de forma semicircular y unas cuantas sillas y mesas que invitan a la tertulia y al descanso. Luces tenues y puntuales que nos preparan para el descanso.

Tras el mostrador, bastante limpio de cosas, hay un par de puestos de trabajo. Protegidos por mamparas de metacrilato. Sólo uno ocupado. Nos atiende un recepcionista bastante rápido y eficaz. Le damos el nombre y nos pide los tres últimos dígitos del DNI y nos entrega enseguida la tarjeta que abre la puerta de la habitación. En un folio nos imprime un cuadradito con la clave del wifi que es gratuito y funciona bastante eficazmente en todo el hotel. Y nos indica que el desayuno, por culpa del virus tiene limitaciones de aforo y hay que reservar el tramo de media hora en el que queremos bajar. Lo anota y nos desea buenas noches.

Giramos ciento ochenta grados y una vez superada la barra del bar encontramos al a derecha los dos ascensores de puertas metálicas. Demasiados carteles con instrucciones sobre el virus. El interior no es demasiado grande, luz tenue, algunos carteles con servicios e información del hotel y las puertas que se vuelven a abrir en un pasillo que corre a derecha e izquierda. Luces puntuales junto a las puertas de las habitaciones. Suelo de gruesa moqueta azulada, paredes en vescom también azulado, rodapiés de madera clara y brillante igual que las puertas, de hechuras antiguas y con llamativo pomo dorado. Metemos y sacamos la tarjeta y el pestillo se desbloquea. 

Dentro una peculiar habitación. Suelo de madera bien cuidada, techo también de madera en un largo pasillo que nos lleva hasta una puerta corredera de cristal opaco tras la que está el dormitorio. Antes de él, a la izquierda hay un enrome espejo que ocupa toda la pared de techo a suelo. A la derecha, además de los interruptores y la ranura para meter la tarjeta hay un poderoso armario de madera a modo de vestidor entre el que se abre un pasillito que nos lleva hasta a puerta corredera del baño. En él encontramos un módulo con cajones, una repisa y un espejo que sube hasta el techo. A la izquierda una zona de puertas correderas con varias baldas, y un par de colgadores -de perchas normales-. También hay una potente tabla de planchar y una plancha, y en el suelo, sobre la caja fuerte, una bandeja con un hervidor y unos servicios de café y té. 

La sensación general es de clásico renovado y bastante cuidado. La temperatura adecuadamente cálida, porque la noche fuera está fría. Aún así el aire acondicionado funciona de manera ruidosa. Se maneja desde un sencillo display con dos mandos de subir y bajar la temperatura y otro de encendido y apagado que hay junto a la cama. 

Un paso más adelante y atravesando la puerta corredera llegamos al dormitorio. De generoso espacio. Casi cuadrado. En la pared del fondo destacan dos ventanas, una pequeña y otra muy grande, cubiertas por unos visillos en azul oscuro. Carpintería de aluminio y persianas de las de toda la vida. Vistas al ruidoso Paseo de las Delicias. A la izquierda la pared aparece alicatada en madera hasta media altura y desde ahí en vescom azul hasta el techo. Un escritorio de madera con el frontal en negro. Bajo él una papelera negra y una silla también de madera entelada en terciopelo azul. Varios enchufes disponibles, una lámpara de mesa con pie metálico y tulipa en tono claro. A la derecha, sobre el minibar correctamente surtido, aunque de precios elevados, una cafetera Nespresso con unos cuantos servicios de café y un par de botellas de agua de cortesía. Entre el minibar y la ventana, un amplio maletero de madera. Cuelga de la pared una generosa televisión plana.

Hacia la derecha, y a los pies de la cama, encontramos una mesa redonda de centro en cristal negro sobre la que está el mando a distancia de la televisión. A cada lado sendas butacas de piel en tono verdoso. Justo detrás queda la enorme cama. Blanca, con gran colchón muy cómodo y cubierta con un suave nórdico y agradable lencería. Cuatro almohadas también blancas con un ribete negro a cada lado. Todo el conjunto se encuentra empotrado contra un cabecero de madera de lado a lado de la pared. Sobre la cama hay otro cabecero en terciopelo oscuro. A cada lado de la cama sendas mesillas reducidas a una mera balda que imita el mármol negro. Sobre una de ellas el teléfono y sobre otra un bloc de notas y un bolígrafo. Sobre ambas, enchufes disponibles y sendas lámparas metálicas con tulipas en blanco. En cada una de ellas además hay un brazo dirigible con un foco para la lectura en la cama. El juego de luces es bastante cálido aunque quizá falte algo más de iluminación en la zona del maletero. 

El descanso se hace sencillo por la comodidad de la cama y por el aislamiento interior del hotel. Sin embargo la carpintería de aluminio se ve desbordada desde temprano por la mañana por el pesado trafico del Paseo de las Delicias.

El baño, una vez atravesado el armario-vestidor, es antiguo pero perfectamente renovado. Mármol color arena en el suelo y en las paredes. A la izquierda, además de un radiador que caldea la estancia, hay una estrecha encimera blanca con el lavabo de escasa profundidad. Grifería nueva monomando situada en un lateral de la encimera. Sobre ella, y colgando de la pared un generoso espejo bien iluminado por unos puntos de luz ubicados en el techo. Bajo el lavabo, en un par de baldas de madera se ofrecen las amenities de baño: set dental, pañuelos de papel y gorro de ducha. Sobre la encimera una pastilla de jabón y en un rincón de la bañera tres botecitos blancos de gel, champú y acondicionador. Todos ellos con un precinto metálico en su interior que a resulta complicado de abrir. A cada lado del espejo un secador de pelo potente y un espejo de aumento para el afeitado o maquillaje.

A la izquierda de la puerta, el inodoro, exento. En la pared en la que se ubica, hay un teléfono negro. Frente a la puerta, la bañera. Protegida con una mampara de cristal fija. Dentro grifería moderna rematada en una ducha de teléfono y un rociador de efecto ducha con excelente caudal, presión y temperatura. A los pies de la bañera, la alfombrilla de baño, un colgador con dos toallas de ducha generosas y de buena calidad, igual que otra toalla de manos que se ofrece colgando de un lateral de la encimera del lavabo. 

Por la mañana en un oscuro comedor con enormes ventanales a la calle, todavía oscura, se sirve un amplio desayuno buffet con un surtido y calidad envidiables: platos calientes (huevos, bacon, tortillas, vegetales), fiambres, quesos, jamón, variedad de panes y crujiente bollería, churros, zumos, lácteos, frutos secos y varias máquinas de café Nespresso. Al entrar en el comedor nos indican que, por el covid, es necesario usar unos incómodos guantes de plástico -de esos de gasolinera- para coger los alimentos.

Después, en el mostrador de recepción, al tener ya pagada la estancia, la atención es mecánica, pero al menos es rápida: pregunta por el minibar, entrega de la factura y nos vamos.

Calidad/precio: 8
Servicio: 8
Ambiente: 7.5
Habitación: 8
Baño: 9.5
Estado de conservación: 8
Desayuno:  8.5

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