miércoles, 19 de abril de 2023

AC HOTEL AVENIDA DE AMÉRICA (MADRID)

AC HOTEL AVENIDA DE AMÉRICA (***)
Cartagena 83-85
28028 Madrid

Habitación: 315
Fecha de entrada: 11/01/2023
Tarifa: 125 (SA)

Un feo edificio exento, ocupando toda una manzana, con una alta planta baja en mármol y cristal, y cuatro alturas a partir de ahí, en ladrillo marrón oscuro color chocolate, con grandes ventanas con persianas de las de antes, rematado en el tejado con un enorme cubo verde con el logotipo de la cadena. Todo ello a las mismas puertas de Madrid centro, en la entrada por la Avenida de América en el popular barrio de Guindalera. Calles estrechas rodean el hotel con comercios, cafeterías... Delante del establecimiento la estrecha acera de la calle y justo delante un espacio para que los vehículos puedan descargar a los viajeros.  

La puerta entrada, automática de cristal, queda en la misma calle. Al acercarnos, un cartel indica que hay que llamar a un timbre para que desde dentro nos abran. Enseguida se abren las puertas y accedemos a una cálida recepción de techos bajos y madera natural en suelo y paredes. Varias butacas quedan a la derecha, para la espera y la tertulia, junto a unas neveras que ofrecen agua (a la venta). De frente, pasamos junto a un sofá redondo, en terciopelo gris con un árbol en el centro, y otro sofá a juego antes de llegar al largo mostrador de recepción. Un potente bloque de mármol, con el logotipo de la cadena en un extremo, tres puestos de trabajo bien separados y varias luces colgantes quizá a demasiada baja altura. En la parte de atrás, una estructura de pequeñas repisas a modo de librería en la que se combinan algunos libros (los hay, sobre todo novelas, por toda la recepción) y algunas plantas. 

Una joven nos atiende amablemente y os agradece la fidelidad a la cadena. Nos indica que por ello va a tratar de buscarnos una habitación algo mejor y hace varias llamadas para encontrar cual está ya preparada. Encuentra una que estará lista en cinco minutos, así que termina el proceso de registro, nos explica los horarios del hotel, el funcionamiento del wifi -con una contraseña sencilla- que funciona sin problemas en todo el establecimiento, y nos invita a sentarnos en alguna de las butacas del hall hasta que la habitación esté lista. En cinco minutos nos avisa que ya lo está y nos entrega un cartoncillo con dos tarjetas para la habitación. 

Giramos sobre nuestros pasos y, camino del tranquilo restaurante, encontramos, junto a un carro de madera con algunas macetas, los dos ascensores. Puertas metálicas automáticas, interior amplio, con suelo de moqueta, paredes algunas de madera y otras de espejo, algo oscuro, botonadura metálica, un cartel con la carta del restaurante y otro con información del hotel. Las puertas se abren en un generoso distribuidor con pasillos algo estrechos y oscuros a derecha e izquierda con moqueta verde oscuro, paredes en gris marengo y luces indirectas que contrastan con los marcos y puertas en blanco. 

La puerta se cierra pasando el suelo a ser de madera natural algo vieja pero relativamente limpia y cuidada. Un pasillo largo y estrecho ofrece a la izquierda la ranura para activar la luz, la puerta de cristal del baño. Justo antes de llegar al dormitorio, donde el espacio se agiganta considerablemente encontramos el display de manejo del aire acondicionado. Está algo desvencijado, pero funciona correctamente, aunque con algo de ruido, gracias a un botón de selección de potencia y una rueda para la temperatura. Paredes en vescom crudo y alto rodapié en marrón. 

El largo dormitorio ofrece en el lado derecho varios módulos de vescom crudo enmarcado en madera oscura. En uno de ellos, justo a los pies de la cama, un enorme televisor de pantalla plana. A continuación un largo y estrecho maletero de patas de madera y tapizado en piel gris, un escritorio de madera con un bade anclado al mismo, una silla tapizada en oscura,  una lámpara de trabajo en metal con tulipa cruda y una papelera con distintos espacios para separar la basura y favorecer el reciclaje. Sobre la mesa se ofrecen dos botellitas de agua de cortesía. 

En la pared del fondo, protegida por unas cortinas en color arena clara y un foscurit están las dos ventanas de aluminio oscuro, con vistas a la calle trasera del hotel y con persianas de las de antes (de cuerda) que aíslan por completo la estancia de la luz, del frío y del ruido exterior. Sin embargo, el ruido interior podría mejorar un poco. Pese a la tranquilidad el hotel se escuchan algo voces en el pasillo y ruidos en las habitaciones cercanas. 

En el lado izquierdo, junto a la ventana encontramos un confortable sofá doble tapizado en marrón con dos cojines en negro. Delante, una mesa ovalada de mármol. Allí también encontramos la cama. Enorme. Quizá el colchón, en uno de los lados esté demasiado trabajado, pero en en general, resulta confortable. Vestida con una limpísima sábana blanca y cuatro almohadas de distinta dureza con un elegante ribete en gris, aparece empotrada contra una pared de capitoné en piel marrón. Incrustado en él a ambos lados hay interruptores para las luces, enchufes normales y USB y dos discretos reflectores de luz para la lectura desde la cama. A cada lado sendas mesillas de pata metálica y plato redondo en mármol. Sobre ellas sendas lámparas de noche de tulipa color crudo. En una de ellas el teléfono, moderno, típico de la cadena, un bloc de notas y un pequeño bolígrafo; en la otra el mando a distancia de la tele, y una bolsita de caramelos de anís con una tarjeta del director. 

Al lado de la cama, en la pared restante encontramos un amplio armario abierto, sin puertas. En un módulo encontramos el minibar, bastante bien servido aunque de precios algo caros. Por encima una cafetera Nespresso con un par de servicios de café y te, y varios snacks a la venta. En los otros dos módulos, un colgador alto en el que encontramos un albornoz con sus zapatillas, y una cajonera sobre la que está la caja fuerte y la bolsa de la lavandería. 

El baño resulta amplio. Muy del estilo de la cadena. Suelo y paredes en mármol verde. A la derecha, tras la puerta el inodoro y el bidet, y un par de pequeñas perchas metálicas para colgar ropa y dos portarrollos de papel higiénico.

A la izquierda, una encimera de silestone blanco sostenida por patas negras de metal acoge un metálico lavabo con grifo monomando. Bajo ella una papelera metálica y un armarito con ruedas en el que encontramos una toalla de baño y otra de lavabo y un secador de pelo. Sobre ella, además de un par de vasos de cristal, hay un amplio surtido de amenities: set dental, de afeitado, gorro de ducha, una pastilla de jabón de glicerina... todo ello en elegantes bolsas individuales blancas preparadas para la cadena. Por encima, un espejo hasta el techo, y al lado de este, un espejo redondo de aumento. Dos puntos de luz sobre el lavabo, que hacen sombra delante del espejo y uno más en el centro del techo. 

En la parte frontal encontramos una generosa cabina de ducha, toda en blanco, con una suave porcelana. Mampara y puerta de cristal, y una impresionante grifería que incluye un rociador de teléfono y otro de efecto lluvia. Se manejan desde un monomando y aunque la temperatura, el caudal y la presión son más que colosales, no conseguimos hacer que el agua salga por el rociador grande, por lo que nos quedamos sin probarlo. Anclados a la pared hay una jabonera metálica y tres botes marrones con grandes pegatinas blancas que dispensan champú, gel y acondicionador.

Por la mañana en la salida simplemente nos preguntan por el minibar. Y adiós.

Calidad/precio: 7
Servicio: 8.5
Ambiente: 8.5
Habitación: 8
Baño: 8
Estado de conservación: 7.5
Desayuno: 
Valoración general: 8.5

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