miércoles, 1 de julio de 2020

EUROSTARS BOUTIQUE SEVILLA (SEVILLA)

EUROSTARS BOUTIQUE SEVILLA (****)
Abades 41 43
41004 Sevilla
Habitación: 207
Fecha de entrada: 8/11/2019

Tarifa: 

Un palacio restaurado, en el mismo corazón de la ciudad, en una estrecha calle a la que resulta incluso complicado acceder en coche. Una fachada pintada en granate. Cuatro alturas y pocas ventanas diseminadas de forma irregular por las fachadas. La puerta está casi en la esquina del edificio, justo donde comienzan las calles peatonales que en dos pasos nos dejan a los pies de la Giralda. 

Las puertas de cristal, correderas automáticamente con el logotipo del hotel se ubican tras un gran portal de puertas de madera permanentemente abiertas. Nos dejan en la recepción. Un espacio pintado en blanco con luces algo amarillentas, techo alto y negro del que cuelga una bola de luz en color marrón oscuro. Suelo negro, al igual que la zona de mostradores de recepción. La sensación, pese a la fría noche es cálida y acogedora. Quizá notemos un extraño olor a humedad al fondo. 

A izquierda hay una mesa de centro con unas flores y una puerta cubierta con una sugerente foto nocturna de la Giralda. A la derecha queda el serio mostrador de recepción, separado en dos por una gruesa columna. Los dos puestos de trabajo, uno a cada lado quedan como encajados en sendos cubículos de techo bajo y decorados en la parte trasera con una pared almohadillada en piel negra como de capitoné. Sobre los mostradores algunas informaciones del hotel y las pantallas de los ordenadores. Una joven nos atiende simpática. Rápidamente nos entrega un sobre con la llave del hotel y alguna información comercial sobre paseos de la ciudad. Nos pide el DNI que copia rápidamente sobre un papel. No nos dice nada del desayuno pero si nos explica la clave del wifi que es veloz y gratuito por todo el establecimiento. Agradecemos la rapidez sobre la exhaustividad de las explicaciones dado lo avanzado de la noche. 

Frente a la puerta de entrada hay cuatro escalones que hemos de subir. A su izquierda hay una pantalla con vídeos de otros hoteles de la cadena. A la derecha hay un elevador de metal y cristal, algo aparatoso, para que las personas con movilidad reducida puedan salvar esa diferencia de nivel. Antes de llegar al patio (con el techo cerrado con una cristalera) sobre el que gira todo el hotel encontramos a la izquierda un bonito carro portaequipajes de factura clásica. Suelo de porcelana negra muy brillante recibe un bonito patio cuadrado, moderno pintado en tonos crudos y negros como una versión moderna de un clásico patio andaluz. Un arbolito en el centro, plantas, sofás, butacas, mesas de centro, pequeños rincones para la lectura o la tertulia. Varias salas de estar, el salón de desayunos y bajo la escalera, majestuosa, una pequeña barra de bar de corte clásico inglés con capitoné negro. Toda la decoración es a base de grandes cuadros abstractos muy coloristas y de figuras taurinas del mismo estilo. Todo ello supuestamente a la venta, da un toque moderno a rompedor al espacio, ya de por si curioso. 

En un extremo, junto a una puerta abierta que da a la escalera de incendios y a unos aseos, se encuentra el ascensor, moderno, impecablemente cuidado, de puertas automáticas negras. Botonadura nueva. Espejos a ambos lados. También hay puertas a ambos lados. Cuando estas se abren en el primer piso abierto al patio encontramos nuestra habitación allí mismo. Una gran puerta negra con números grandes metálicos colocados en vertical sobre la misma. 

Introducimos la llave en la cerradura y allí mismo se abre la habitación. Descomunal. Cuadrada. Con un techo a casi 7 metros de altura rematado con un espectacular artesonado en madera bajo el que hay una bonita cenefa de escayola con decoración clásica. En la pared de la puerta hay dos vanos a modo de ventana. Uno, a tres metros de altura como una vidriera con cristales de colores y motivos heráldicos. Con un mando que hay sobre el escritorio se puede bajar automáticamente una persiana para evitar la luz exterior (del patio) durante la noche. El otro vano queda casi a ras de suelo y se trata de otra descomunal ventana con vistas al pasillo del hotel, es decir al patio. Ninguna de las dos ventanas son practicables, y no hay por tanto ninguna ventilación hacia el exterior. La ventana que da al patio aparece protegida por un foscurit claro y una cortina blanca ambos colgando de una barra metálica. Lástima que la tela sea corta y queden a ambos lados rendijas por las que se cuela bastante la luz del exterior durante la noche. 

Suelo de cuidada, limpia y brillante porcelana negra. Paredes pintadas en marrón claro, salvo la del cabecero de la cama que está pintada en negro y en la que se apoya un gran cabecero de capitoné en terciopelo de color verdoso rematado con una discreta lámpara metálica alargada, más decorativa que otra cosa. El espacio es descomunal. La sensación es de calma, majestuosidad y amplitud. Cierta elegancia en tonos algo oscuros, quizá falte algo de color más vivo. La temperatura adecuada y la iluminación quizá algo escasa para un espacio tan grande. 

A la izquierda de la puerta encontramos un minibar exento sobre el que hay un jarrón con flores artificiales blancas. El surtido del mismo es adecuado, aunque no hay bebidas alcohólicas y los precios son algo caros. A continuación un largo escritorio de madera negra de corte clásico y elegante. La parte superior está protegida por un cristal y sobre él se acumulan una lámpara de mesa de color plata, folletos e información sobre el hotel, sobre el servicio de habitaciones, un servicio de masajes y al final una bandeja de cortesía con varios servicios de café y té y máquinas (de Nespresso) para prepararlos. Bajo la mesa, una papelera metálica negra y una silla clásica en torno verdoso plateado  no demasiado cómoda para trabajar. Sobre la mesa hay varios enchufes disponibles para los aparatos electrónicos y colgando de la pared un cuadro en blanco y negro con escenas de cine.  Junto al escritorio, en un carro de metal y cristal una gran pantalla de plasma con un lector de DVD debajo y dos discos con Forrest Gump y una colección de clásicos del cine. Además algunas revistas de estilo de vida. 

En la pared del fondo encontramos un maletero de metal y tiras de tela negra junto a un enorme armario exento en color negro y de líneas clásicas. En su interior, que puede iluminarse con una lámpara de led alargada encontramos la caja fuerte, la bolsa de la lencería, una tabla de planchar, una plancha, varias perchas normales de distintos formatos, un colgador largo y varias baldas. En una de ellas encontramos un par de albornoces y sendas zapatillas de baño. Junto al armario hay una lámpara moderna de color negro y un par de cuadros con fotos de actores de cine. Al lado una gran butaca tapizada en terciopelo morado. 

A los pies de la cama hay un gran sofá tapizado en morado, sobre una alfombra redonda en tono arena. La cama es grande, hecha con la suma de dos colchones, aunque las juntas apenas son perceptibles en el medio. Cuatro almohadas de distinto grosor, tamaño y dureza y dos pequeños cojines también en morado. Un nórdico suave en blanco. Todo muy confortable. A los pies un plaid también en morado. A ambos lados de la cama hay sendas mesillas de madera en tonos verdes metálicos con cajones. Sobre cada una de ellas unas lámparas de noche de cristal y tulipa de color plata. Quedan demasiado lejos de la cama y la luz no es suficiente para poder leer o trabajar desde la misma. Sobre una de ellas el hotel ofrece un libro de relatos editado por la cadena. Sobre la otra un pequeño bloc de notas, un bolígrafo y un teléfono. Sobre ambas, interruptores para apagar casi todas las luces de la habitación. Lástima que no haya enchufes disponibles y tengamos que desconectar las lámparas de noche para poder cargar cerca de la cama los aparatos electrónicos. 

A la derecha de la puerta, encontramos la ranura para introducir la tarjeta y activar la luz y el display del aire acondicionado, que resulta poco claro. Aunque su funcionamiento es muy efectivo y silencioso. Una columna retranqueada en la pared sirve de elemento decorativo a una zona, junto a la ventana que da al pasillo con otra butaca morada y una mesa de centro en tono plateado con una pequeña flor. 

El descanso es fácil ya que el hotel es silencioso. La insonorización interior (a excepción de los baños) es formidable. Y la exterior colosal al no haber ventanas a la calle. Lástima que entre la luz de emergencia que hay sobre la puerta y la que se cuela por el vano que da al patio, no se consiga una oscuridad total. 

Si la habitación era grande, el baño no le va a la zaga. Se mantiene el mismo suelo de porcelana negra aunque con baldosas más pequeñas. Alicatado hasta media altura y el resto pintado en blanco. A la izquierda encontramos una larga encimera sobre la que se recogen dos grandes lavamanos exentos en porcelanta blanca. Dos grifos elegantes que quedan demasiado cerca de la tina por lo que apenas queda hueco para lavarse las manos. Cuelgan de la encimera dos barras metálicas con sendas toallas de mano. Entre los dos lavabos, en una bandeja de porcelana blanca algo cascada se ofrece las amenidades de baño: dos botes de champú, dos de gel y uno de crema hidratante, un jabón de manos y un gorro de ducha. Todo ello de la marca Aroma de Ibiza propio de la cadena. Dos vasos de cristal y un espejo de aumento completan el espacio. Encima de la encimera se ofrece un enorme espejo hasta el techo. Bajo ella en unas baldas un secador de pelo de generosa potencia y dos mullidas toallas de bañera que completan el set de lencería. Todo ello con el logotipo de la cadena, en blanco y bien cuidado. 

A la derecha se ofrece una espectacular bañera exenta de corte antiguo con una grifería moderna. El conjunto es realmente impactante porque a su lado encontramos una enorme cabina de cristal que recoge la ducha. En su interior, un grifo termostático algo complicado de manejar y una regadera efecto lluvia anclada en el techo. La presión, el caudal y la temperatura son excepcionales. Lástima que el sumidero no trague suficiente agua y por debajo de la puerta acabe cayendo el sobrante de agua encharcando gran parte del baño. Junto a la ducha hay una ventana de aluminio blanco y cristal opaco que deja pasar la luz exterior. Quizá la iluminación pudiera ser más efectista, especialmente en la zona de la ducha. Bajo la ventana hay un inodoro y un bidet. 

En un pequeño salón abierto al patio se ofrece por las mañanas el desayuno. Un gran surtido de platos calientes (huevos revueltos, salchichas, chorizo, bacon...), fríos (jamón, chorizo, pavo, variedades de quesos...) zumos, bocadillitos, cereales, bollería crujiente, donuts, diversos tipos de lácteos... acompañados de un café que se sirve en una ruidosa máquina pero de buena calidad. 

Después, en la recepción se acumula el trabajo y hemos de esperar pacientemente hasta que nos toca el turno de decir que nos vamos. Nos preguntan por el minibar y con una sonrisa nos ofrecen ayuda para continuar el viaje. 

Calidad/precio: 
Servicio: 8
Ambiente: 8
Habitación: 8
Baño: 8
Estado de conservación: 9
Desayuno: 8

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