miércoles, 24 de diciembre de 2008

HOTEL TORREMANGANA (CUENCA)



HOTEL TORREMANGANA (****)
San Ignacio de Loyola 9
16002 Cuenca
Telf: 969.240.833
Fax: 969.240.832

reservas@hoteltorremangana.com
www.hoteltorremangana.com

Habitación: 322
Fecha de entrada: 16/12/08
Tarifa: 75€/noche (Sólo alojamiento)

Muy bien situado para acceder a él desde la entrada de la ciudad por la carretera de Madrid, y no lejos del centro histórico y comercial de Cuenca, el Torremangana pasa por ser el hotel más clásico de la ciudad. En una de las rondas interiores y a un paso del cauce del río, encontramos un enorme edificio recubierto de placas metálicas blancas y roto por numerosas ventanas protegidas por viejos y caducos toldos de colores marrones.

Un pequeño jardín donde se encuentra la terraza de la cafetería nos conduce hasta la puerta principal. Tras ella, un curioso lobby. Amplio, de suelo irregular de piedras como de mosaico, paredes con elementos decorativos en piedra y un rincón con plantas iluminadas. El mostrador de recepción es grande, curvo y atendido correctamente. Llegamos tarde. Muy tarde. Los trámites son fugaces. Ni tan siquiera piden el DNI. Nos entregan la llave de la habitación ya preparada de antemano y después solucionan nuestras dudas sobre la zona y la ciudad.

Arrastramos la maleta por el irregular piso hasta el ascensor. Recubierto de maderas con molduras y fotos del hotel y su restaurante resulta a todas luces estrecho y pequeño. Poco más de dos personas con poco equipaje podrá transportar en cada viaje. La estrechez del elevador contrasta con la amplitud brutal de los rellanos y de los pasillos. Colores claros y moqueta en tonos verdes demasiado sucia y demasiado vieja para amortiguar pasos, ruedas y ruidos. Puertas grandes de color blanco.

Tras la puerta suelo de parquet de lamas pequeñas haciendo cuadritos. Muy desgastado y rayado. A la izquierda, una puerta blanca corredera para acceder al baño. A la derecha pared de color verde oscuro hasta el dormitorio. Allí tonos oscuros, algo pasados de moda. Maderas muy oscuras en cabecero, escritorio, maletero, armario empotrado (con espejos incrustados en algunas puertas) y mesillas. Una butaca se sitúa junto a la moderna cortina de tonos grises que oculta la ventana, protegida por una pesadísima persiana, con vistas a la puerta principal y la protección de un viejo y sucio toldo marrón.

En el escritorio no hay enchufe para la corriente. Si que hay en las mesillas, pero queda demasiado lejos de la mesa. El wifi es de pago, zona ADSL de Telefónica. Sobre la mesa un plasma negro más que correcto. Bajo él un minibar con un amplísimo surtido que incluye varios zumos de última generación de Solan de Cabras (no en vano es una de las compañías más importantes de la zona, así que habrá que hacer patria).

Las camas resultan pequeñas. No llegan al 1.90 de largas. La lencería es correcta y el colchón permite el descanso. Aparecen recubiertas por unas horteras colchas de rayas oscuras. Y sin embargo sólo se visten con una leve manta. Algo escaso para la fría noche conquense, especialmente cuando el aire acondicionado no obedece a la función de auto, y aunque produce calor y no demasiado ruido no para en toda la noche. Quizá es culpa de su viejo -aunque simple y sencillo- display. Aunque la persiana cierra el paso de la luz exterior, las juntas de la puerta dejan entrar la de los pasillos, y especialmente las voces de los vecinos, sus pasos por el pasillo, portazos...

Tras la puerta corredera accedemos al baño. Reformado hasta la puesta al día, todavía deja ver algunos detalles de un pasado caduco y rancio como la encimera estrecha de mármol con un frontal de formica color anaranajado. Lavabo pequeño y grifo algo roído acompañan un cestillo donde se presentan las amenities, especialmente preparadas para el hotel, pero centradas en peine, jabón, gel y champú. El suelo de grandes baldosas color arcilla resulta agradable para el pie descalzo. Inodoro y bidet al fondo de la estancia, y una bañera protegida por antihigiénicas cortinas de tela.

Presión, caudal y temperatura son correctas, aunque la grifería haría sospechar lo contrario. Las toallas son abundantes pero algo estrechas para la categoría de cuatro estrellas y especialmente pasadas de moda con aquellas bandas color marrón con el nombre del hotel que recuerda a los hoteles de los años 80.

Por la mañana en recepción única preocupación, el minibar, hasta con desgana porque ni se levantan de la silla para preguntarlo. Adios.

Calidad/precio: 6.5
Servicio: 7
Habitación: 6
Baño: 7
Estado de Conservación: 4.5
Valoración General: 6

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