sábado, 31 de mayo de 2008

MESON DEL CID (BURGOS)



Mesón del Cid (***)
Plaza de Santa María 8
09003 Burgos
Telf: 947.208.715
Fax: 947.269.460

mesondelcid@mesondelcid.es
www.mesondelcid.es

Habitación: Enrique II - 205
Fecha de Entrada: 30/05/2008
Tarifa: 68€ (Alojamiento y desayuno)

Meterte en la cama viendo delante de tí la fachada principal de la Catedral de Burgos ya de por si merece la pena. El encanto que ello produce es más que suficiente para reservar una habitación en este hotel. Pero no sólo de encanto vive el hombre, y el establecimiento presenta importantes aspectos negativos.

Al estar situado frente a la misma Catedral, el acceso a él resulta complicado e intrincado. Arrastrar las maletas por las empedradas calles burgalesas es todo un reto y más si llegamos en día lluvioso. Tras sortear múltiples escaleras hasta en la misma puerta del hotel accedemos a la recepción. Espartana, castellana, con aires antiguos, algo desordenada y destartalada.

De nuevo el pesado trámite de registros con fotocopia incluida de la documentación. El trato es tan serio y espartano como corresponde a una Castilla fría y dura. Nos entregan las llaves de la habitación y son tarjetas perforadas de estas que ya hace años que cayeron en desuso. Por un moderno pero pequeño, oscuro y lento ascensor ascendemos a las habitaciones.

En un estrecho pasillo rematado en una galería repleta de flores se abren lo que llaman "Aposentos Reales". Sobre cada una de las puertas hay una pequeña tarjeta de papel, amarillenta por el paso del tiempo que indica con grafías medievales el nombre de la habitación -cada habitación dedicada a un rey- y el número. Suelos de gres rojizo cubiertos por una alfombra alargada. Algunos muebles rústicos y puertas castellanas con manivelas que no hacen juego con el esto de la decoración.

Tras la puerta encontramos el mismo suelo de gres rojizo y un estrecho y escaso recibidor que aloja el armario y la puerta del baño. Al armario le faltan baldas, y le sobra un altillo de compleja utilización. A continuación encontramos el dormitorio. El espacio es amplio. Zócalo de madera y paredes en color amarillo claro y granate. Un escritorio en ángulo entre el balcón y una ventana. Lamentable iluminación para trabajar, pero wifi gratuito (con poca intensidad de señal) y enchufe cercano. Bajo el escritorio, el minibar. Junto a la ventana, un armario cajonero que no hace juego con el resto del mobiliario sostiene la televisión (de las antiguas).

Al otro lado del balcón una mesa camilla redonda con una destartalada silla para sentarse a disfrutar de la vista de la Catedral.

Dos cabeceros de forja negra rematan dos camas anchas pero increíblemente cortas. 1,80 metros. Colchón muy blando y somier de muelles recubiertos por unas sábanas agradables y limpias. Entre las dos camas hay un armarito anclado a la pared con todos los interruptores de la luz, un enchufe, una lámpara orientable para la lectura, un viejo hilo musical, que todavía funciona y una extraña puerta abatible que recoge un antiguo teléfono plegable, todavía en uso.

El descanso se hace difícil por la especialmente breve longitud de la cama, pero además, pese a que las ventanas se presentan decoradas con unos visillos de ganchillo y unos portillos de madera, la luz entra por las juntas que no cierran del todo. También se escuchan con facilidad los ruidos de las habitaciones de al lado y el despertar temprano de algunos peregrinos que deciden ducharse antes de arrancar con su etapa.

La puerta del baño es del mismo corte que resto de puertas del establecimiento: Castellanas, de madera oscura, recias. La manivela del exterior hace juego con la puerta, la del interior sin embargo es moderna.

El baño es estrecho. Sumamente estrecho. Tanto que resulta complicado sentarse en el inodoro ya que las rodillas golpean con la bañera. Dispone de un enorme lavabo mal anclado a la pared, un inodoro, un bidet y una gran bañera. Paredes de mármol gris blanquecino y sanitarios de color marrón claro. Grifería dorada antigua que funciona a la perfección. Sobre el lavabo un espejo circular iluminado por dos apliques colocados a ambos lados y una repisa con las amenities, escasas y de poca calidad (tissues, gel/champú, dos pastillas de jabón, un peine y una gamuza lustrazapatos).

Tanto la temperatura como el caudal son absolutamente increíbles. Lo mejor del hotel. Una ducha a esa presión es sin duda la mejor recompensa después de una mala noche o de una dura etapa del Camino de Santiago. Lástima que las toallas, sean de pequeño tamaño y de escaso secado. Seguramente los muchos lavados que han visto, las han ido desgastando.

Por la mañana un modesto desayuno buffet que se sirve en un edificio anexo en un salón algo desangelado ofrece suficientes y variadas viandas, de una calidad más que aceptable. Lástima el café que es simplemente asqueroso, especialmente si en aquella infernal máquina seleccionamos "Cortado". Un consejo para el viajero: pulsar café solo, y completarlo con la leche que se ofrece al lado.

La despedida algo más cordial que la llegada, pero igualmente espartana.

Calidad/precio: 6
Servicio: 6
Habitación: 4
Baño: 6.5
Estado de conservación: 5.5
Valoración general: 6

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