miércoles, 6 de septiembre de 2023

HOTEL MIRANDA & SUIZO (SAN LORENZO DEL ESCORIAL - MADRID)


HOTEL MIRANDA & SUIZO (***)
Floridablanca 20
28200 San Lorenzo del Escorial (Madrid)

Habitación: 315
Fecha de entrada: 19/06/2023
Tarifa: 

En el corazón de la histórica villa, a veinte pasos del Monasterio ,en una tranquila calle adoquinada, con algunos árboles encontramos este clásico edificio de cuatro alturas con balcones con rejas casi ocupados por enormes aparatos de aire acondicionado. Los toldos y los árboles proveen de sombra a las personas que se sientan en la larga terraza que ocupa toda planta baja del hotel a la que se abre, trans grandes ventanales de madera una cafetería de corte clásico con mesas y sillas de madera y terciopelo rojo. Un toldo cuadrado en blanco con letras doradas con el nombre del hotel nos indica la puerta de acceso al establecimiento.

Bajo el toldo, dos escalones, para acabar tirando de una puerta de madera y cristal con un pomo dorado que nos conduce por un pasillo ubicado entre la cafetería (a la izquierda), y el comedor y unas escaleras con barandilla dorada (a la derecha) hasta el mostrador de recepción, que queda empotrado en la pared, a la izquierda. Un mostrador de madera, con algunos folletos del hotel, una pantalla de ordenador, algunos cuadros eléctricos detrás y un joven que nos atiende amablemente. Apenas nos pide los datos y nos entrega un folio para firmar el bienvenida, y nos da una cartulina amarilla con el número de la habitación escrito a rotulador grande, algunos datos del hotel y dos tarjetas blancas sin personalizar para abrir la puerta. Nos recomienda que dejemos una en el cajetín para que no se apague el aire acondicionado si salimos de la habitación...

Giramos sobre nuestros pasos y encontramos, en el hueco que queda bajo la escalera una antigua centralita de teléfonos, a su lado una mesa en la que se ofrece una bebida de cortesía (agua con hielo y algunos cítricos) y a continuación el modernísimo ascensor. Su interior, en metal gris y espejo aparece reluciente y moderno, con un par de carteles -algo manoseados- que informan sobre el servicio de desayuno del hotel. Las puertas se abren tras un pitido a un estrecho pasillo de madera cubierto casi en su totalidad por una larguísima alfombra clásica en tonos rojizos y crudos. A la derecha ventanas protegidas por visillos y a la izquierda, paredes en vescom amarillo algo anticuado y puertas de madera de pino con algunas molduras. Manivelas doradas.

Tras la puerta caemos directamente en el espacio de la habitación. Aunque todo está cuidado, la sensación es de cierto destartalamiento. La cama no encaja con el cabecero, la mesa tampoco... Un espacio rectangular, con cuidado y limpio parquet en el suelo, paredes pintadas en color claro. A la izquierda de la puerta, y pegado a su marco encontramos un viejo minibar -con llave- vacío, con una tabla atornillada encima sobre la que se presenta una pequeña televisión de pantalla plana. A su lado, un bonito y labrado escritorio de corte clásico algo rococó recubierto por un cristal y con varios cajones vacíos. Sobre el mismo un teléfono. Debajo una silla de madera trabajada y tapizada en tela roja. Sobre la mesa, cuelga de la pared un espejo de madera rojiza a juego con ella. 

Entrando a la derecha, encontramos la estrecha puerta de acceso al baño, del mismo estilo que la del dormitorio. A continuación una fea caja con el cuadro eléctrico a la vista, unos carteles enmarcados con medidas de seguridad y salidas de emergencia y un cuadro de motivos vegetales. En el espacio que queda hasta la pared del fondo se ofrece un formidable armario empotrado con dos puertas brillantes. En su interior una larga barra colgadora con media docena de perchas antirrobo. En la parte central, sobre una cajonera se ancla una caja fuerte. La mitad de la pared del fondo está ocupada por un balcón, con cierre de los antiguos, que no termina de encajar, de madera y cristal algo sencillo, protegido por sendos portillos de madera que tampoco terminan de encajar en sus cierres. El ruido de la calle se cuela con facilidad, pero por la noche resulta tranquila. Por delante de todo un foscurit con un cortinón en color mostaza. En el exterior, vistas a la puerta principal en primer término y a las torres del Real Monasterio algo más adelante. Lástima que el espacio esté ocupado por la potente máquina del aire acondicionado, que se ubica en la otra mitad de la pared en la parte superior, quedando en la inferior un radiador blanco. Ni los portillos que cierran mal, ni el foscurit consiguen impedir el paso de la luz matinal al dormitorio.

La cama es enorme, aparece vestida solamente con una sábana blanca que protege un colchón de buen calibre, muy cómodo con dos almohadas y dos cuadrantes. Todo ello empotrado contra un cabecero de madera rojiza de corte clásico, con unas piñas doradas en el centro y en los extremos. El cabecero es mucho más grande que la propia cama y oculta los posibles enchufes disponibles. En el lado derecho, y sólo en el derecho, hay una  mesilla, también antigua, de marquetería con cajones de tiradores metálicos labrados, en tonos rojizos con tapa de cristal. Sobre ella está el mando a distancia de la televisión y en una moderna lámpara que podría ser de trabajo con base de mármol blanco y estructura de metal dorado, que desentona con el resto de la decoración. Su cable, con el interruptor, aparece enrollado en torno al extremo del cabecero. Sobre el cabecero, un cuadro clásico de motivos vegetales enmarcado en dorado. 

Al acostarnos, oímos un follón tremendo en los pasillos con gente corriendo y gritando. Debe haber una excursión escolar. Pero antes de la medianoche el silencio es absoluto. Las insonorizaciones tanto interior como exterior son bastante mejorables, pero el entorno, en general, resulta tranquilo y facilita el descanso. El aire acondicionado, moderno, que se maneja desde un mando a distancia, funciona eficazmente y con escaso sonido. Igual que el wifi que es gratuito y veloz en todo el edificio. La iluminación de la habitación se reduce a un aplique en el techo, de luz fría y a la lámpara situada sobre la mesilla. 

A la derecha de la puerta de entrada encontramos el baño. De buen tamaño, alicatado desde el techo hasta el suelo con baldosas de porcelana en blanco y gris, y una cenefa a media altura con decoración en rojo y azul. La sensación es algo caduca. En la pared de enfrente y bajo un espejo encontramos una pequeña repisa de cristal en la que se ofrecen las amenities (botes de gel, champú y crema hidratante, un par de pastillas de jabón de manos y un gorro de ducha) y dos vasos de cristal envueltos en plástico de protección. Por debajo un lavabo exento con un grifo monomando al que le falta algo de caudal. Por debajo, en el suelo una papelera metálica. En la pared de la derecha, además de un pequeño radiador encontramos un secador de pelo de escasa potencia, y un toallero con dos toallas de mano, que junto con el pie de ducha y dos toallas de baño, situadas sobre un toallero dentro de la bañera, completan el juego de lencería. Todas ellas en blanco y bastante correctas. 

A la izquierda de la puerta el inodoro, con cisterna, frente a él un bidet, y en la pared izquierda la bañera rematada en una ducha con teléfono de grifería algo anticuada. Protegida por una mampara de cristal móvil que no encaja bien y que no evita que acabemos sacando el agua de la ducha fuera. Temperatura, caudal y presión son más que adecuados. Dentro de la ducha, algo viejos, un asidero metálico y un dispensador de jabón, vacío.

Por la mañana, nos despedimos rápidamente en la recepción, al menos con una sonrisa, y después podemos tomar un desayuno continental que se sirve en la cafetería, de estilo clásico (con muebles castellanos de madera oscura y terciopelo rojo) con poco interés y más frialdad. 

Calidad/precio: 
Servicio: 7
Ambiente: 6
Habitación: 6
Baño: 7
Estado de conservación: 6
Desayuno: 6.5
Valoración general: 6.5

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