miércoles, 24 de marzo de 2021

ONE SHOT RECOLETOS (MADRID)



ONE SHOT RECOLETOS (****)
Salustiano Olózaga 4
28001 Madrid

Habitación: 306
Fecha de entrada: 16/12/2020

Tarifa: 66,00 (SA)

Entre la Puerta de Alcalá y el Paseo de Recoletos, rodeado de señoriales edificios y cafés modernos.  Una fachada clásica en ladrillos rojizos y grandes bloque de granito blanco enmarcando las ventanas, balcones de rejas y contraventanas de madera, mimetizan totalmente el establecimiento con el entorno. La calle resulta tranquila y frente a la puerta hay una zona reservada para facilitar la descarga de equipajes, taxis... 

Dos altos maceteros metálicos rematados por sendas esculturas en forma de cabezas redondeadas enmarcan la típica puerta de paso de carruajes de la zona. Si no fuera por las esculturas, el hotel pasaría desapercibido. Pasadas estas paredes grises, techos altos, suelos de baldosas antiguas con el sabor del Madrid de antaño. Alfombras gruesas, y unas puertas de cristal correderas nos dejan en un mínimo recibidor de suelo irregular ocupado por una enorme silla de enea y una escultura de una vaca con cuernos de ciervo. A la izquierda unas bonitas escaleras nos suben a una mínima recepción. De frente, por un intrincado pasillo llegaríamos al ascensor. 

Subimos por la escalera, que tiene una bonita barandilla metálica en el lado izquierdo. De frente, un mostrador contundente de forma irregular con un puesto de trabajo. Protegido por un metacrilato que nos separa del todo de la joven recepcionista que inicia un tedioso proceso de registro. Recoge nuestro DNI y nuestra tarjeta de crédito y después de tomar todos los datos, los mete en un aparato para ‘desinfectarlos’. Por fin nos da, en el mismo aparato desinfectador la llave de la habitación. Nos explica que por el covid los servicios del hotel se han reducido al mínimo así como las amenidades ofrecidas en la habitación. Que en unos instantes recibiremos un email con diversas opciones para solicitar algún producto más de aseo, productos para el minibar y la clave del wifi. Este es gratuito pero el proceso de conexión resulta complicado por no hablar de la contraseña que hay que introducir de nuevo cada vez que nos desconectamos.

A la izquierda del mostrador hay unas butacas en rojo para esperar a algún huésped junto a un bonito balcón, aunque el espacio es reducido. Sin volver a bajar, salimos hacia la derecha por un pasillo en el que ya hay habitaciones. 

Allí tomamos el ascensor de puertas metálicas correderas. Su interior es excepcionalmente grande. Un gran espejo al fondo y paredes negras en el resto. Un dispensador de gel. Suelo de madera con baldosas de las antiguas. El interior de la cabina tiene dos puertas: por una se entra y por la otra se sale, directamente a un pasillo de habitaciones, sin recibidor. Suelo de madera con una larga, bonita y tupida alfombra en tonos escoceses para amortiguar el sonido. Unos discretos carteles oscuros con números metálicos nos indican el camino a seguir hacia la habitación. Atravesamos la vieja y preciosa escalera del edificio original, con una madera de caoba muy brillante y una barandilla de forja, y unos amplios ventanales que dan a un patio interior pintado con extraños dibujos de caras, ojos, manos… desde arriba hasta abajo. Los pasillos de las habitaciones hacen varios requiebros. Paredes de color gris, techos altos y puertas en blanco con grandes números al lado indicando la habitación.

La habitación se abre por contacto con la llave entregada, que es de color rojo fuerte con el logo de la cadena. Dentro, suelo de madera antigua muy bonita y cuidada. Paredes pintadas en gris. El espacio no es muy grande. Primero un pasillo. A la derecha, una larga cortina gris y un visillo cubren dos ventanas a un oscuro patio, con cristales opacos. Tras las ventanas, un espejo de cuerpo entero y el display del aire acondicionado, algo complicado con demasiados botones pero que funciona bastante bien y con escaso sonido. En el lado izquierdo de ese pasillo de entrada además de la rendija para activar la luz, encontramos un armario pequeño, sin puerta, con un colgador con 6 perchas normales y la caja fuerte que es el único espacio sobre el que dejar la maleta. Encima, un punto de luz.

El espacio de la habitación no es grande. Dos camas, estrechas, vestidas con suaves edredones nórdicos blanquísimos y tres almohadas en cada uno con distinta dureza y tamaño. Resultan cómodas aunque justas de anchura para los que somos grandes. Aparecen empotradas contra un cabecero de capitoné en piel azul muy claro. A cada lado sendas mesillas de madera negra de forma piramidal. Sobre ellas, enchufes para los aparatos electrónicos y curiosos interruptores de los que simplemente hay que apretar en el centro. Por encima, y enfocando a la cama sendos potentes flexos de luz direccionables para la lectura.

A los pies de la cama hay una mesa de madera con patas de metal y un armario en cuyo interior hay un minibar vacío, que hace demasiado ruido por la noche. Sobre la mesa se ofrece un sobrecito de gominolas y un brick de agua mineral. Además en la pared hay un enchufe disponible, y sobre él un enorme televisor de plasma. La silla de trabajo, de madera negra, resulta algo incómoda y baja de respaldo. A su lado hay una butaca roja  En un rincón hay una butaca color burdeos también incómoda.

A la izquierda de la cama encontramos una lámina enmarcada con la foto de un edificio en construcción y  a continuación una estrecha ventana practicable y de aluminio moderno muy consistente. Las vistas a un oscuro patio interior al que se asoman otras habitaciones y baños teniendo todas las paredes pintadas con motivos vegetales. Visillos y foscurits, tanto en esta ventana, como en las otras no pueden evitar que la escasa luz de los patios interiores se cuele también en la habitación. 

El hotel resulta tranquilo. No se escucha nada del exterior, al ser habitaciones interiores. La insonorización interior podría ser mejorable porque se oyen las puertas de las habitaciones cercanas, pasos, movimientos....  Todo el techo de la habitación está rodeado de una moldura de escayola que tiene remetida una tira de luz led, que ofrece al especio una calidez especial. 

A la derecha de la habitación encontramos el baño, sin puerta. Es pequeño de tamaño y está divido en tres partes. En el centro, sobre suelo de baldosas grises y blancas y paredes alicatadas en mármol blanco hasta media altura, encontramos una encimera de silestone blanco apoyada sobre unas patas metálicas negras. Encima un lavabo exento con un gran grifo moderno al que le falta algo de caudal, dos vasos de plástico negros y una bandeja con un bote de gel, otro de champú y otro de aconcidionador envasados para la cadena con unos mensajes divertidos y una jabonera negra con una pastilla de jabón . Encima hay un generoso espejo y a cada lado sendos apliques de luz. En la pared derecha un espejo de aumento  y un secador de pelo potente.

A la derecha, tras una puerta de cristal opaco encontramos el inodoro. El habitáculo tiene una ventana grande a un patio interior que puede cubrirse con un estor desde el techo. También hay una papelera metálica. En el lado izquierdo y simétrico hay una bestial cabina de ducha con un remate de teléfono y una enorme alcachofa en el techo de la que cae agua a raudales. Presión, caudal y temperaturas son formidables. Colgando del lavabo se ofrece el juego de toallas, blancas, mullidas, haciendo tiras con el logo de la cadena: dos de lavabo, dos de baño, enormes, y un albornoz con zapatillas de felpa negras.  

Ambos espacios están iluminados con una tira de luz retranqueada en una moldura generando una agradable sensación.

Por la mañana en la recepción de nuevo hemos de dar todos los datos para la emisión de la factura y seguir el mismo procedimiento de desinfección de la tarjeta de crédito. Todo algo largo y tedioso. Al menos nos preguntan si todo ha estado bien y si el descanso ha sido correcto. 

Calidad/precio: 9
Servicio: 7
Ambiente: 8
Habitación: 8
Baño: 9
Estado de conservación: 9
Desayuno:

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