lunes, 18 de marzo de 2019

AC HOTEL BY MARRIOTT CÓRDOBA (CÓRDOBA)

AC HOTEL BY MARRIOTT CÓRDOBA (****)
Avda Libertad 24
14006 Córdoba

Habitación: 116
Fecha de entrada: 20/03/2018
Tarifa: 67€ (SA)


Ubicado en una amplísima avenida de la ciudad, justo al lado de la estación del tren y a diez minutos a pie del casco histórico. Un edificio de cinco plantas en blanco con ventanas cuadradas como de espejo haciendo esquina en una moderna manzana. Situado sobre una enorme planta baja totalmente acristalada que llena de luz tanto la recepción como el bar y restaurante que se ubican en esa altura.


La puerta, corredera automática con el logo del hotel, queda enmarcada por dos columnas. Dentro todo resulta moderno y muy luminoso, no en vano toda la fachada de la planta baja es una enorme cristalera. Hacia la derecha se abre el bar y el restaurante, tranquilos cuando llegamos, justo después de una zona con butacas para la tertulia y el encuentro. Techos muy altos, paredes blancas y suelos de mármol negro. Allí mismo delante tenemos la recepción, tras un poderoso mostrador en metacrilato negro rematado por mármol del mismo color. Allí el techo baja mucho. Casi demasiado, resultando algo inquietante para los que somos más altos. El aire acondicionado sale de allí mismo por una larga rejilla. Incluso llega a molestar su potencia. A la derecha, allí mismo, unos estantes con algunos productos a la venta: caramelos, bebidas, útiles de aseo.


Nos atiende un joven. Simpático y vivaracho aunque haya que volver a enseñar otra vez el DNI... Nos asigna la habitación y nos entrega junto a la tarjeta que abrirá la puerta, un pequeño papelito con la clave del wifi que es gratuito y veloz en todo el establecimiento. Unos pasos a la izquierda encontramos los dos ascensores, junto a dos mesas de trabajo con unos ordenadores a disposición de los clientes. 


Los ascensores son modernos, amplios. Suelo de moqueta plastificada, paredes en color marrón claro, espejos oscuros y un par de carteles con publicidad de la cadena. Las puertas, metálicas y automáticas se abren a un pasillo que corre hacia la izquierda. A la derecha, allí mismo hay una gran ventana con vistas a la calle que mete luz en el pasillo. Moqueta negra, paredes oscuras, puertas de madera oscura y luces puntuales. Carteles metálicos junto a las puertas de la habitaciones. Un par de empleadas de la limpieza trabajan en el pasillo y nos saludan simpáticas. 


Tras la puerta, la oscuridad del pasillo torna en luminosidad en la habitación. Suelo de madera clara, cuidada y bonita. Paredes de madera de techo a suelo. Sensación de calidez y modernidad. A la izquierda de la puerta está la ranura para activar las luces con la tarjeta y ahí arranca un pasillo. A la derecha, dos puertas correderas de madera y metacrilato cierran un armario iluminado. Poco profundo. Tan poco que las perchas se cuelgan frontalmente. Cuatro, normales, de madera oscura y con distintos formatos (camisa, pantalón, con pinzas para falda...). Sobre los colgadores, una repisa de cristal. Justo enfrente la puerta del baño, de cristal opaco con un tirador redondeado. Paredes de madera clara y techo de madera oscura con un punto de luz. En la parte interior de la puerta un espejo de cuerpo entero. Y antes de llegar al dormitorio el display del aire acondicionado. Funciona estupendamente con una rueda para la temperatura y un par de botones para la potencia y el encendido y apagado. Es eficaz y poco ruidoso, pero no lo suficiente para dormir con él encendido.

Sobre la entrada en el dormitorio propiamente dicho está la rejilla de salida del aire. El dormitorio es amplio, pero quizá quiera acoger demasiadas cosas y queda poco espacio libre. A la derecha hay un larguísimo maletero forrado en piel negra. Sobre él, colgando de la pared (que sigue siendo de madera) una gran pantalla de televisión. A continuación una pequeña mesa, sin silla ni espacio para tenerla, porque debajo de ella está el minibar de escaso y caro surtido. Sobre la mesa en una pequeña bandeja de madera unos folios y sobres del hotel y un par de enchufes para los aparatos electrónicos. Debajo de todo este armario hay una luz que ilumina cálidamente el espacio. 


En el hueco que hay desde allí hasta la ventana hay una mesa de centro ovalada con dos butacas de piel con brazos finos metálicos. Quizá la mesa sea demasiado grande para ese espacio. Es de madera y está pintada en un tono verdoso brillante. Su forma es rara para que pueda usarse como mesa de trabajo, y las butacas también son bajas. Siempre nos queda la posibilidad de trabajar desde la cama.

La pared del fondo recoge la ventana con vistas a la puerta principal. Muy grande y situada tras un generoso alfeizar interior. Cubierta por un foscurit algo arañado y un visillo blanco. No cierran bien en el centro, con lo que la luz del exterior entra por la mañana en el dormitorio. También durante el día, cosa que se agradece. Para colmo la ventana no cierra bien del todo o su insonorización es escasa y se escucha bastante el tráfico de la amplia avenida que corre a las mismas puertas del hotel. 

En el lado izquierdo esta la cama. Enorme, blanca, mullida, confortable. Cuatro almohadas de distinta dureza, un suave nórdico y unas agradables sábanas con algún detalle en gris. A cada lado de la cama hay sendas mesillas con patas metálicas y la tapa en cristal negro brillante. Sobre una de ellas el mando de la tele. Sobre la otra un bloc de notas, un bolígrafo y el teléfono. Sobre ambas dos lámparas de noche metálicas con pantallas en tonos crudos de las que salen brazos dirigibles de lectura. En un lado hay un enchufe disponible para los aparatos electrónicos. Los interruptores hacen que las luces sean o todo encendido o todo apagado (salvo los brazos de lectura) lo que impide que uno pueda crear distintos ambientes en la habitación.

El descanso no es complicado aunque se escuchan algunos movimientos en el pasillo y sobre todo el ruido de la calle especialmente a primera hora de la mañana. 

El baño es el típico de la cadena. Mármol verdoso en paredes y suelos. Espacio generoso. A la derecha, el inodoro enfrentado con el bidet. Frente a la puerta una encimera de cristal con lavabo y sobre ella un gran espejo. Encima de la encimera un par de toallas de manos, la bola de golf que hace de pastilla de jabón y tres botecitos blancos con el logo de la cadena para champú, gel y crema hidratante. Junto al espejo, del que salen dos franjas de luz hay un potente secador de pelo y un espejo de aumento direccionable. Bajo el lavabo, en un armarito de metal abierto hay dos toallas de lavabo, un par de vasos y el resto del set de amenities: pañuelos, gorro de baño, peine y lustrazapatos envueltos en plástico blanco con el logo de la cadena. 

A la izquierda de la puerta está la bañera. Grande, amplia, blanca, cuidada. Protegida por una mampara móvil de cristal. Rematada con una ducha de teléfono con una excelente presión, caudal y temperatura. Quizá el caudal en el lavabo sea demasiado mezclado con aire, pero no en la ducha. Una barra toallera nos ofrece dos grandes, limpias y mullidas toallas de baño con el logo de la cadena. Una alfombrilla también blanca completa el set de lencería. 

Por la mañana en la recepción nos preguntan por el minibar. A la hora de emitir la factura el empleado se lía más de la cuenta, y como ve que la cosa se alarga nos pide nuestro correo electrónico y nos indica que nos enviará allí la factura a lo largo de la mañana. Apenas 10 minutos después la recibimos. 

Calidad/precio: 8
Servicio: 8
Ambiente: 8
Habitación: 7.5

Baño: 8.5
Estado de conservación: 8

Desayuno: 
Valoración General: 8

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