miércoles, 11 de diciembre de 2019

MASIA DURBA (CASTELLNOVO - CASTELLÓN)

MASIA DURBA (***)
Carretera Geldo - Castellnovo km 1
12413 Castellnovo (Castellón)

Habitación: 21 Suite Java
Fecha de entrada: 27/12/18 
Tarifa: 210 (MP)



Convenientemente situado a muy poca distancia de la A23 a las afueras de Geldo, muy cerca de Segorbe. Desde la entrada del pueblo encontramos algunas señales (algo desgastadas) que nos indican el camino hacia el hotel. Tras atravesarlo por completo, y cruzar el río sobre una pasarela, pasamos por varios campos de caquis viendo ya al fondo la Masía que conforma el hotel. Una valla de piedras y metal delimita el perímetro de la gran finca. Una puerta de forja metálica nos introduce en un jardín con palmeras, un gran ciprés, árboles y algunos matorrales con flores, recubierto con gravilla sobre el que podemos aparcar el vehículo. Las vistas alrededor son impactantes: campos aquí al lado, varios pueblos en distintos puntos y todo alrededor los macizos montañosos de Castellón y Teruel. 

La Masía, bien cuidada, construida en piedra clara ofrece tres alturas. Un gran pórtico cuadrado da acceso a un pequeño jardín interior, que se resume en un tranquilo espacio con arcos de cristal a la recepción y al comedor, con varias sillas y mesas de jardín y una pequeña fuente de piedra cuya silueta es el logotipo del hotel. A su lado, bajo un arco de medio punto el acceso a la recepción, protegido por una 

El suelo de la entrada pasa de la gravilla a unas baldosas cerámicas separadas entre sí en color tierra. Algo ruidosas para las ruedas de las maletas. A la izquierda queda la entrada al bar, con unos cuantos sofás, y una chimenea apagada. A la derecha, los arcos acristalados que dan al patio, y un poco más adelante dos elegantes escritorios  sobre los que hay sendos ordenadores, y el router del wifi como descolocado. Nos atienden desde el segundo, tras el que hay un armario empotrado en la pared de piedra irregular. Una señora nos pide la documentación, y mientras la fotocopia nos dice que se va y que ahora vuelve. Quedamos un rato esperando solos en la recepción. Un poco más adelante está el restaurante a la derecha y al fondo, el ascensor. Cuando la señora vuelve nos devuelve la documentación y nos dice que subamos por el ascensor a la segunda planta.

El ascensor es amplio. Moderno. Cuidado. De paredes en color marrón de plástico imitando madera y un espejo al fondo. La botonadura es metálica muy nueva y cuidada. Las puertas se abren dos pisos más arriba a un pequeño recibidor. Nuestra habitación, ya abierta, queda enfrente. A la derecha, la escalera, con pasamanos de madera baja hacia la recepción. A la izquierda tres escaleras suben a otra habitación. Junto a la puerta de esta hay una gran cristalera con vistas aquí a los tejados de la Masía y allá a los montes de la provincia. 

La recepcionista nos espera dentro de la habitación para explicarnos el funcionamiento de la chimenea, del teléfono y poco más. Ni el wifi -que es gratuito y libre aunque con continuos cortes-, ni los horarios, ni... Nos entrega la llave, que es un llavero cuadrado de metacrilato algo insulso con tres llaves: la de la habitación, la del portón exterior por si volvemos tarde, ya que la recepción cierra de medianoche hasta la mañana y una llave redonda para la caja fuerte que hay en un armario. 

La habitación es grande. Enorme más bien. El suelo, de baldosas rojizas grandes separadas por hormigón. Paredes pintadas en rojo con un par de ventanas en cada una de las paredes. El techo, a dos aguas, en color crudo con vigas vistas de madera. Tras la puerta, de madera oscura y corte algo castellano, la pared de la derecha, la única pintada en blanco, recoge el display digital del aire acondicionado. Funciona bien, aunque quizá demasiado ruidoso y algo escaso para una estancia tan grande. En cualquier caso la temperatura exterior es envidiable para ser diciembre y la chimenea cumplirá su labor de mitigar el posible frío. Junto al display hay una caja de registro eléctrico algo fea y un poco más allá un largo tapiz desde el techo hasta el suelo en tonos rojos y con símbolos orientales. 

Junto a la puerta hay un armario empotrado con tres puertas de madera a juego con la de la habitación. Dentro una barra colgador con perchas normales de madera, alguna balda, cajones y una caja fuerte con llave, que está en el llavero de la habitación. Allí mismo hay una mesa redonda de madera con cuatro sillas con cojines blancos. Quizá demasiado pobres en comparación con el resto del mobiliario de la habitación. A su lado, una ventana doble de madera con portillos para evitar el paso de la luz. Vistas a la cubierta del hotel y al jardín interior del mismo.

Un poco más adentro, pegado a la pared encontramos un rico y labrado escritorio de madera oscura con dibujos y tallas de carácter oriental. Sobre él una escultura en madera, algo grande que parece un pájaro, a su lado una lámpara con pie de madera y pantalla blanca algo desproporcionada de tamaño, varias revistas de turismo, una vela aromática de color verde, un ambientador de esos de palillos y una caja con pañuelos de celulosa. Delante de la mesa una silla cómoda, moderna, con un cojin blanco en el asiento y respaldo de madera. Sobre todo ello y anclado en la pared, un aplique de luz de forja con motivos orientales.

Hasta la pared del fondo, en cuyo rincón hay una lámpara de pie de madera oscura, a juego con la de la mesa, con pantalla en tono crudo, encontramos un enorme banco, de madera oscura también tallada. Sobre el asiento, un gran y confortable cojín blanco, y unos cuantos cojines de vivos colores con hilos dorados y metálicos. Delante del banco, hay una mesa baja, antigua, grande, también de madera, también oscura y también labrada y decorada, como si fuera un gran baúl. Sobre ella, un tapete de raso rojo con hilos en dorado y sobre él unas cuantas bolas decorativas y una pequeña caja con algunos utensilios (cerillas...) para la chimenea. 

A la derecha del banco encontramos la chimenea, metálica, con puerta de cristal y ya preparada con varios troncos, una pastilla de encendido y algunas ramas para avivar el primer fuego. Junto a ella hay una cesta de mimbre con más troncos con los que atizar el fuego y una caja de cerillas. Funciona a la perfección y permite caldear el ambiente, además de dar a la estancia la luminosidad y calidez propia del fuego. 

A la izquierda del banco, junto a una de las ventanas hay una escultura de un guerrero oriental de penetrante mirada, y a su lado un armario a juego con el resto del mobiliario, que acoge el minibar en su interior. Además de algunas copas y vasos. El surtido es generoso y los precios bastante razonables. Sobre el armario está la televisión, plana. Y a su lado un par de carteles plastificados con los precios del minibar y del horario de los servicios de restauración del establecimiento.

La cama es grande. Un cabecero a juego con el resto del mobiliario, dos mesillas con cajones, también a juego, y sobre las que hay sendas lámparas con pie de madera y pantalla cruda, que se encienden con una pera situada en el cable. En la pared, a ambos lados hay interruptores para apagar algunas de las luces de la habitación (no todas) y un par de enchufes disponibles. La cama es generosamente grande y está vestida en blanco, con suaves sábanas y un pesado edredón nórdico. El colchón es confortable. Sobre las dos almohadas hay unos cojines cuadrados y otro en forma de rollo en tonos rojos. Un plaid a juego a los pies. Y justo al pie de la cama un banco alargado en madera y piel negra, estrecho, a modo de maletero. Las ventanas cierran a la perfección y la oscuridad se consigue sin problemas. La insonorización es deficiente, y aunque durante la noche la calma es total, durante el día se escucha demasiado el ruido de botellas en el almacén, el teléfono, y algunas voces en la recepción, pese a estar dos pisos por debajo. 

El wifi, que es gratuito y abierto, aunque dispone de varias redes a lo largo y ancho del hotel funciona con algunos cortes. Es el precio a pagar por estar en el campo. 

El baño no tiene puerta en si, y se separa del dormitorio con una pared que no llega hasta el techo. Por el lado del dormitorio es roja, decorada con una gran rosa de madera tallada. Por la parte del baño la pared está recubierta con una hermosa piedra blanca tallada con figuras humanas y vegetales de inspiración oriental. A la derecha de la entrada encontramos los interruptores de la luz, bastante bien conseguida: un par de puntos en el techo, otro sobre el jacuzzi y un aplique sobre el espejo del lavabo, que provoca algunas sombras al mirarse al espejo. Este ocupa toda su pared casi hasta el techo, y se apoya sobre una enorme encimera de madera muy cuidada. Sobre esta hay una estatua pequeña de un tipo oriental sentado en la postura del loto. Además se ofrecen en una bandeja de madera dos botes de champú, dos de gel y una crema hidratante, una pastilla de jabón y dos vasos de cristal. El lavabo, exento, es de una preciosa piedra en tono salmón. El grifo, moderno, escupe agua, a excesiva temperatura, aunque le falta un punto de caudal. 

Junto al lavabo, en una especie de escalera de bambú se presenta el juego de lencería. Dos toallas de lavabo y dos de ducha, de buena factura. Aún así, un baño tan descomunal, posiblemente mereciera algo más (albornoces, más toallas...). Junto a ello hay una puerta de madera de corte castellano que accede a una pequeña estancia con el suelo de mármol (como el resto del baño) con el inodoro y el videt. Ambos normales y en blanco. Al encender la luz, quizá excesiva, se activa también un ruidoso extractor. El espacio resulta muy cálido ya que dispone de un potente radiador eléctrico que permanece constantemente encendido. El techo, practicable, está algo deteriorado.

Pero sin duda lo más impresionante es el jacuzzi doble que se sitúa junto a la ventana y en la zona de caída del techo, como abuhardillado. Generoso en tamaño, eficaz en el funcionamiento, perfecto en caudal, presión y temperatura (quizá incluso excesiva). Los dos únicos peros que le podemos poner son que no hay una gancho donde anclar el teléfono ducha por si uno quiere ducharse en vez de tomar un baño, y que falta una cortina, mampara... que evite que al ducharnos llenemos de agua el suelo hasta saltar a las rojizas baldosas del dormitorio. Bajo la ventana, con vistas al jardín, hay una banqueta de madera como de tijera a juego con el mobiliario del dormitorio.

Por la mañana en un armario junto a la recepción se sirve un cortito desayuno. Escaso surtido aunque aceptable calidad. Sin duda echamos en falta algún guiño a la gastronomía local. Un joven nos recibe preguntándonos por el tipo de café que queremos mientras en el armario elegimos el zumo (de botella) que queremos, algunos cereales, chorizo o jamón de york, pan, bollería crujiente, tortilla de patata, algo de queso y tomate triturado. Se sirve en el comedor luminosísimo con vistas al patio interior del hotel junto a la recepción. 

Allí, en la salida, el wifi da problemas al tpv. La recepcionista es más eficaz que atenta, y apenas nos pregunta por el minibar y poco más. Arreglado el problema de la conexión, pagamos y nos vamos.

Calidad/precio: 
Servicio: 6
Ambiente: 7.5
Habitación: 8

Baño: 8
Estado de conservación: 9

Desayuno: 5
Valoración General: 7.5

No hay comentarios: