miércoles, 14 de diciembre de 2022

SHERATON BRUSSELS AIRPORT HOTEL (BRUSELAS - BÉLGICA)


SHERATON BRUSSELS  AIRPORT HOTEL (****)
Brussels Airport
1930 Bruselas (Bélgica)

Habitación: 3026
Fecha de entrada: 25/10/2022
Tarifa: 228€ (SA)

A 39 pasos de la terminal del Aeropuerto de Bruselas, en un moderno edificio en forma de cubo de granito rosa y cristal oscuro con el rótulo de la marca en el tejado y en los laterales, Sheraton abandera el típico hotel pensado para un aeropuerto: enormes espacios, zonas de conferencias, cientos de habitaciones... Frente a las puertas del nivel de salidas encontramos un enorme pórtico convenientemente iluminado, con el logotipo de la cadena encima, y con unas grandes jardineras a cada lado. Una enorme y automática puerta giratoria nos introduce en el bullicioso hall de recepción. Techo alto, luces indirectas, mullida moqueta color arena. A la derecha se abre el ruidoso bar restaurante, lleno de gente en ese momento. Frente a nosotros, una larga y majestuosa escalera en metal blanco que sube a la planta intermedia de conferencias. Al lado de esta, una fuente ofrece agua como bebida de bienvenida. Hacia la izquierda, en un gran espacio, con el techo más bajo encontramos unos sofás y butacas, unas cuantas estanterías que venden productos de conveniencia (bebidas, snacks, productos de higiene), una pantalla gigante con las noticias encendidas y al fondo media docena de mostradores individuales de recepción.

Los mostradores son de madera oscura. Cada uno con su propia pantalla de ordenador. Delante de ellos algunos folletos del programa de fidelización. En la parte de atrás varios relojes de curioso diseño indican la hora en distintas partes del mundo. Hay cola de gente esperando. Aparecen más recepcionistas y la cosa avanza rápido. Nos atiende un joven que antes de nada nos agradece nuestra fidelidad a la compañía. De forma rápida gestiona nuestra reserva y en pocos segundos tenemos delante de nosotros un documento para firmar como bienvenida así como la tarjeta llave de la habitación metida en un cartoncito.

Hacia la derecha pasamos a un hall redondo en el que junto a una máquina de café y otra de agua a disposición de los huéspedes, y alrededor de una dorada mesa de centro con una urna para hacer el express check out, encontramos los cuatro ascensores. Enormes, modernos y panorámicos. Puertas en gris verdoso oscuro. Interior de cristal, dos paneles de madera a cada lado. En uno, la botonera metálica moderna que ilumina con un punto azul el piso al que pulsamos, y en el otro una pantalla con información sobre el hotel y la cadena. Es necesario acercar la tarjeta a un display para que funcionen. Suben por un inmenso patio de la zona de conferencias rematado por un descomunal mural de cinco pisos en dorado. 

Las puertas se abren a un amplio hall con paredes en vescom algo amarillento, moqueta con motivos geométricos verdes, azulados y negros, y techo practicable demasiado bajo, incómodo para los que somos tamaño xxl. Puntos de luz en el techo dejan el ambiente en una cómoda penumbra. Carteles en plástico negro y metacrilato indican, también en lenguaje braille, el número de las habitaciones y su dirección.

La puerta se cierra pesadamente tras nosotros. El suelo aparece en madera algo rojiza durante apenas un metro. Luego, ya en el dormitorio, muta a una moderna moqueta en color gris con algunos detalles verdes y azules. A la izquierda encontramos además de los interruptores de la luz, la vieja puerta del baño, débil y con pomo redondeado. A la derecha encontramos un armario ropero de dos puertas de madera clara correderas. Dentro una balda alta con una almohada de sobra, perchas de varios tipos desordenadas, la plancha y su tabla, la bolsa de la ropa sucia y un planchapantalones anclado a uno de los lados. A continuación, y antes del dormitorio, hay un armario de madera que acoge el minibar que se presenta vacío, y por encima, con un potente punto de luz arriba, unas baldas de cristal y espejo ofrecen en una bandeja de plástico negro un hervidor de agua, varios vasos y tazas, y varios set de café, té, infusiones, azúcar... además hay dos vasos de cristal y dos botellas de agua de cortesía.

Un paso más adelante entramos en el dormitorio. Enorme. El rodapiés de esa zona aparece excesivamente dañado de golpes de otros huéspedes, cosa que también se observa en algunos marcos exteriores de puertas por el pasillo. Aparece la moqueta en el suelo. El techo pasa a ser más alto, pintado en blanco y las paredes aparecen revestidas de vescom en color crudo. A la derecha, un espejo de cuerpo entero con marco de madera clara. A continuación un maletero de madera con lamas de tela marrón, y a continuación un gigantesco y larguísimo escritorio en el que hay una descomunal pantalla plana que nos recibe con nuestro nombre escrito en la pantalla y las noticias a excesivo volumen. Debajo de la televisión hay tres cajones. Y después de ella el escritorio sigue hasta la pared de la ventana. Un aparato incrustado en la mesa, permite, girándolo, escamotear tres enchufes y un cable de ethernet que no funciona. Un trozo de piel color arena hace de centro del escritorio. Delante en la pared, un cuadro abstracto y justo debajo hay una comodísima silla de ruedas, de tela negra y metal, regulable en altura, ideal para trabajar. En el espacio que queda hasta la pared de la ventana, con vistas a uno de los edificios del parking del aeropuerto aquí, al edificio terminal un poco más allá, y a los grandes edificios corporativos que quedan todavía un poco más atrás, encontramos un teléfono en color crudo y una lámpara de pie metálico y tulipa de tela cruda que hace las veces de flexo pero con poca potencia lumínica. 

A los pies de la ventana, protegida por un foscurit y por delante de este un visillo en tonos claros, se ofrece una alta mesa redonda de centro con pata de metal, una butaca con apoyapiés en tela gris clara, y una potente lámpara de pie con fuste de madera y metal y pantalla de tela color crudo. El juego de luces crea bonitos efectos, y siempre queda la opción de encender una línea de cinco halógenos que hay ubicada en el techo delante de la ventana.

En el lado izquierdo está la efectista cama. Colchón de buen calibre, generosa anchura, pero escasa largura, para los que somos xxl (menos mal que podemos dormir en diagonal); un elegante edredón en blanco con detalles de coronas de laurel resulta algo asfixiante durante la noche; y cuatro almohadas. Todo ello empotrado contra un cabecero de madera desde el suelo hasta el techo, con una parte central de piel gris clara en forma de capitoné. A cada lado sendas mesillas, de la misma madera que el resto del mobiliario. En una de ellas la Biblia de los Gedeones, y encima de la otra un teléfono, un bloc de notas y un bolígrafo y un curioso reloj despertador que incluye dos enchufes USB y dos enchufes normales para cargar los artilugios electrónicos durante la noche. Sobre las mesillas, interruptores para apagar las luces, y un poco más arriba sendos apliques de luz metálicos con tulipa de tela casi negra, y dos brazos metálicos dirigibles para la lectura en la cama. 

El silencio exterior es descomunal. No se oye nada. Aunque el interno podría mejorarse un poco ya que se escuchan algunos portazos, y algunas voces por el pasillo. El aire acondicionado se maneja desde un display digital bastante sencillo ubicado en la pared izquierda del dormitorio, que aparece recubierta por un papel pintado en tonos grises. Es ruidoso, incluso con él desconectado mantiene un ruido constante, y no conseguimos que la temperatura llegue a la que indicamos. Aún así la temperatura normal de la habitación es correcta. El wifi es gratuito con el nombre y el número de la habitación. En esta funciona a la perfección pero en las zonas comunes sufre excesivos cortes.

El baño resulta de tamaño correcto. Suelo de porcelana negra. Techo, algo bajo pintado en blanco y paredes en gris y crudo, aunque en el interior de la ducha el revestimiento pasa a tener una textura algo más granítica y un tono algo más metálico. A la izquierda aparece el inodoro, moderno, con la cisterna remetida en la pared. Sobre la repisa que ofrece esta, en una bolsa amarilla encontramos un potente secador. Justo encima del inodoro hay un punto de luz en el techo, al igual que justo encima del lavabo. Entre el inodoro y el lavabo hay una papelera metálica de pedal y un teléfono en la pared. De frente a la puerta encontramos una ovalada encimera en la que se empotra un lavabo con grifo monomando del que sale el agua con poco caudal pero excesiva presión, tan excesiva que salpica por todos los lados. Sobre la encimera dos vasos de cristal, una generosa pastilla de jabón en una cajita de cartón, una toalla de manos, un bote de crema hidratante y una caja de pañuelos de celulosa. A la izquierda de la encimera cuelga de un toallero una toalla de lavabo, de calidad y tamaño adecuados igual que las dos de ducha que se ofrecen en un toallero fino en la bañera. En la pared un enchufe y un espejo de aumento para el afeitado. Encima de la encimera un espejo cuadrado y a cada lado sendos apliques en metal con tulipa de cristal blanco que crean una atmósfera lumínica muy agradable.  

En el lado derecho está la bañera, sobreelevada. En su interior, además del toallero hay tres botes de champú, gel y acondicionador anclados a la pared. La ducha está rematada en una regadera fija anclada a la pared. La temperatura es adecuada igual que la presión, pero el caudal se queda algo escaso.

Por la mañana, temprano, antes de que se abra el servicio de desayunos en la máquina de café que hay en la recepción se ofrece también crujiente bollería. En el mostrador, el trámite de salida es muy rápido y amable. Pagamos, nos entregan la factura y nos desean buen viaje deseándonos volver a vernos pronto.
 

Calidad/precio: 8

Servicio: 8.5
Ambiente: 8.5
Habitación: 8
Baño: 7.5
Estado de conservación: 8
Desayuno: 
Valoración general: 8.5

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