martes, 8 de noviembre de 2022

HOLIDAY INN GUATEMALA (CIUDAD DE GUATEMALA - GUATEMALA)


HOLIDAY INN GUATEMALA (***)
1 Avenida 13 -22
01010 Ciudad de Guatemala (Guatemala)

Habitación: 1506
Fecha de entrada: 14/09/2022
Tarifa: 
 
En la Zona 10, rodeado de restaurantes, bares y hoteles de casi todas las cadenas occidentales, en un vecindario tranquilo, de calles con aceras y árboles, a escasa distancia del aeropuerto de la ciudad, un potente edificio exento, rectangular, de casi una veintena de pisos es gestionado por la cadena Holiday Inn. Una generosa ampliación de la acera permite aparcar casi media docena de coches en un espacio protegido con una pérgola y rodeado de vegetación que hace más cómoda y segura la subida y bajada de huéspedes. 

Un joven vestido con traje ubicado detrás de un pequeño mostrador se acerca simplemente a darnos la bienvenida. Dos enormes puertas de cristal, correderas, con un vinilo con el logo del hotel nos dejan ante la recepción. El techo sube hasta dos alturas porque en el piso superior, a modo de balcón se ubica el restaurante. Hacia la derecha, aquí, hay un par de sofás de tela color crudo para la espera, y allá, un pasillo con salas de reuniones, antes del cual una televisión proyecta el plan de reuniones del día, y tras una puerta de cristal se puede ver un pequeño mercado con algunos productos de conveniencia (snacks, bebidas, jabones...).  Hacia la izquierda otro sofá a juego, y un enrome espacio que lleva hacia los ascensores y a las amplias escaleras que suben al piso superior. 

Justo allí delante de la puerta, y tras salvar dos anchos pero pequeños escalones, encontramos el mostrador de recepción. Contundente en madera oscura con la tapa de mármol color arena a juego con la pared del fondo en la que destaca especialmente una forma de metacrilato con el logo del hotel en tonos verdes. Cuatro puestos de trabajo aunque sólo hay una persona atendiendo. Nos toca esperar porque la pareja que hay delante tarda demasiado en el registro. Cuando por fin nos toca un joven nos pide el pasaporte y revisa con calma y tranquilidad todos los elementos de nuestra reserva. Nos entrega un documento para que rellenemos nuestros datos, nos indica que nos ha asignado una bonita habitación en la planta ejecutiva y nos explica el funcionamiento del wifi que es formidable en todo el hotel tras una sencilla conexión con contraseña. Nos entrega una cartulina con la tarjeta que hace de llave del hotel y queda a nuestra disposición para cualquier asunto. 

La sensación es algo antigua. Quizá la porcelana del suelo, en tonos blancos y negros, el amarillento de las luces, el chundachunda que se escucha de un bar cercano, o el agote que llevamos por nuestro viaje hacen que echemos en falta algo de calidez en la recepción. Hacia la izquierda, pasamos junto a un par de carteles del hotel y bajando una rampa llegamos al distribuidor de los ascensores. Una enorme lona verde nos advierte que a partir de esa zona el hotel está en reformas. Tres ascensores, enormes, de puertas metálicas automáticas y una pantalla exterior digital que indican en qué planta están. Dentro, luz adecuada, la pared del fondo de espejo, un teléfono de emergencia, un dispensador de gel, un par de carteles sobre el covid y al cerrarse las puertas un enorme anuncio del programa de fidelidad de la cadena. A la izquierda, una moderna botonera metálica que ilumina el piso seleccionado una vez que hemos acercado la tarjeta de la habitación a un lector de seguridad.

Las puertas se abren a un rectangular espacio con una enorme ventana a la izquierda con bonitas vistas a la ciudad. Justo enfrente un espejo, una butaca y una mesa baja con un teléfono. A ambos lados se abren sendos pasillos de habitaciones. Suelo enmoquetado en tono verdoso, paredes en vescom marrón claro, techo blanco y puertas en madera oscura con carteles de metacrilato en verde y amarillo con el número de habitación. Pasamos junto a un pequeño espacio en el que se ofrece la máquina de hielo y unas pocas puertas más adelante encontramos nuestra habitación, a la que se accede por contacto de la llave con un pomo metálico y moderno.

La pesada puerta cierra tras nosotros con fuerza. Una cadena de seguridad, un cartel para hacer la habitación (o no molestar) y un recordatorio de que el check out es a las 13 aparecen por su lado interior. La moqueta del suelo pasa a ser marrón con dibujos de rayas y cuadrados. A la derecha, la puerta del baño, del mismo tono que la de la entrada. A la izquierda un armario generoso con distintos espacios abiertos sin puerta, y otros con puerta. En el primer bloque tras una puerta, la caja fuerte, y sin puerta una cafetera con dos vasos de cartón pero sin servicio de café. A continuación un espacio abierto con una barra colgadora y unos ganchos igualmente para colgar prendas. En el último módulo, tras una puerta de espejo, que al abrirse ilumina el interior encontramos un colgador con media docena de perchas normales de madera (también para faldas), la bolsa de la lavandería, una tabla de planchar y la plancha.

Enfrente del armario hay un interruptor de luces. Demasiado moderno. No terminamos de entender su funcionamiento en toda la estancia. Se supone que deberían permitir modular la intensidad, pero no lo conseguimos. Aún así la luminosidad de la habitación y sus posibilidades son más que agradables y cálidas. Nada más entrar en el dormitorio, de excepcional tamaño, encontramos en la pared de la derecha el display del aire acondicionado, que funciona en grados farenheit de manera correcta y casi silenciosa a través de una rejilla ubicada justo encima, aunque apenas tenemos que encenderlo. A su lado, una lámina enmarcada con motivos abstractos.

Paredes en vescom de color marrón claro y techos en blanco. Sensación de modernidad, confort y funcionalidad. En el lado izquierdo un gran maletero de madera oscura con lamas en madera clara. A continuación una cajonera con una larga repisa en la que hay una cubitera, dos botellas de agua de cortesía, algunas informaciones sobre el hotel, y colgando de la pared de encima una enorme pantalla de plasma. Donde termina esta repisa hay una mesa redonda de ruedas para trabajar, con una butaca, de piel blanca algo deteriorada también para trabajar. Junto a ellas, en la pared, un par de enchufes normales y otros dos de USB. Del techo cuelga una potente lámpara de aire algo retro. 

Justo detrás de la silla de trabajo, un espacio que nos lleva hasta un visillo en tono marrón que oculta la ventana, de techo a suelo en aluminio negro y vistas a otros edificios corporativos igualmente altos que rodean al hotel. Un estor poderoso encajado en unos railes impide que la luz de la mañana entre a molestar. Junto a la ventana, un cómodo sofá doble con un cojín y una pequeña mesa móvil para trabajar o cenar... A su lado hay una lámpara de pie metálico con tulipa redonda en tono blanquecino. 

En el lado derecho del dormitorio encontramos las dos camas. Muy anchas para ser individuales, estrechas para ser dobles. Colchón comodísimo de gran calibre, esponjoso topper y confortable edredón, cuatro almohadas de distinta dureza, indicada en cada una de ellas con un bordado. Ambas se empotran contra un cabecero de madera con trozos de piel en color más claro y forma de capitoné. Por encima del cabecero corre una tira de led que ofrece una cálida sensación en la estancia. Entre medio de las dos camas hay una generosa mesilla con cajón. Sobre ella un moderno teléfono, un reloj despertador, un bloc de notas y un bolígrafo. Dos enchufes normales y cuatro de USB, dos lámparas de metal con tulipa en crudo y dos pequeños focos dirigibles para ayudar a la lectura en la cama.

El descanso es sencillo. Aunque a primera hora de la noche se escucha a lo lejos el chundachunda de algún bar cercano; luego, el resto de la noche la tranquilidad lo envuelve todo. La insonorización interior es bastante buena aunque se escucha algún portazo a primera hora de la mañana. 

El baño también resulta generoso de tamaño. En el interior, a la izquierda de la puerta hay dos gruesos interruptores. Uno de ellos ilumina un punto de luz en el techo y unas tiras de led cálidas indirectas situadas detrás del espejo, y otra luz algo más fría en la ducha que activa también un ruidoso extractor de vapor.   Suelo de porcelana en color marrón claro, a juego con las paredes y la larga encimera en la que se incrusta un lavabo blanco, poco profundo, de grifo monomando del que sale el agua algo regularmente. En una bandeja de plástico se ofrecen dos botes de crema hidratante, dos de champú y dos pasillas de jabón. En el otro extremo de la encimera hay una caja de pañuelos de celulosa y un par de rollos de papel higiénico anclados. Por debajo de ella, una papelera de plástico y una larga balda de madera en la que se presenta el pie de ducha y un secador de buena potencia. 

Frente a la puerta está el inodoro, de corte americano, algo bajo y con cisterna externa. Sobre él hay un potente toallero con dos toallas de baño y dos de manos, todas ellas de adecuado tamaño y calidad. En el lado derecho encontramos la cabina de ducha. Un generoso espacio al que se accede por una puerta de cristal. Dentro, un hueco retranqueado en la pared para dejar el jabón, y una gran  regadera fija en la pared, de estilo norteamericano del que sale agua a excelente temperatura y presión, pero quizá le falte un punto de caudal para ser sublime. 

Calidad/precio: 
Servicio: 8
Ambiente: 9
Habitación: 9.5
Baño: 8.5
Estado de conservación: 9
Desayuno: 
Valoración general: 8.5

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