martes, 3 de julio de 2018

HOTEL GALICIA PALACE (PONTEVEDRA)

HOTEL GALICIA PALACE (****)
Avenida de Vigo 3
36003 Pontevedra 


Habitación: 609
Fecha de entrada: 18/11/2017
Tarifa: 

En el mismo corazón de la ciudad, en una pequeña calle casi peatonal, con una zona de carga y descarga de vehículos justo frente a la puerta. Un edificio de siete plantas, de ventanas largas cortadas por pisos de color azulado. Unas pocas escaleras, sobre las que se sitúan un montón de banderas y las letras que indican el hotel, nos sitúan en una lentísima y grandísima puerta giratoria que nos introduce en la recepción. El dorado de la puerta ya presagia que el interior no será excesivamente moderno.

Tampoco es viejo. Suelo de terrazo marrón, espacio amplio, luces amarillentas, poco efectistas. De frente, bajo un mural colorista una zona con varios sofás en marrón y blanco. Hacia la izquierda, ya cerrada a la hora que llegamos, la cafetería y el restaurante. Hacia la derecha, la escalera, en semicírculo, los ascensores y a la derecha del todo el largo mostrador de recepción. El fondo forrado en madera brillante, el mostrador en una porcelana imitando al acero cortén. Varios puestos de trabajo bajo unas lámparas alargadas con pantallas en tonos amarillentos. Cálida sensación aunque con un punto trasnochado (que no viejo). Demasiados folletos y carteles en el mostrador, que resulta muy separador asumiendo que además tras él, los recepcionistas tienen una mesa de trabajo, lo que todavía nos separa más. 


Nos atiende un señor todo procedimiento. Pasa la medianoche larga, pero hay que pedir el DNI, copiarlo y todo eso. Que no se entere la policía que no he dormido allí también. Cuando termina, nos entrega la llave, una tarjeta blanca sin personalizar. Nos entrega un papelito con la extraña clave del wifi que funciona bastante bien en todo el hotel, de forma veloz y sin cortes. Le preguntamos por el desayuno y nos damos mediavuelta para recorrer la media docena de pasos que nos separan de los ascensores. Dos. De puertas automáticas. El interior, revestido en madera, con un espejo en la pared del fondo, varios carteles sobre los servicios del hotel (uno enorme anunciando el canal+) y una botonadura moderna pero combinada con unas placas más antiguas que indican lo que hay en cada planta.


Salimos a un pasillo con la luz algo fría. puertas de madera oscura, paredes entre azul y gris y suelo en gris brillante, algo ruidoso para el paso de las maletas con ruedas. Las luces se van encendiendo a nuestro paso con un sonoro repiqueteo. Tras la puerta, el suelo sigue gris, pero en una limpia madera. Las paredes, pintadas en tono crudo. Un largo pasillo de fría luz termina en un formidable salón. 


Antes del salón, a la derecha encontramos un armario empotrado de tres piezas, con puertas de madera con algún detalle de marquetería y pomos metálicos finos y alargados. El armario es enorme. Tras una puerta, baldas y la caja fuerte; tras las otras un formidable y alto perchero con perchas de todo tipo. También, la bolsa de la lavandería, una gamuza limpiazapatos y el calzador. A la izquierda la puerta que lleva al dormitorio. Y allí delante un alargado salón. Un sofá doble muy cómodo con una mesa de centro delante con un par de libros. Un armario que sostiene una pantalla plana de televisión acoge el minibar de generoso surtido. Un poco más al fondo, cerca de la ventana, cubierta por una cortina (algo fea) en tono arena, una mesa de trabajo de cierto estilo escritorio inglés en madera algo rojiza (como casi todo el mobiliario) con su silla de trabajo (algo incómoda en el respaldo y tapizada en una tela floreada) y algunos enchufes para los aparatos electrónicos. Esa zona queda iluminada por el potente y frío foco que hay junto a la puerta de entrada y por una lámpara de pié que proyecta hacia el techo dando una sensación más cálida pero tampoco tanto. 


Entramos en el dormitorio y a la izquierda nos encontramos la estrecha puerta del baño. En madera robusta de color oscuro y pomo dorado. Unos pasos más adelante encontramos el display del aire acondicionado, que es muy sencillo de manejo aunque algo ruidoso en su operativa. Eficaz en cualquier caso, pero imposible dormir con él encendido. El siguiente paso es el dormitorio. Enorme, descomunal. A la izquierda, un maletero al que va pegado un generoso escritorio en madera sobre el que hay un bade, también en madera, anclado. Algunos folletos del hotel y de servicios cercanos ocupan el espacio. La silla que hay debajo no es muy cómoda para el trabajo. De madera y tapizada en tela de colores tiene un respaldo algo estrecho para que resulte cómoda. No hay enchufe disponible pero el más cercano es el de la mesilla y queda allí cerca. Sobre el escritorio hay un espejo enmarcado en madera a juego con el mobiliario. Y sobre el maletero una lámpara con tulipa. Aunque la luz podría ser más efectiva, la que hay, no es mala, aunque escasa para poder leer en la cama. A cambio, la sensación de acogida se incrementa. 


En el medio, una enorme cama blanca. Empotrada contra un cabecero de madera brillante del que salen dos mesillas, generosas, con enchufes e interruptores para apagar todas las luces. Vestida con una suave sábana y un ligero nórdico resulta muy cómoda. Sobre la cama hay un tríptico de tonos dorados y motivos vegetales. La insonorización exterior del hotel es excelente, y la interior (con tantas puertas) también. No se oye nada. Lástima que la luz azul de standby del televisor haga que se llene de luz la estancia durante la noche. La tele está situada sobre un pequeño armario que acoge el minibar. Tras ella, oculta por unas cortinas en tonos arena y un poderoso foscurit hay una ventana a un estrecho y oscuro patio interior. Al fondo, oculta tras otras cortinas similares hay otra ventana enorme con vistas a la puerta principal. Junto a ella, y bajo una luz anclada a la pared hay un silla algo incómoda de madera y tapizada en tela de colores a juego con la del escritorio. 



El baño es enorme de tamaño. La primera impresión es que está reformado, pero destaca sobre todo lo limpio y brillante que está todo. Quizá demasiado. Suelo de porcelana en gris muy claro. Paredes iguales pero más brillantes, alicatadas hasta el techo. A la derecha, el inodoro el bidet y un radiador que se agradece por la mañana. Los toalleros, en metal blanco quizá sea demasiado ostentosos. Dos toallas de lavabo y dos de ducha componen el set de lencería. No son espectaculares (algo justas de tamaño) pero tampoco están mal. 

Frente a la puerta encontramos el lavabo, enmarcado en una pequeña encimera de mármol gris claro. En ella, en una cesta de mimbre se ofrecen desordenadas las amenities (un peine, unos pañuelos de papel, un set dental, una esponja y un lustrazapatos) siendo algunas personalizadas para el hotel y otras de marca blanca. Sobre el lavabo un enorme espejo hasta el techo. Junto a él, un espejo de aumento, un secador de pelo de poca potencia y un par de baldas de cristal con dos vasos. 

A la izquierda una enorme cabina de ducha protegida por una mampara de cristal casi hasta el techo con un vinilo que dibuja el logotipo del hotel. Dentro, la ducha se remata en un grifo de teléfono bastante normal. Quizá el enorme espacio de la ducha permitiría o pediría algo más espectacular. A cada lado de la ducha hay sendos dispensadores de gel y champú algo antiestéticos. La presión, el caudal y la temperatura son formidables. 

Por la mañana, en un salón iluminado con luces frías se sirve el desayuno buffet. No es un exceso de surtido, pero tampoco está mal. La calidad algo justa y la presentación, así como la vajilla algo anticuada. Mesas con mantel de tela y servilletas de papel. Café líquido perfectamente prescindible. 

En la recepción por la mañana entrega de llaves y salida. Sin poca más parafernalia. 

Calidad/precio:
Servicio: 7
Ambiente: 6
Habitación: 8
Baño: 7
Estado de conservación: 8
Desayuno: 6.5
Valoración General: 

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