martes, 16 de mayo de 2023

BARCELONA AIRPORT HOTEL (EL PRAT DE LLOBREGAT - BARCELONA)


BARCELONA AIRPORT HOTEL
Plaza de la Volatería 3
08820 El Prat de Llobregat (Barcelona)

Habitación: 134
Fecha de entrada: 22/03/2023
Tarifa: 120€ SA

En una amplia rotonda, en el corazón de un parque empresarial, rodeado de edificios corporativos bajos de acero y cristal a un paso del Aeropuerto de Barcelona, encontramos un hotel en un edificio de cuatro alturas de sugerente forma curva en color gris con largos ventanales en toda la fachada. Dos cuerpos que se unen una especie de pirámide truncada de color rojo con un enorme voladizo que hace las veces de pórtico rodeado de cuidados jardines con algunas flores y bajo el que aparca el autobús que presta el servicio de transfer hasta las terminales aéreas.

El acceso al hotel es por sendas puertas redondas de cristal automáticas, que nos dejan en un enorme recibidor con el techo allá arriba, en lo alto del edificio. Un espacio circular, de suelo entelado en gris, paredes grises en una primera altura y todo blanco a partir de ahí. Unos cuantos sofás y butacas de piel algunos negros y otros blancos, nos separan de las dos columnas del fondo por las que suben sendos ascensores panorámicos que dan acceso a las habitaciones. Junto a ellas los pasillos de las habitaciones ubicadas en la planta calle y varios accesos al gimnasio, la piscina y al restaurante y cafetería, que se presentan bulliciosos pese a lo avanzado de la noche. Música tranquila que suena de fondo en un espacio oscuro iluminado simplemente por unas altísimas lámparas de pie que enfocan hacia las paredes. 

Algo más de luz tiene el lado izquierdo en el que se encuentran los cuatro mostradores de recepción, con cuatro puestos de trabajo protegidos por mamparas de metacrilato. Sólo dos están atendidos aunque hay media docena de personas por delante de nosotros para hacer el check in. Demasiado tiempo esperando demasiado tarde. Por fin, un joven nos atiende amablemente pidiéndonos disculpas por la espera. El proceso de registro es relativamente rápido, aunque se ralentiza un poco al tener que abonar la estancia en ese momento. Nos entrega un folio con la descripción de los servicios del hotel, el horario del autobús al aeropuerto, la clave del wifi gratuito que funciona rápido y sin cortes y un cartoncito en el que está la tarjeta azul oscura que hará las veces de llave. 

Nuestra habitación está en la misma planta que la recepción, así que giramos hacia la derecha y pasamos entre los dos ascensores panorámicos que recorren el atrio de arriba a abajo. Al fondo se oye el bullicio del bar, aunque sea tarde, y a continuación entramos en un pasillo algo curvo con paredes en gris claro, a juego con las puertas sobre las que en blanco se pueden leer los números de las habitaciones. Suelo de baldosas de moqueta algo desvencijadas, igual que las esquinas de puertas y rodapiés. La puerta se abre tras insertar la tarjeta en una ranura ubicada en una manivela de metal brillante. 

Se cierra con mucha fuerza, tanta que hace vibrar las paredes de la habitación. Ocurre lo mismo cuando alguna puerta cercana se cierra. Por dentro, un cartel blanco indica las vías de evacuación. El suelo pasa de la moqueta a la madera oscura limpia y bien cuidada. A la derecha encontramos la ranura para activar la luz de la habitación, la puerta del baño, enrasada en gris con la pared, en el mismo color y con un pomo en forma de bola y el display del aire acondicionado, que dispone de una rueda de selección de temperaturas, un selector con tres modos de potencia y un interruptor de encendido y apagado. Funciona eficazmente pero con excesivo ruido. Tanto que llega a molestar. 

En el lado izquierdo, enrasadas a la pared, también gris, las dos puertas del armario. En su interior una barra colgadora larga con media docena de perchas antirrobo de madera, tres o cuatro cajones, la caja fuerte -algo rota-, una tabla de planchar, una plancha y la bolsa de la ropa sucia. La oscuridad de las paredes y el suelo se ve acrecentada por la falta de luz artificial. En este primer tramo apenas dos puntos de luz. Quizá durante el día la luz del exterior se cuele por el enorme ventanal del fondo, pero a la hora que llegamos, la oscuridad es potente.

Un paso más adelante entramos en el dormitorio. Generoso de espacio. Y oscuro. A la izquierda, una butaca en piel de color gris situada delante de un espejo alto y estrecho sin marco. A continuación un largo bloque de madera oscura, aunque algo más clara que la del suelo, que recoge un generoso maletero, y una amplia mesa de trabajo. Sobre ella una cubitera, dos vasos de cristal, dos botellas de agua de cortesía, un hervidor de agua y varios juegos de café, té y azúcar. En el último tramo, un flexo en cuyo enchufe hay una luz roja que debemos desenchufar para que no moleste durante la noche y un jarrón con una planta decorativa. Por debajo, cerrado tras una puerta, el minibar vacío. Por encima, en la pared, además de un par de enchufes USB y otro normal, encontramos una generosa televisión plana. Debajo de la mesa, una incómoda silla para trabajar tapizada en tela y una papelera metálica.

La pared del fondo está completamente ocupada por la ventana. De lado a lado. Y desde el techo hasta media altura. Protegida por dos estores superpuestos. Uno más metálico, pegado a la ventana, y otro de tela gris en el lado de la habitación. Impiden con eficacia que la luz pase. Desde la ventana, se ve aquí el jardín que rodea el hotel y los coches aparcados, y allá algo más lejos el resto de edificios corporativos que configuran el parque empresarial.

En el lado derecho encontramos la cama. Aunque el calibre del colchón es normal, destaca el blanco inmaculado y su enorme tamaño. Vestida con cinco almohadas muy cómodas se viste con un limpio y suave edredón que no está totalmente estirado en el interior, generando algunas incómodas arrugas. Aparece empotrada contra un cabecero de madera retranqueado en cuyo interior hay una tira de led que genera una agradable luminosidad en la habitación. Por encima otro tramo de cabecero de madera en vertical rematado a ambos lados por sendos espejos algo dorados. A cada lado hay sendas mesillas metálicas con la parte superior en madera. En ellas dos lámparas de noche que se encienden con un interruptor en forma de rueda y que ofrecen, igualmente, una atractiva luz. A ambos lados hay enchufes normales y enchufes USB, interruptores en negro para apagar las luces de la habitación. En una de ellas hay un teléfono, un bloc de notas y un bolígrafo.

En la pared restante encontramos, tres focos reflectores que iluminan la zona, y una ventana protegida por una persiana de lamas de aluminio negro que da al baño. El descanso no es muy agradable, porque aunque la insonorización exterior es correcta -la zona por la noche es absolutamente tranquila- la interior deja mucho que desear y se escuchan las voces en el pasillo, las puertas, los ruidos en las habitaciones contiguas...

El baño es un cuadrado perfecto. Adaptado para personas de movilidad reducida, con la peculiaridad que ello conlleva en cuanto a su disposición y mobiliario. Suelo de gres oscuro y paredes en gres claro. A la derecha de la puerta encontramos una pequeña encimera de madera sobre la que se presenta una pila de lavabo en color casi negro. En la pared, en pulido metal negro el grifo, el monomando y un dispensador de jabón de manos. Sobre la encimera, dos vasos de cristal sobre sendos posavasos. Encima y hasta el techo un espejo, aunque también hay, anclado a la pared otro, en negro, ajustable de aumento. Por debajo de la encimera de madera hay otra balda de la misma madera en la que se ofrece un rollo de papel higiénico extra, una papelera metálica de pedal, dos toallas de manos, dos de ducha, todas ellas en blanco y de buena calidad, un secador de buena potencia y una caja de pañuelos de celulosa.

Frente a la puerta encontramos el inodoro, flanqueado por las típicas barras de ayuda a las personas con discapacidad en metal negro. La ducha cambia el gres de la pared de claro, a oscuro. No tiene mampara y su suelo es el mismo que el del baño. Además de las barras y el asiento preceptivo tiene una atractiva grifería en metal negro con una terminaciónen forma de teléfono y otra anclada a la pared con efecto lluvia. La temperatura es correcta y quizá le falte un punto de caudal, aunque ello no impide que en la ducha llenemos de agua todo el baño al salpicar. No somos los únicos porque las maderas del rodapié y las juntas del suelo con las paredes aparecen deterioradas por la humedad. Anclados a la pared hay un bote de gel y otro de champú, que junto con el jabón de manos del lavabo son las únicas amenities que se ofrecen.

Por la mañana, demasiado temprano la salida es sin pena ni gloria, pedimos el ticket preceptivo para utilizar el autobús que nos traslada al aeropuerto y nada más.

Calidad/precio: 7.5
Servicio: 7
Ambiente: 8
Habitación: 8
Baño: 7
Estado de conservación: 7
Desayuno: 
Valoración general: 7

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