viernes, 4 de enero de 2008

HUSA SERRANO ROYAL (MADRID)



Husa Serrano Royal (****)
Marqués de Villamejor, 8
28006 Madrid
Telf: 915.769.626
Fax: 915.753.307

www.hotelserranoroyal.com
info@hotelserranoroyal.com

Habitación: 501
Fecha de Llegada: 17/12/07
Tarifa: 96€ (Alojamiento)


En una olvidada, empinada y estrechita calle entre la Castellana y Serrano y a una manzana de Ortega y Gasset encontramos uno de los más céntricos estandartes de la cadena Husa en la capital de España. Desde el principio tenemos la sensación de que es edificio no fue ideado para ser Hotel, sino casa de vecinos: un montón de escaleras en el acceso, un sólo ascensor, escaleras interiores demasiado "vecinales", terrazas...

Una vez sorteadas 10 escaleras, sin rampa alternativa, accedemos a la recepción del hotel, con decoración algo rancia y atención correcta pero sin grandes pretensiones ni por calidez ni por rapidez. La llave es una de estas magnéticas con agujeros que se utilizan una y otra vez, y en la que se nota demasiado el paso del tiempo y el manoseo de muchos clientes.

Volvemos a subir cuatro escaleras y accedemos al distribuidor donde encontramos ¡dos cabinas de teléfono! (no antiguas ni de decoración), el acceso a la sala de estar, el ascensor y una puerta de servicio, casi siempre abierta que comunica con la zona de servicio del hotel y del restaurante que hay debajo.

El ascensor es estrecho y oscuro, pero rápido. Gracias a él, accedemos a unos pasillos ámplios, vestidos con moquetas rojas y puertas de color blanco. Al abrir la habitación nos damos de bruces con el baño. Colores marrón claro para un baño al que le falta un poco de alegría y un toque de encanto.

En el pasillo distribuidor que acoge la puerta de entrada y la del baño, encontramos un armario ropero bastante destartalado y un maletero de tela en el que se podrían contar las maletas que han pasado por él.

La habitación es justa de tamaño, aunque este se ve reducido sin duda por una enorme y confortabilísima cama, vestida con lencería agradable aunque con una colcha amarilla algo hortera, y con estructura de madera que recuerda las casa de nuestra infancia. Junto a la cama dos mesillas y un galán de noche. A los pies de la cama, un escritorio de madera recubierto de cristal con el espacio justo para trabajar. Imposible enchufar el ordenador o el móvil ni en el escritorio ni en las mesillas. Hay que desenchufar la lámpara de pie para conseguir el acceso a la corriente. Wifi de nuevo de pago, esta vez a un tal Kubi.

Entre el escritorio y la ventana tenemos la televisón (de las de antes) situada encima del minibar que desprende un extraño olor al abrirlo. Eso, unido a encontrarte la carta de Telepizza como servicio de room service, termina de quitarle cualquier atisbo de lujuria a la habitación, por muy grande que sea la cama.

El suelo cubierto con una tupida moqueta azul no está excesivamente castigado, aunque si las paredes de color amarillo apagado que presentan diversos roces y arañazos.

Potentes cortinas cubren la ventana, pero al no cruzarse del todo en el centro, dejan una rendija por la que se cuela la luz por la noche. Aunque el Aire acondicionado será el culpable de perturbar nuestro descanso con su ruido. Detrás de las cortinas encontramos uno de los mejores secretos de la habitación. Una enorme terraza, de unos 6 metros cuadrados con vistas a la Castellana. De suelo de falsa hierba será una delicia en las noches de verano. Además, privacidad absoluta, ya que no hay casas por encima de nosotros en los edificios vecinos. Lástima que el diciembre madrileño sea tan frío... y que la configuración de la habitación hace que la puerta de la terraza no se pueda abrir del todo.

El baño es impersonal y frío. Reformado pero sin gusto. Ni tiene gusto ni no lo tiene. Siemplemente no dice nada. Un terribe sonido se escucha en el desague de la bañera cada vez que vaciamos la cisterna. La presión del agua a la ducha llega con cierta dificultad, y "el teléfono" de la ducha es de la época en la que D. Joan Gaspart empezaba a trabajar en la cadena. Digamos en su virtud, que la lencería abundante es nueva y agradable, y que una ventana al exterior (a la terraza) nos deja disfrutar de la luz de la mañana madrileña.

Las abundantes amenities no están demasiado bien conseguidas, y el resultado sobre todo en jabones y geles es bastante pobre: los continentes parecen frágiles y mal acabados y los contenidos resultan insipidos tanto en su olor, como en su color, y hasta en su uso.

Lo mejor sin duda, su localización, a un paso de la Castellana, y pleno centro del Barrio de Salamanca.


Calidad/precio: 6.5
Servicio: 6
Habitación: 6.5
Baño: 5.5
Estado conservación: 6.5
Valoración General: 6.5

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