HOTEL AMÉRICA (***)
Plaza del Duque de la Victoria 9
41002 Sevilla
Habitación: 107
Fecha de entrada: 25/03/2022
Tarifa: 102€ (AD)
En el corazón comercial –y cofrade- de
la ciudad hispalense, en una bulliciosa y arbolada plaza encontramos un
edificio exento de 6 alturas, de fachada gris y ventanas enmarcadas en blanco
con el nombre y el logo del establecimiento en grande en una de las esquinas.
El bajo, completamente acristalado hace que se llene de luz el gran recibidor
que hace las veces de bar, sala de estar y recepción.
Tras las puertas automáticas y una
tupida alfombra con el logo del hotel encontramos media docena de escalones
hacia abajo que nos ubican sobre un suelo de mármol bien cuidado y limpio. Sensación
de modernidad, luz y novedad. Techo muy alto, ya que el mismo espacio acoge una
entreplanta acristalada en la que se ubica el desayunador. A la izquierda
varias sillas y mesas modernas, de corte nórdico y colores pastel en lo que es
la cafetería. De frente los dos ascensores, de puertas automáticas, modernos. A
la derecha, varias butacas para la espera y la tertulia y dos mostradores
exentos, de madera clara a modo de recepción. Tras uno de ellos, y protegido
tras una mampara de metacrilato por el covid, un hombre nos da la bienvenida.
El escritorio que hay tras el mostrador aparece algo desordenado. El proceso de
registro es lento. Al terminar nos entrega una cuartilla de papel doblada con
los datos de la habitación, y una tarjeta algo vieja, del hotel Derby (que
pertenece a la misma propiedad y que languidece cerrado en un edificio
próximo). Nos explica los horarios del desayuno, por turnos por culpa del
covid, y nos indica la clave del wifi, gratuita, que no conseguimos que
funcione en toda la estancia.
Por unas escaleras negras, con luz
puntual en la parte baja de la pared accedemos hasta la primera planta en la
que se ubica nuestra habitación. Un estrecho pasillo corre de derecha a
izquierda. Paredes oscuras, una tira de led en la parte baja ilumina el suelo a
nuestro paso. Puertas de color oscuro, con cerradura por contacto con la llave
y grandes números en metal.
La puerta, pesada, se cierra con fuerza
tras nuestro paso. Suelo de madera clara de grandes laminas, paredes en vescom
verdoso. A la derecha una ranura de luz verde intermitente para meter la
tarjeta y activar las luces. Varios interruptores para manejar casi todas las
luces de la habitación. A continuación la puerta del baño, corredera, cuelga
sobre una barra metálica. Enfrente el armario, protegido por dos puertas. Al
abrirse se activan unas tiras de led que iluminan su interior. En un lado
baldas, con un par de mantas envueltas en plástico de repuesto y la caja
fuerte. En el otro, un par de baldas y un largo colgador con perchas antirrobo.
El estrecho pasillo nos lleva hacia el dormitorio bajo dos puntos de luz algo
fría. Justo antes de este encontramos el mando del aire acondicionado: un botón
de encendido y apagado, otro de potencia y una rueda para seleccionar la
temperatura. Resulta eficaz, y rápido, pero también algo ruidoso.
Un paso más adelante y entramos en el
dormitorio. No es demasiado grande pero suficiente. A la izquierda, en la
pared, un espejo de cuerpo entero con un marco plateado decapado. A su lado un
maletero metálico rematado en piel plateada. Sobre él, una generosa pantalla
plana de televisión. Un poco más adelante, y hasta la pared del fondo un
escritorio de madera en verde metálico. Sobre el mismo una lámpara flexo
metálica de corte retro en negro y dorado, una bandeja con un hervidor de agua
y varios servicios de café soluble y te. Un par de tazas blancas con simpáticos
mensajes. En la parte de abajo del mueble, y tras una puerta hay un viejo
minibar con varias botellas de agua a precio algo desorbitado. Una papelera de
enea negra y una silla, también de enea en tono turquesa. En la pared que hay
sobre ella, un motivo vegetal en metal y un par de enchufes disponibles.
La ventana, moderna y muy aislante con
vistas a la puerta principal aquí y a un bonito jardín allí delante, está
protegida por un visillo blanco y una pesada y tupida cortina en verde oscuro
casi negro. Bajo ella, una butaca de tela, una pequeña mesa de centro redonda
decapada en oro y una lámpara de pie de media altura a juego con el flexo de la
mesa.
En el lado derecho de la habitación están
las camas. Dos. Vestidas en blanco con un plaid a los pies con dibujos
geométricos. Cada una con una almohada algo grande y un cuadrante con un
bordado de inspiración árabe. El nórdico resulta algo asfixiante, y el descanso
complicado dada la nula insonorización de la habitación. Se escucha todo lo que
pasa en el pasillo, los ruidos en las habitaciones contiguas e incluso las
voces en la recepción, ubicada dos pisos por debajo. Las camas, empotradas
contra un cabecero de madera verdosa en la que hay sendas lámparas de noche de
pantalla en tono blanco y dos brazos articulados y direccionables con potente
luz para la lectura en la cama. El juego de luces resulta agradable,
especialmente una luz retranqueada tras la escayola del techo. A cada lado de
las camas, pequeñas mesillas de madera. Sobre una el teléfono y sobre la otra
el mando a distancia de la televisión. Interruptores de la luz para todas las
luces de la habitación y un enchufe disponible en uno de los lados. En el otro
es necesario mover la mesilla para encontrarlo. En las paredes varios cuadros
modernos de motivos vegetales.
El baño es correcto de tamaño. Suelo de
la misma madera Muy nuevo y moderno. A la izquierda, enfrentados, el bidet y el
inodoro, de cisterna empotrada en la pared con botones de doble descarga, entre
medio, una papelera de metal y un teléfono negro. De frente un lavabo empotrado
en una encimera de silestone de la que cuelgan dos toallas de lavabo. Debajo,
en una balda dos toallas de baño blancas, grandes con el logo del hotel y un
pie de ducha. Sobre la encimera dos vasos de plástico duro, dos botes de gel,
dos de champú y una pastilla de jabón de color turquesa envuelta en papel.
Grifo monomando al que le sobra aire y le falta agua. Por encima un espejo
cuadrado con un recuadro de luz más que agradable. Sin embargo, la luz que hay
en el techo resulta demasiado fría.
A la derecha, la bañera, protegida por
una mampara de cristal y rematada con una ducha en forma de palito de adecuada
temperatura y potencia pero quizá le falte un pelín de caudal. Una bandeja
jabonera y un par de perchas.
Por la mañana en el luminoso
desayunador, con luz a la calle, se ofrece en distintas ubicaciones variedad de
panes, zumos de diversas frutas, platos calientes (huevos, bacon, bocadillitos,
napolitanas, judías, verduras asadas…), fríos (fiambres, jamón, queso de
diversas variedades, chorizo…), frutos secos, variedad de mermeladas, patés…),
bollería crujiente (croisants, napolitanas de chocolate, tartas variadas,
caracolas…) y un café de máquina algo mejorable.
Al final, en recepción, una rápida
despedida con la obligada pregunta sobre el minibar.
Calidad/precio: 7
Servicio: 7
Ambiente: 7
Habitación: 7
Baño: 8.5
Estado de conservación: 9
Desayuno: 9
Valoración General: 7.5
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