martes, 25 de marzo de 2008

HOTEL LA CASUEÑA (LANUZA - HUESCA)



Hotel La Casueña (**)
El Troniecho 11
22640 Lanuza (Huesca)
Telf: 974.488.538
Móvil: 661.886.255

www.lacasuena.com
info@lacasuena.com

Habitación: 8 (Miguel Delibes)
Fecha de Entrada: 23/03/08
Tarifa: 125€ (Alojamiento y Desayuno)

En los años 70 el pueblo de Lanuza fue desalojado para que sus casas fueran pasto de las aguas de un embalse. Sin embargo, el nivel del embalse nunca alcanzó las casas. Así desde hace unos pocos años un grupo de familias de aquel antiguo pueblo han comenzado a recuperar sus casas. Marian y Miguel son un matrimonio que hizo de la casa familiar de ella este encantador hotel a la orilla del Pantano de Lanuza.

Equidistante de las pistas de esquí de Formigal y de Panticosa y a tres kilómetros de Sallent de Gállego, el hotel merece la pena su visita en si mismo. Al final del pueblo, y frente al embalse un pequeño jardín que sirve de terraza de verano nos recibe en medio de una gélida ventisca.

Tras la puerta todo el calor es poco. Miguel y Marian se vuelcan en su bienvenida. Lo importante es el viajero, no el DNI ni la tarjeta de crédito. Nos explican las normas de la casa y nos ofrecen un upgrade a la habitación número 8, dedicada a Miguel Delibes. Todas las habitaciones (10) están dedicadas a un escritor de lengua castellana. Miguel coge la llave de la habitación, engarzada en un llavero hecho con la pezuña de algún animal y donde está tallado el número de la habitación, y se encarga de nuestro equipaje mientras subimos escaleras arriba hacia el segundo piso del edificio. Unas ventanas de velux nos dejan ver el invierno allí fuera, aunque el calor de los radiadores se deja sentir en el interior.

La habitación es ámplia. Abuhardillada. Con sensación de nueva y cuidada. Un coqueto balcón inhunda la luz del Pirineo, bastante menguada en ese frío día primaveral. Dos pequeñas mesillas con coquetas lámparas -aunque terribles para la lectura, y eso que el hotel dispone de una cuidada biblioteca- encuadran la cama. Esta es enorme, bien vestida, y con una lencería más que agradable, vestida con una sosa cubierta color crudo, que contrasta con el curioso colorido del techo abuhardillado.

Además de la cama, la habitación dispone de un sofá que invita a la lectura. Sobre la mesa de trabajo, estrecha y larga, encontramos un pequeño televisor, un equipo de DVD donde disfrutar de alguna de las cientos de películas que ofrecen en la biblioteca, "El Camino" de Miguel Delibes (a quien está dedicada la habitación) y una carpeta con notas sobre su vida y obra. Wifi gratuito y y un enchufe cerca de la mesa ayudan al trabajo, pero falta una silla adecuada para trabajar, ya que el sofá resulta demasiado bajo.

Un armario ropero y otro armario cajonero alto conforman el mobiliario. El juego de luces ayuda a crear la intimidad propia de un hotel con encanto al que se va a descansar y desconectar. Un termostato regula la temperatura del radiador que calienta la habitación a nuestro gusto, aunque de vez en cuando hace algún extraño ruido como de agua. Sin embargo, destaca la insonorización de la habitación, sólo rota por el paso del quitanieves a primera hora de la mañana y el casi hermético cierre de las portillas de madera del balcón que impiden el paso de la luz de la mañana.

El baño es igualmente amplio. Y abuhardillado. Con una pequeña ventana con vistas a la calle cubierta por un sencillo visillo dispone de luz natural. Quizá la luz artificial podría mejorarse un poco para conseguir algo más de intimidad, la propia para un baño que dispone de una gran bañera de hidromasaje. La mampara de la ducha se presenta con un vinilo que recoje pasajes de Delibes, pero su orientación impide recoger todo el agua de la ducha, con lo que el suelo del baño acaba lleno de agua. Tanto presión como temperatura resultan confortables. Además de la bañera, un lavabo de porcelana insertado en una curiosa encimera de cristal con gijarros en su interior y grifería de diseño, y el inodoro. Una enorme tinaja y un pequeño armarito con cajones decora la parte abuhardillada del baño.

Lencería casera agradable y abundante, con dos enormes y mullidos albornoces complemententan un cuidado, completo y variado set de amenities de las que recuerdan a una antigua botica.

Por la mañana Marian se vuelca en el desayuno, servido en el comedor del hotel, con ventanas abiertas al pantano y a una pavorosa ventisca. Variado y servido en mesa con todo tipo de viandas, muchas de ellas propias de la zona: jamón, huevos, fruta, cereales, bollería recién hecha, zumos...

La despedida es sumamente cordial. Parece hasta que lo menos importante es el pago, sino el que hayamos disfrutado de la estancia. Y para colmo, Miguel se desvive con nosotros ayudándonos a poner las cadenas necesarias para poder atravesar el helado pueblo.

Calidad/precio: 9.5
Servicio: 10
Habitación: 9.5
Baño: 8.5
Estado de Conservación: 9.5
Valoración General: 9.5

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