ALOFT BRUSSELS SCHUMAN (****)
Pl. Jean Rey
1040 Bruselas (Bélgica)
Habitación: 601
Fecha de entrada: 03/03/2025
Tarifa: 205€ SA
A mitad de camino entre el Edificio Berlaymont y el Parlamento Europeo, en una tranquila y desangelada plaza encontramos, junto a edificios de oficinas y otros modernos edificios de apartamentos, este cubo, de granito gris, con un gran reloj en una de sus fachadas y las letras de Hotel, sobre un acristalado local de hostelería algo ruidoso. Aunque el establecimiento tiene dos puertas de entrada sólo una funciona, en una calle lateral. Dos puertas correderas automáticas de cristal se abren a un pequeño espacio alfombrado, y otras dos puertas igualmente correderas automáticas de cristal nos dejan en la enorme recepción.
Techos altos, con las instalaciones a la vista, poca luz, música moderna algo alta. Hacia la derecha, con una cristalera abierta a la ciudad hay una mesa de billar, un futbolín, algunas butacas, unas taquillas para dejar el equipaje, una mesita con unas bolsas de lavanda para subir a la habitación y favorecer el descanso y los dos ascensores, de puertas metálicas automáticas pintadas de colores. Hacia la izquierda, un poco elevada, una zona donde durante la mañana se sirve el desayuno y el resto del día se venden bebidas y alimentos desde unas neveras. Hacia adelante, amplio y colorista una enorme zona que hace las veces de bar, zona de descanso y tertulia con sofás, maderas, columpios, una zona con juegos de mesa, una barra de bar iluminada, un par de televisiones de generoso tamaño y una chimenea encendida.
Junto al mostrador de recepción, con dos puestos de trabajo, ocupados, hay una vitrina con recuerdos a la venta y una mesita con chucherías (caramelos, gominolas) y agua a disposición de los viajeros. Tras una pantalla de ordenador nos atiende simpático un joven que rápidamente chequea nuestra reserva, nos ofrece a reservar el desayuno (cosa que rechazamos), nos explica los horarios y servicios del hotel (wifi incluido), nos da las gracias por nuestra lealtad a la cadena, diciéndonos que nos ha hecho un upgrade a una habitación mejor y nos entrega un cartoncito con la tarjeta de madera que hará de llave de la habitación.
Nos acercamos hasta los ascensores, que se accionan acercando la llave a un lector. Por dentro, grandes, metálicos, con la pared del fondo de espejo. enorme botonadura en un lateral. Una pantalla ofrece información sobre los servicios del hotel. Las puertas se abren a un pequeño recibidor con varios carteles en negro que indican la dirección de las habitaciones. Moqueta en tonos oscuros azul verdosos, paredes en azul cielo, techos algo bajos con luminarias de cristal con cenefas de colores que general bastante luz en el pasillo. A derecha e izquierda, junto a pequeños carteles negros se abren las habitaciones con poderosas puertas también en tono azulado con manivelas metálicas y un lector de tarjetas en negro.
Tras la puerta, un espacio de paredes en gris, suelo de gruesa moqueta en distintas tonalidades de gris. A la izquierda, una columna de interruptores, con la ranura para la tarjeta algo rota, lo que nos impide encender la luz adecuadamente. Encima, el display del aire acondicionado que, de sencillo manejo, funciona de forma silenciosa y eficaz. Allí mismo y hacia la izquierda está el armario y el baño. Un paso más adelante entramos en el generoso dormitorio. Una cama doble con un colchón de generoso calibre situado sobre un canapé de madera negra. Vestida con un mullido edredón nórdico, cuatro almohadas de distinta dureza y dos rulos de vivos colores se empotra contra un cabecero de madera con una lámina que dibuja un plano de la ciudad. En él dos apliques de metal negro con luz para el trabajo desde la cama. A cada lado sendas mesillas de madera, pequeñas, con interruptores y enchufes normales y de USB. Sobre una de las mesillas, el mando de la televisión. Sobre la otra, un altavoz bluetooth de aire retro al que se puede conectar la música de nuestro móvil. Sobre la cama se ofrece un mullido y nuevo albornoz con zapatillas de material natural.
La pared del fondo aparece ocupada por una larga mesa de madera oscura negra. Sobre ella un moderno teléfono inalámbrico. Bajo ella una silla de trabajo (giratoria y con ruedas) en piel verdosa, una papelera, un minibar vacío y dos enchufes disponibles. A la derecha de la mesa y anclado a la pared hay un flexo de aire retro con buena luz para trabajar. Por encima, una enorme pantalla plana de televisión y una estrecha y larga ventana con vistas a la calle que se puede cubrir con un foscurit y unas pesadas cortinas en tono azul. Al lado de la mesa hay un generoso maletero de madera negra, y a continuación una moderna butaca tapizada en amarillo con un cojín de vivos colores. Tras ella, una enorme ventana practicable de aluminio negro, también con vistas a la calle y también protegida por un foscurit y unas cortinas azules.
En la pared de la izquierda hay un dibujo de formas geométricas y una lámpara redonda anclada a este, de luz indirecta que genera una cálida sensación. A su lado hay una pared de cristal opaco que comunica con la cabina ducha dejando entrar allí parte de la enorme luminosidad que entra por las ventanas. Detrás del cabecero, en un hueco que ofrece la madera se presenta una tabla de planchar y una plancha.
El hotel resulta tranquilo, la insonorización interior es bastante adecuada igual que la exterior, aunque por la mañana el pesado ruido de la capital (tráfico, sirenas...) entra en la habitación. Aún así el descanso no es difícil. La sensación general del dormitorio es de comodidad y modernidad.
La zona del baño arranca con un gran armario de madera abierto, sin puertas. En un cuerpo una zona de baldas y un colgador apaisado con media docena de perchas normales, una caja fuerte, una cafetera de cápsulas, un hervidor de agua y varios juegos de café, te, azúcar, tazas y vasos. En otro cuerpo hay unas revistas sobre la ciudad, y una enorme bolsa de papel para la lavandería.
Justo enfrente, a la izquierda de la puerta de entrada, una enorme encimera de mármol blanco con patas de metal acoge un exento lavabo de porcelana blanca con un poderoso y moderno grifo monomando del que sale un casi ridículo chorrito de agua. Sobre la encimera, igualmente se presenta una lata de agua mineral, una caja de plástico blanca con pañuelos de celulosa, dos toallas de manos, una pastilla de jabón en una jabonera de plástico blanco, un bote de crema hidratante y dos vasos de cristal. Anclado a la pared un secador de buena potencia. Por debajo, una papelera metálica de pedal y una toalla de lavabo colgando de un discreto toallero. Enfrente, un espejo hasta el techo, del que además cuelga un alargado aplique metálico que ofrece una potente luz.
Tras una pesada puerta corredera, también de espejo, entramos en la zona 'de aguas'. Aquí el suelo cambia de la moqueta a un porcelánico en color gris. En primer lugar encontramos el inodoro, con cisterna empotrada y dos botones de descarga. Por encima de ella una repisa con un par de rollos de papel higiénico, un toallero con dos toallas y un pie de ducha y una percha metálica para colgar el albornoz que se nos ofrecía sobre la cama. Allí mismo, y protegido por una mampara de cristal con puerta encontramos la cabina de ducha. En su interior tres botes de champú anclados a la pared y una ducha rematada en un grifo de teléfono. La temperatura es descomunal (el agua caliente casi hierve) pero la presión y el caudal resultan desesperadamente escasos. Lástima. En el techo hay un extractor de aire que funciona con la luz ofreciendo un desagradable sonido.
Por la mañana, en la recepción una joven nos atiende amablemente para realizar los trámites de pago, factura... Nos explica, además, el funcionamiento de unas consignas en las que podemos dejar el equipaje de forma segura el tiempo que necesitemos.
Calidad/precio: 7
Servicio: 8
Ambiente: 8
Habitación: 8
Baño: 4
Estado de conservación: 8
Desayuno:
Valoración general: 7.5
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