miércoles, 22 de septiembre de 2021

H10 IMPERIAL TARRACO (TARRAGONA)

H10 IMPERIAL TARRACO (****S)
Rambla Vella 2
43004 Tarragona

Habitación: 417
Fecha de entrada: 12/04/2021
Tarifa: 68,00 (AD)

Junto al balcón del Mediterráneo y rodeado de las más impactantes ruinas romanas de la ciudad, a un paso de la Rambla comercial y con impresionantes vistas al mar encontramos este hotel-de-toda-la-vida de Tarragona recientemente renovado... ¡y menuda renovación!. El impactante edificio, de seis plantas en blanco, resulta demasiado racionalista y cartesiano. Una enorme plaza circular con un parterre repleto de flores de colores permite la carga y descarga de viajeros. Allí mismo, media docena de escaleras en tonos azul mediterráneo nos dejan en el majestuoso pórtico de entrada. Dos enormes puertas automáticas de aluminio azul nos dejan en una zona una gruesa alfombra marrón ante la que se abren otras dos puertas enormes y accedemos a la recepción. El mostrador queda allí delante.

Techo alto, luz, claridad, tonos pastel entre blanco y marrón, madera nórdica en el suelo, y en el mostrador. Sensación luminosa y mediterránea. A la derecha un enorme cuadro sobre un amplio sofá en terciopelo color cobre y varias sillas y mesas bajitas. A la izquierda tras tres o cuatro escaleras se abre un enorme espacio que incluye una zona de espera con una escultura de un dios en arcilla y hacia el fondo el bar, y el restaurante. La música, la luz, el aroma resultan deliciosos. 

En la pared del fondo y bajo un mural también de arcilla está el mostrador, en madera nórdica y mármol blanco. Tiene dos puestos de trabajo y una liviana mampara de metacrilato entre medio por protocolo sanitario. A un lado una lámpara blanca en forma de jarrón, al otro un jarrón con flores. Varios botes con bolígrafos. Nos atiende un joven algo frío y distante. Nos cobra la estancia -dice que es que había gente que se iba sin pagar- y nos entrega la llave de la habitación en un cartoncito donde está la clave del wifi que funciona perfectamente en todo el hotel. Antes de seguir hacia adelante nos pide tomarnos la temperatura con un termómetro de pistola.  

Subimos las escaleras y llegamos a los ascensores. Son dos. De puertas metálicas azules oscuras. El interior es muy nuevo. Botonadura metálica que pita al pulsarse, paredes de madera hasta media altura y enteladas en azul cielo a partir de ahí. La pared del fondo con espejo. Suelo de madera y techo con cuatro puntos de luz. Se abren a un recibidor amplio y luminoso con algunos cuadros de colores en tonos azules y rojos. Moqueta gruesa en azul y verde, pasillos anchos, iluminados a través de una moldura en el techo, aunque a nuestro paso se encienden otros puntos de luz. Puertas de madera clara con un pomo en metal negro. Un lector de tarjeta redondo por sensor. Sobre la puerta unos apliques de luz, como si fueran sirenas incluyen el número dela habitación. 

Dentro esa sensación mediterránea continúa. El suelo abandona la moqueta y se convierte en una agradable madera nórdica. A la izquierda de la puerta tenemos dos interruptores de luz y la ranura para meter la tarjeta, todos en blanco -como en el resto de la habitación-. Y allí mismo está el dormitorio. El tamaño es justo, quizá echamos en falta una mesa para trabajar, pero la cama llama tan poderosamente la atención que quién querría trabajar en una mesa habiendo esa cama. Grande, con un comodísimo colchón, seis almohadas de distinta dureza y grosor, vestida con un elegante y suave nórdico de listas. Aparece empotrada contra un bajo cabecero en madera blanca. Sobre ella una pared también blanca hecha como con sogas marinas. Incrustados aquí hay dos pequeños apliques en blanco a modo de potentes reflectores dirigibles para la lectura desde la cama. A cada lado de esta hay sendas mesillas mesillas de madera con cajón. Sobre ambas, sendas lámparas metálicas en negro. En una de las mesillas hay un teléfono, un bolígrafo y un bloc de notas. En la otra el mando de la televisión. Interruptores para todas las luces, un enchufe disponible y otro para USB. Además hay un interruptor que activa el ventilador de madera que hay en el techo. 

En la pared del fondo hay una ventana de aluminio azul con vistas aquí a la piscina y al Teatro de Tarragona, allí cerca al mar, y allá lejos a la zona industrial. Luz a raudales. Protegida por un foscurit blanco y un visillo en el mismo tono no impiden que la luz de la mañana se cuele en el dormitorio. Bajo la ventana hay una pequeña mesa redonda, baja con otra lámpara a juego con las de las mesillas, con varios avisos sobre seguridad sanitaria del hotel y una caja de bombones de cortesía. El juego de luces es muy agradable y la sensación es suave y relajante. En el techo hay una moldura de escayola que recoje una tira de led que rodea todo el dormitorio, quizá algo fría. 

En la pared de los pies de la cama hay anclado un enorme televisor plano y a su lado un display digital con el logo de la cadena que sirve para gestionar el aire acondicionado que funciona perfectamente y sin apenas ruido, incluso con posición automática. En la pared en la que está la puerta de entrada encontramos a la derecha un espejo enorme enmarcado en madera y una butaca en tela azul. Y a la izquierda un armario de tres cuerpos. En el primero dos baldas y una bandeja con una botella de agua de cortesía, una máquina de Nespresso con varias capsulas, azúcar, galletas y tazas y debajo el minibar vacío. Los otros dos cuerpos están protegidos por unas puertas de madera blanca con lamas dando una sensación muy marina. El interior se ilumina con una tira de led cuando se abre la puerta. Hay una zona de maletero, un colgador alto y otro bajo, media docena de perchas normales, dos cajones, la caja fuerte y un calzador. 

El descanso se hace muy fácil. La insonorización interior del hotel es fantástica. La exterior también. Pese a tener cerca las vías del tren y el puerto no se oye ningún ruido. 

La puerta del baño es blanca, a juego con la de los armarios. Roza un poco en el suelo y no se puede cerrar del todo si no es haciendo ruido. Dentro el espacio es adecuado e igualmente mediterráneo. Suelo de madera igual que la habitación, paredes en baldosas blancas y azules de bonito color. A la derecha encontramos un armario blanco sobre el que se empotra el lavabo. De la pared sale el grifo que se maneja con un monomando situado al lado. Sobre ello, un enorme espejo hasta el techo. Dos toallas de lavabo, dos vasos de cristal, una pastilla de jabón, un bote de champú, de gel, de crema hidratante y de acondicionador de pelo completan las amenities. En la pared hay un espejo de aumento y dentro del armario un secador de buena potencia. La iluminación es muy agradable. Tres puntos de luz en el techo, un aplique en la pared que funcionan todos a la vez, y una tira de led remetida en el techo de la ducha, para darle un toque más íntimo al baño.

Después del lavabo está el inodoro de cisterna exenta. Enfrente, y bajo un cuadro divertido de un niño marinero, una papelera metálica de pedal. Todo el fondo es la cabina de ducha. Enorme. Protegida por una mampara fija de cristal hasta el techo. Suelo en blanco, paredes de baldosas vainilla y azul. Un teléfono de ducha y un enorme rociador de efecto ducha empotrado en el techo. La temperatura es colosal, la presión adecuada y quizá falte un puntito de caudal. Un toallero anclado a la pared ofrece dos toallas descomunales de baño con el logo de la cadena. Junto con las de manos y el pie de ducha, algo pequeño, completan el fenomenal juego de lencería. Quizá echamos en falta una repisa en la que dejar el bote de jabón.

Por la mañana, en un luminoso, moderno y agradable comedor acristalado con vistas al mar o a la piscina se sirve un impresionante buffet de desayuno. Una atenta empleada se encarga de que no falte de nada. Platos calientes (huevos fritos, revueltos, bacon, chorizo, salchichas, verdura...) fiambres y quesos, frutos secos, un fantástico surtido de zumos, mantequillas y mermeladas, fruta cortada, chocolatinas... Todo ello completado con un café de Nespresso.

Tras ello, en recepción una amable y sonriente joven vestida sin uniforme se encarga de preguntarnos si hemos estado a gusto, si nos ha gustado el hotel, y si necesitamos ayuda para seguir nuestro viaje. Al menos nos vamos con una sensación mucho más cálida de la que recibimos al llegar.

Calidad/precio: 10
Servicio: 9
Ambiente: 10
Habitación: 9
Baño: 9.5
Estado de conservación: 10
Desayuno: 9.5

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