lunes, 14 de diciembre de 2020

IBIS GIRONA COSTA BRAVA (GERONA)

IBIS GIRONA COSTA BRAVA (**)
Francesc Ferrer 16
17006 Gerona 


Habitación: 317
Fecha de entrada: 14/07/2020

Tarifa: 59,00 (AD)

A las afueras de la ciudad, cerca del Hospital Trueta y rodeado de vegetación y zonas residenciales, un edificio de granito gris, de cuatro alturas en forma de U acoge dos hoteles de la marca Ibis. Uno normal y el otro de la versión más económica Budget.  Varias barreras cierran el espacio del parking (uno reservado para vehículos eléctricos de alta gama) y un pequeño jardín con una terraza algo desordenada con sillas y mesas de plástico con el logo de una marca de cerveza. 

Las puertas de ambos hoteles están una junto a la otra, separadas por unos pequeños parterres. La nuestra, la de la derecha, tiene  dos puertas de cristal correderas. Entre medio de ambas bajo una pared roja y sobre una mullida alfombra encontramos un carro portaequipajes. Ya en el interior, a la izquierda, unos sofás de piel roja, casi inutilizados por falta de espacio, se amontonan junto a la cristalera casi tapados por unas máquinas de vending. A la izquierda varios displays y cartelería aludiendo al covid y destacando algunas imágenes del hotel. Junto a unas vitrinas que ofrecen a la venta productos de la zona encontramos el mostrador de recepción en madera gris con dos puestos de trabajo en madera más clara y protegidos por una descomunal mampara de metacrilato. Sobre todo el mostrador cuelga una alargada lámpara de tulipa roja de tela. Tras el mostrador, en la pared de madera del fondo varios carteles ofrecen a la venta mascarillas con el logotipo de la cadena.

Nos atiende una señora con rapidez y diligencia, aunque las mamparas nos impiden escuchar bien y dificultan la buena relación con ella. Nos ofrece la posibilidad de pagar la habitación en ese instante, cosa que aceptamos para evitar colas a la salida y nos entregan la factura rápidamente. Nos explica el funcionamiento del wifi que es libre, gratuito y sin contraseña, y el horario de desayunos. 

Hacia la derecha se abre el bar, junto a un tótem con algo de prensa y varias pantallas con las noticias en directo. El bar, que está allí mismo sin apenas separación más allá de algunos maceteros, tiene varias mesas ocupadas generando bastante bullicio. También a la derecha, después de un largo armario bajo con un lustrazapatos automático está la puerta blanca que da acceso a las habitaciones de la planta baja y al ascensor. La sensación es de calor, de luz fría, de escasa acogida.. Suelo porcelánico marrón en el suelo, techos blancos y algo de ruido proviniente de la cámara frigorífica y de otros artilugios del bar.

El ascensor es nuevo. Largo y estrecho. Suelo de mármol, paredes de madera y un espejo al fondo. Botonadura metálica. Un altavoz va indicando los pisos por los que pasamos. Todo lleno de carteles con información sobre los pestillos de la ventana, lo que hay en las habitaciones, medidas de seguridad... Salimos a un rellano por el que bajan las escaleras. Suelo de mármol gris algo desvencijado. Una puerta grande de madera blanca con un tirador de metal nos lleva al pasillo de las habitaciones, muy dañado de golpes y arañazos con el paso de las maletas. Moqueta de color verde con detalles florales en rojo algo desgastada. La luz quizá excesiva, amarillenta y fría. Las puertas de las habitaciones en madera clara con pomo metálico. 


Tras la puerta destaca el frescor de la habitación con el aire acondicionado encendido. Paredes de estuco blanco, suelo de madera clara mate, quizá demasiado apagada del exceso de cuidado químico de la limpieza. A la derecha un interruptor blanco activa al luz general de la habitación. A continuación la puerta del baño con un pomo metálico algo anticuado. Un paso más adelante el dormitorio, que no es ni grande ni pequeño: suficiente. 

Hacia la derecha encontramos el antiguo y sencillo display del aire acondicionado: rueda para la temperatura, selección de potencia y botón de encendido y apagado. Funciona en silencio y de forma bastante eficaz. En el centro la cama, típica de la cadena, con un fino canapé de tela negra y un sencillo, fino y cómodo colchón. La cama es grande para ser individual y algo escasa para ser doble. Aparece vestida con dos almohadas y una simple sábana sin más. La lencería es agradable al tacto y el colchón cómodo para el descanso. El cabecero de la cama, también en madera clara, incrusta sendas mesillas pequeñas. Sobre ellas hay dos pequeños apliques con un pequeño interruptor que dan el toque más cálido a la luminosidad del espacio. Entre la cama y la pared de la ventana hay un incómodo sofá-maletero en el que hay dos enchufes, algo alejados de la mesilla. 

A los pies de la cama hay un espejo de cuerpo entero y un armarito de madera oscura con la televisión plana empotrada en él. Sobre el espejo un aplique de luz algo fría. A continuación y hasta la ventana un armario en esquina, sin puertas, con dos cuerpos. Por un lado una barra para colgar ropa en unas perchas de plástico normales y por otro un módulo con varias baldas. 

En la pared del fondo bajo la ventana hay un escritorio de forma curva, con bastantes desconchones  con una vieja silla giratoria de metal y madera algo ruidosa. Sobre el escritorio, un viejo teléfono con una luz roja encendida todo el tiempo. La ventana, que está sucísima, se protege por un foscurit de color gris metálico. Las vistas no merecen la pena: al patio interior que forman los edificios que componen sendos hoteles.

El mantenimiento general del espacio es mejorable. Hay algunos óxidos en el baño y esconchones en armarios y rodapiés. El hotel es tranquilo y la insonorización exterior es perfecta. Sin embargo, la insonorización interior puede ser mejorable ya que escuchamos las voces en el pasillo durante la madrugada.

El baño es adecuado de tamaño, pero quizá demasiado usado. Porcelana blanca en el suelo y baldosas blancas en las paredes. Detrás de la puerta el inodoro con la cisterna incrustada en la pared. A su lado una papelera con una bolsa negra de plástico. Encima un extractor que no funciona. A la izquierda de la puerta una encimera de fibra de vidrio blanca acoge el lavabo con un grifo monomando bastante cuidado. La presión y el caudal son correctos sin más. Y la temperatura formidable. Bajo el lavabo un toallero metálico algo roñoso en el que cuelgan las dos piezas de lencería que se ofrecen: dos toallas de tamaño mediano blancas algo justas de calidad. Anclados a la pared, un secador de pelo potente y un bote de champú/gel/jabón. Sobre el lavabo un espejo enmarcado en madera con sendos apliques de luz a cada lado que iluminan bien la estancia para el afeitado y maquillaje.

La ducha está protegida por una mampara de cristal. Amplia, con un grifo nuevo al que le falta presión y caudal. La temperatura sin embargo es excelente. Dentro de la cabina de ducha hay dos ganchos para colgar las toallas, un pie de ducha doblado y otro bote de champú/gel anclado a la pared. 

Por la mañana, en el bar situado junto a la recepción se sirve un desayuno buffet atendido por causa de la pandemia. El surtido y la calidad son algo justitos: tortilla congelada, zumo de bote de un único sabor multifrutas, café flojo, embutidos (jamón de york, pavo, chorizo y jamón serrano), queso, tostadas y bollería industrial, mantequilla y mermelada. Sólo se salva el pan recién hecho.

Al haber pagado la tarde anterior, la despedida es inexistente. Adiós.

Calidad/precio: 7.5
Servicio: 7.5
Ambiente: 6.5
Habitación: 6.5
Baño: 6
Estado de conservación: 4.5
Desayuno: 5

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