miércoles, 6 de mayo de 2020

EUROSTARS MADRID TOWER (MADRID)

EUROSTARS MADRID TOWER (*****)
Paseo de la Castellana 259
28046 Madrid

Habitación: 2510
Fecha de entrada: 03/07/2019
Tarifa: 170€ (AD)


En una de las cuatro torres del final de la Castellana que han cambiado el paisaje urbano de la ciudad se encuentra este espectacular hotel, sobre una enorme plaza con una generosa explanada, con algunos grandes maceteros, en la que estacionar el vehículo. Nos acercamos con el mismo hasta la puerta con idea de descargar el equipaje y que alguien se hiciera cargo del mismo, pero un correcto botones nos indica que no hay servicio de valet y que bajemos nosotros el coche al garaje del hotel y desde allí subamos a recepción con el equipaje. 

La recepción, para un edificio tan grande, resulta justa de tamaño. De forma curva. En el centro, una enorme puerta giratoria. Paredes de cristal a la calle por las que entra la luz de la ciudad que contrasta con lo negro de paredes, techo, cortinas, alfombras y sofás. A la izquierda antes de unas escaleras que bajan hay una mesa, algo alejada, con chucherías y bebidas de bienvenida. A la derecha hay un largo sofá para esperar a los clientes, situado sobre una alfombra de pelos largos. Frente a la puerta, embutidos, en la pared, dos mostradores de recepción. Llenos de empleadas. Tres puestos en cada uno. Nos atiende una joven que está al teléfono. Empieza el proceso de check in pero enseguida sigue con su llamada de teléfono y pasa la misión a otra compañera. Simpatiquísima. El proceso es largo, y tedioso, pero la empleada lo hace agradable. Nos pregunta por nuestro viaje, por el clima, por nuestra ciudad, nos explica todos los servicios del hotel y sus horarios, el wifi que es gratuito en todo el hotel con una clave extraña. Nos entrega las tarjetas que hacen de llave de la habitación y nos desea que disfrutemos de la estancia y que nos guste el hotel.


Avanzamos hacia la derecha y casi ocultos al fondo encontramos el bloque de ascensores. Hay seis, pero tardan más de lo debido en llegar. La espera se hace algo larga viendo cómo los otros suben y bajan en las pantallas digitales ubicadas sobre las enormes puertas metálicas. Dentro todo es enorme: anchura y amplitud, espejo en la pared del fondo, botones a ambos lados y una pantalla interior que indica velozmente el piso por el que se está pasando. Cuando las puertas se abren en el piso 25 salimos a un rellano gemelo del de la planta baja. A la izquierda encontramos un pasillo que en suave arco gira a derecha e izquierda. Un placa metálica indica la ubicación de las habitaciones. La nuestra queda hacia la derecha. Caminamos por el pasillo curvo. Suelo de moqueta limpia en tono verdoso. A la izquierda, en una pared forrada en madera con luces retranqueadas encontramos las enormes puertas de las habitaciones. A la derecha, también madera y algunos huecos en los que se disponen murales con motivos olímpicos. Techo muy alto, calma y elegancia. Junto a la puerta de la habitación hay una repisa como para dejar una bandeja, y sobre ella el número de la habitación. Acercando la tarjeta al pomo de la puerta esta se abre.

El suelo deja la moqueta para convertirse en madera rojiza brillante muy cuidada. A la derecha hay una larga pared de madera algo más oscura con un par de murales altos y estrechos con dibujos de proyectos y bocetos de la torre. También un interruptor de la luz con un selector de distintas posiciones lumínicas. A la izquierda, una pared de cristal con un vano (sin puerta) que hace de entrada al baño. Un poco más adelante, y también en cristal las dos puertas plegables del armario. Enorme y empotrado con una zona de colgador alto, otro corto, cajones, y baldas. Un montón de perchas normales de distintos tipos, dos albornoces mullidos con sus zapatillas, una caja fuerte, unos almohadones y mantas de repuesto, una plancha y una pequeña tabla de planchar. 


Justo enfrente y en el vértice de acceso al dormitorio está el display del aire acondicionado que funciona perfectamente en la posición auto. Un botón para seleccionar potencia y una rueda para marcar la temperatura. Quizá un punto ruidoso en las posiciones más potentes. Y allí mismo comienza el dormitorio. Enorme y generoso de tamaño. Elegante. A la derecha una pared revestida en piel gris metálico con una televisión plana. Bajo ella hay un largo maletero de madera clara casi dorada con lamas de metal que lo protegen. A continuación un escritorio con una mesa, una silla de madera tapizada en un gris verdoso. Sobre la mesa, unos cuantos folletos con servicios del hotel, y una bandeja de cortesía con café, té, un hervidor y un par de tazas. Además, una lámpara de trabajo direccionable y varios enchufes para los gagdets tecnológicos. Bajo la mesa, tras una puerta de piel clara  encontramos el minibar de surtido tan espectacular como sus precios. Además hay una papelera de piel negra. Quizá echamos en falta, por la categoría, algunas botellas de agua de cortesía.

Junto a la mesa y justo antes de la ventana encontramos un dispositivo de planchado de vapor especial para camisas, vestidos... Sin duda lo más espectacular de la habitación es la ventana, de techo a suelo y de lado a lado que ofrece unas increíbles vistas a la ciudad, protegida por una cortina que sube y baja desde un mecanismo electrónico situado junto a la cama. Por delante de esa cortina, un visillo en tono verde metalizado. Las vistas hacia la Castellana son impresionantes. Aquí la torre Cepsa, allá al fondo todo el eje de Castellana y el centro de la ciudad. Impresionante. La luz de la mañana se cuela entre la cortina y el visillo, pero con esas vistas casi merece la pena dormir con la cortina subida y el visillo descorrido. Bajo la ventana hay un sofá una butaca metálica tapizada en color crudo, una mesa redonda de centro de cristal, y una lámpara baja de pie con pantalla blanca. 

La cama resulta impactante y cómoda. Cubierta por un edredón blanco con elegantes listas. La lencería de cama es de hilo muy agradable y aparece recubierto en los pies con un plaid en tono verdoso como haciendo aguas. Cuatro almohadas de distinta dureza y grosor. En un lado de la cama hay una mesilla redonda, sobre la cuelga desde el techo una lámpara metálica en negro. Gemela de la que hay al otro lado, aunque allí la mesilla es rectangular, generosa, con un teléfono moderno de voz sobre IP, un bloc de notas y un librito guía de los hoteles de la cadena Eurostars. Sólo en este lado, y algo alejado de la cama, hay un enchufe disponible. 

La cama aparece empotrada contra una pared, que cambia el tono gris metálico del resto de la habitación por un tono dorado como diseñando un cabecero. En él salen dos brazos direccionables de lectura. Además hay un display para manejar las luces que ofrece cuatro ocpiones desde el encendido total hasta la total oscuridad pasando por dos escenarios de lectura, relax y baño. El juego que ofrece la luz resulta muy efectista y agradable, a la par que cómodo.

El descanso se hace fácil gracias a la cama, aunque se escuchan algunos portazos en el pasillo y los gritos de alguna pareja desenfrenada que debe andar celebrando algo. Por supuesto la insonorización exterior, con dos cuerpos de cristal y a esa altura resulta sobrecogedora.

El baño es elegante. Quizá algo justo de tamaño, para la categoría. Suelo de mármol negro y paredes de teselas en tono cobrizo y cristal. Frente a la puerta hay una encimera de mármol negro sobre la que descansa un poderoso lavabo de piedra negra con un enorme grifo direccionable y moderno. Junto a él, un par de vasos, y una bandeja con las amenidades de baño, algo escasas para la categoría. Un gorro de ducha, gel, champú, crema corporal y una pastilla de jabón todo ello en los típicos botes preparados para la cadena bajo la marca Aguas de Ibiza. Sobre la encimera y hasta el techo hay un gran espejo, en el lado izquierdo un espejo de aumento y en un cajón bajo la encimera un potente secador de pelo. 
En la parte derecha del baño hay una bañera. Su pared del fondo, que daría a la habitación, está protegida por un cristal y unas lamas de madera que pueden abrirse y cerrarse para dejar pasar la luz y la visión del dormitorio y viceversa. A la izquierda de la entrada encontramos dos puertas de cristal opaco de techo a suelo. Tras una de ellas encontramos el inodoro. Tras la otra, una buena cabina de ducha con una columna con efecto hidromasaje, alcachofa manual y regadera efecto lluvia, con una potencia, caudal y temperaturas envidiables. 

La iluminación del baño resulta algo escasa. La del lavabo resulta incómoda para verse bien en el espejo y las cabinas del inodoro y de la ducha pueden resultar algo oscuras. En un calienta toallas se ofrecen dos enormes toallas de ducha blancas que junto con dos toallas de mano que cuelgan de la encimera del lavabo y con los dos albornoces y una alfombrilla para la ducha y la alfombra completan el juego de lencería de baño: todo el blanco, mullido y correcto. Quizá echemos en falta alguna percha o gancho en el que poder colgar las toallas usadas. 

Por la mañana en la planta 30 se sirve un enorme buffet de desayuno. Tan enorme como desorganizado. Mesas demasiado juntas, mucho grito, demasiada gente... El servicio se encarga torpemente de servir el zumo de naranja natural y el café, aunque hasta la tercera no atinan con el café solo que les habíamos pedido. El surtido es descomunal. Todo lo imaginable y algo más, situado en la pared del fondo. Las vistas, maravillosas al amanecer de la ciudad. Lástima de gritos, gente moviéndose y espacio demasiado abigarrado.

La salida del hotel por la mañana resulta algo lenta. Las recepcionistas no dan a basto con la salida de gente a primera hora y nos toca esperar para simplemente decir que nos vamos y recoger la factura, porque el pago ya estaba hecho. Cuando nos atienden una joven, agobiada por la cantidad de clientes que hay esperando apenas nos pregunta qué tal ha estado todo. 

Calidad/precio: 9
Servicio: 9
Ambiente: 9.5
Habitación: 9

Baño: 9
Estado de conservación: 9.5

Desayuno: 7
Valoración General: 9

No hay comentarios: