lunes, 7 de septiembre de 2020

BAROSSE (JACA - HUESCA)

BAROSSE (****)
Estiras 4
22712 Jaca (Huesca)

Habitación: Ermita
Entrada: 27/12/2019
Tarifa: 198 A+D

En una pequeña pedanía a dos kilómetros de Jaca, bajo la Peña Oroel, rodeado de modernos chalets para enamorados de las montañas, en medio del silencio sólo roto por el tañido de las campanas de la antigua iglesia, encontramos Barosse. Una casa nueva, construida con viejos sillares en medio de un pequeño jardín cuidado y decorado con velas, estanques... y fabulosas vistas a la primera línea de los Pirineos.

Al hacer la reserva preguntamos por cómo llegar hasta allí tras nuestra etapa del Camino de Santiago, y ya nos sorprende que el propio Gustavo (uno de los propietarios) se ofrezca a recogernos en su coche. Si eso no es hospitalidad...

Tras la puerta principal de la casa nos abre José, el otro propietario, que nos recibe en un espacio poco definido que hace de recepción. No es grande, más allá que un recibidor de una casa de ese tamaño. A la derecha una abigarrada estantería llena de productos a la venta (desde humidificadores a vinos pasando por embutidos de la zona). A la izquierda una mesa decorada de Navidad con rosas y una lámpara de mesa. Frente a la puerta, junto a una puerta sobre la que hay un cartel que indica el nombre de la habitación Iglesia, hay un aparador y un atril con un libro de firmas. Paredes blancas. Aroma a incienso muy suave. Luz. 

José nos ve cansados de la caminata así que sin más nos entrega la llave de la habitación y de la casa en un llavero de madera con el nombre "Ermita" grabado en él. Mientras nos explica el funcionamiento del wifi gratuito y veloz en todo el edificio se hace cargo de nuestro equipaje y nos invita a bajar por las escaleras que nacen allí mismo con la promesa de enseñarnos el comedor (donde además de una chimenea hay un servicio de café y te gratuito para los huéspedes y un bar a disposición de los clientes en el que prepararse una copa y anotar la consumición en un papel) y la sala de estar, con varios sofás, una pequeña biblioteca y una chimenea. 

Desde esa sala, salimos de nuevo al jardín. A la derecha una pequeña fuente completamente helada. Sobre el césped un par de árboles de Navidad hechos de luces. A la izquierda, una construcción exenta, con un ábside y piedras de mampostería como si de una ermita se tratara. Bajo un túnel creado con una enredadera encontramos la puerta, de madera, con llave normal. Un felpudo separa el suelo exterior del interior.

Tras la puerta suena de fondo una música que proviene de un formidable bafle conectado a un iPad con varias listas de música, aunque también podemos conectar nuestros dispositivos. Queda detrás de la puerta un armario de madera negra y cristal, sobre el que hay una pecera con plantas, que ofrece una botella de agua de cortesía con un par de vasos de cristal rojo. El resto de la habitación se abre hacia la derecha. Tejado a dos aguas de madera gris muy cuidada. En el centro un ventilador de techo. Suelos de porcelana marrón muy limpia.

Delante de la puerta, sobre una alfombra de esparto se ubican dos cómodas butacas tapizadas en marrón con una mesa redonda de centro en madera y mármol. Quizá les falte una lámpara de lectura. Sobre la mesa, además de una guía de hoteles de la cadena, un jarrón con una vela encendida. Tras el conjunto se encuentra la cama. Sumamente confortable. Una sola cama formada por dos colchones sin que apenas se note la junta. Suaves sábanas y un nórdico recubierto en tonos azules grises y blanco con motivos vegetales. Cuatro almohadas y dos cojines. Un cabecero de forja clásico y todo ello apoyado sobre una pared de mampostería como si fuera original de la ermita. A cada lado sendas mesillas de corte antiguo, en madera con tapa de mármol. Sobre ambas, altas y estilizadas lámparas de noche de metal y cristal  terminadas en clásicas tulipas de tela como de leopardo. Sobre las mesillas dos velas con portavelas. En la pared, dos apliques de metal de motivos vegetales con cristales de colores que dan más luz, aunque no suficiente para la lectura desde la cama. Una pera enrollada entre los barrotes del cabecero permite apagar las luces de los apliques de la pared. Todas las luces, indirectas, permiten crear distintas atmósferas bastante agradables. Hay que mover las mesillas para encontrar un par de enchufes disponibles tras ellas, aunque junto a la puerta de entrada hay otro con unos cuantos.

Junto a la mesilla derecha hay una puerta de madera y cristal que permite el acceso a un jardín privado con impresionantes vistas a las montañas pirenaicas.

A la derecha de la puerta hay un armario exento, de madera y puertas de cristal cubierto de tela. De corte clásico. En su interior dos baldas forradas de terciopelo rojo y leopardo, y una barra colgadora con una docena de perchas de distintos formatos (pantalones, chaquetas, con pinzas para faldas...). Además un par de albornoces y zapatillas. Cuando José nos explica todo se ofrece a traernos un albornoz más grande y acorde con nuestra talla. Junto al armario un enorme ventanal al jardín. Cubierto por una cortina blanca y unos portillos que lo aíslan del frío y la luz. 

En la pared de enfrente a la puerta, en el rincón, encontramos una hermosa chimenea metálica preparada para encender el fuego (leña, pastillas y cerillas). Junto a ella un juego de herramientas para controlar el fuego y una cesta metálica con leña de sobra. A continuación el pequeño armario antiguo de madera con un espejo, como de lavabo antiguo, con el iPad y el altavoz. Y a continuación ocupando toda la pared, un enorme espejo con un marco de madera dorado de corte clásico. Diseminados por las paredes algunos corazones coloridos con alas, con fuego, de espejos...

La sensación es agradable, cálida. La decoración sutil. El descanso es reparador. El silencio resulta sobrecogedor, y la oscuridad es total hasta la mañana, cuando por la ventana del baño ubicada en el ábside y cubierta con un cristal como nacarado se cuela la luz de la mañana. Lástima que de vez en cuando se escuche un chasquido como de la puesta en marcha de un sistema electrónico para controlar algo de la habitación. Si no, el silencio sería total.

El baño está separado de la habitación sólo por dos muros que no llegan hasta el techo y un vano protegido por unos leves visillos grises recogidos con lazos en los muros. A la derecha encontramos el inodoro, con cisterna incrustada en la pared, y bajo una pequeña ventana protegida con un rete antimosquitos y vistas al jardín. A su lado, cuelga de la pared un perchero antiguo con tres ganchos. 

A la izquierda del baño está el lavabo. Único, de porcelana blanca y con encimera, sobre ella un bote negro decorativo y una cesta de porcelana en forma de bañera con las amenities (de Clarins -champú, gel, crema corporal y jabón de manos-). La pared que rodea el baño está alicatada en porcelana verde brillante de pequeñas y cuadradas baldosas hasta media altura y de ahí al techo, de pizarra y en una bolsita de tela se ofrecen tizas para pintar. Sobre el lavabo, un antiguo espejo ovalado con marco metálico. Los curiosos interruptores encienden dos bolas de luz ubicadas a cada lado del espejo, pero insuficientes para el maquillaje y verse bien. En un hueco de la pared, dos vasos de cristal. Bajo el lavabo una papelera y un armarito de madera con dos cajones en los que se ofrece el correcto secador de pelo. La grifería  monomando funciona a la perfección. En todos los grifos temperatura, caudal y presión envidiables. 

De frente encontramos en perpendicular al ábside una enorme bañera de hidromasaje. Casi doble, con sendos reposacabezas de piel oscura. En la pared de mampostería del ábside se ofrecen varias velas grandes para crear bonitas sensaciones lumínicas. En el techo, una regadera efecto lluvia increíble tanto por su caudal como por la instantaneidad de la temperatura. Suerte del enorme tamaño de la bañera que hace que no saquemos demasiada agua fuera al ducharnos. Además de los albornoces, el fenomenal set de lencería se completa con dos toallas de lavabo y dos de ducha. Todas ellas blancas, generosas, mullidas, nuevas y limpias. Además un enorme pie de ducha. Todo ello se ofrece en unos antiguos toalleros metálicos con angelotes y corazones. 

Por la mañana en el salón del edificio principal se sirve el desayuno buffet, aunque José siempre está pendiente por si queremos alguna otra cosa. Una mesa comunal que se comparte con el resto de huéspedes, la chimenea encendida, música suave sonando de fondo. Zumo de naranja, o de manzana, zanahoria y jengibre, embutidos y quesos de la zona, fruta cortada, tortilla de patata, pan, yogures especiales de vaca, cereales preparados especialmente para la casa, croissants recién hechos, trenza de Almudévar y bizcocho casero, mantequilla y mermeladas. Una enorme colección de tés y una cafetera de Nespresso permiten recrearse a primera hora de la mañana. Que el horario del desayuno empiece a las 9 indica que allí se va a descansar y desconectar. Aunque José nos avisa que si necesitamos desayunar antes, no hay problema y que nos lo prepararían.

Luego, en ese recibidor que hace de recepción, Gustavo desde el móvil nos prepara la factura, recogiéndonos los datos que no entregamos a la llegada porque José nos ahorró el trámite en favor de nuestro descanso. Nos pregunta por nuestra estancia, por si nos ha gustado, nos ofrece varias indicaciones para seguir nuestra ruta y nos invita a volver pronto.

Calidad/precio: 10
Servicio: 10
Ambiente: 9.5
Habitación: 9.5
Baño: 10
Estado de conservación: 10
Desayuno: 9.5
Valoración General: 9.5

No hay comentarios: