lunes, 18 de febrero de 2019

NOVOTEL BARCELONA SANT JOAN DESPI (BARCELONA)

NOVOTEL BARCELONA SANT JOAN DESPI (****)
Carrer de TV3, 2
08970 Sant Joan Despi (Barcelona)

Habitación: 512
Fecha de entrada: 18/03/2018
Tarifa: 67€ (AD)


A la entrada de la ciudad por la A2 a pie mismo de autopista en una zona amplia con otros edificios hoteleros y el enorme complejo de la televisión autonómica catalana. Un edificio cuadrado en granito gris con ventanas que hacen algo de espejo. Siete alturas terminadas con un remate con el logo de la cadena. Delante del hotel es imposible parar, aunque junto a la puerta hay una pequeña zona ajardinada para un carga y descarga rápido. Un poco más adelante sí que es posible encontrar plazas de aparcamiento.

La puerta corredera se abre automáticamente bajo un pequeño techo metálico en el que en una vitrina se ofrece información del hotel y bajo el que hay un enorme óculo en metacrilato blanco a través del que se ve la zona de juegos infantiles que ofrece el hotel. En el suelo, una alfombra que combina el metal y la tela. Dentro el espacio es amplio. Iluminado con mucha luz, quizá algo fría. Al fondo, un bullicioso bar con la televisión a volumen alto. Aquí delante varios sofás y un par de mesas altas con ordenadores y la zona de juegos infantiles con varias playstations. A la derecha de la puerta, casi oculta, queda la recepción. Aunque el corte de todo es "moderno" algo respira una cierta sensación de antigüedad. 

Los mostradores de recepción, dos, en madera rojiza y rematados con un cristal con el logo del hotel así lo demuestran. Todo muy abigarrado y junto, en una pequeña zona en la que se amontonan una vitrina con objetos que vende el hotel y un par de posters con información sobre el hotel y la ciudad. Tras el mostrador, colgando de una pared también en madera rojiza una televisión con información del hotel y un reloj digital. Nos atiende un joven que nos pide de nuevo todos los datos (la reserva hasta está pagada). Copia del DNI, copia de la tarjeta y luego llega el momento de las firmas: hay que firmar el parte de viajeros, no sé qué de la tarjeta, no sé qué de la reserva... Tedioso. Y más porque es medianoche y estamos cansados. Por fin nos asigna la habitación, y nos da la tarjeta. Por el wifi tenemos que preguntar nosotros, que es gratuito y veloz en todo el edificio. Por el desayuno también tenemos que preguntar nosotros.

Dos pasos hacia atrás y en ese amplio hall de luces frías encontramos los ascensores. Dos. Modernos, de puertas metálicas correderas. Dentro son generosos de tamaño. Moqueta en el suelo y paredes de madera con algún espejo. Varios carteles del hotel cuelgan de sus paredes. Sorprende uno que avisa de posibles "atascos" en el desayuno en función del horario al que vayamos.

El ascensor abre sus puertas a un pasillo que corre a derecha e izquierda. Suelo de moqueta marrón bastante sucia por el paso del tiempo y algo deteriorada. Puertas de madera clara. Pomos metálicos y el número de la habitación en un pequeño letrero en gris verdoso sobre la misma puerta. A derecha e izquierda del pasillo, unas ventanas con vistas al exterior por las que la luz entra durante el día. 

Tras la pesada puerta mantenemos la misma moqueta marrón viejuna que pide a gritos una renovación. Paredes en gotelé blanco algo demodé. No es necesario introducir la tarjeta en ningún sitio para activar la luz, y basta con pulsar un interruptor que enciende un sólo punto de luz ubicado en ese pasillo de la entrada y una lámpara anclada al largo escritorio que hay en el dormitorio. A la derecha hay un aparador con la caja fuerte, dos tablas con sendas barras ancladas a la pared entre las que hay un espejo de cuerpo entero hacen las veces de armario. De las barras cuelgan algunas perchas antirrobo. 

Un paso más adelante encontramos el dormitorio. De generoso tamaño y rematado por una ventana que debió tener un gran adhesivo por el exterior y que se quedó el pegamento adherido por lo que entra la luz pero no se ve bien lo que hay fuera. Vistas, aquí abajo, al pequeño jardín que rodea el edificio y un poco más allá, a la carretera que está allí mismo. La ventana protegida por un foscurit en tono arena algo desvencijado ya que no impide el paso de la luz cuando amanece. 


A la izquierda encontramos el display del aire acondicionado. Un botón de encendido y apagado, otro para la potencia y una rueda para la temperatura. No hace nada. Nada. Sólo ruido. Con el selector a 30 grados el aire sigue saliendo frío. A la derecha hay un larguísimo armario en madera blanca que enlaza un maletero generoso con un larguísimo escritorio. En él hay anclada una lámpara con pantalla de cristal blanco. Bajo ella, una cajonera con un lustrazapatos, unos folios y un set de costura. Encima del escritorio un enchufe disponible, el único en toda la habitación y el teléfono, que no está en la mesilla, ya que estas son demasiado pequeñas, una televisión plana y algunos folletos del hotel. Encima, colgando de la pared, un cuadro feo en rojo. Dos sillas, de enorme respaldo, algo incómodas para el trabajo y al final del escritorio, metido en un armario, el carísimo minibar. Junto a él, una papelera. Al final del escritorio, sobre el minibar se ofrece una bandeja de cortesía con un hervidor de agua un par de vasos de cartón y un surtido de cafés, infusiones y azúcares. 

En el lado izquierdo del dormitorio está la cama. Uno de los lados está casi pegando a la pared, por lo que el paso hacia ese lado resulta complicado. Blanca, con cuatro almohadas bastante cómodas. El colchón quizá resulte demasiado blando. Un nórdico muy agradable nos envuelve. Un pequeño cabecero en madera recoge dos minimesillas. En una de ellas un block de notas y un lapicero. Sobre ambas, dos lámparas de noche con pantalla de cristal blanco que se encienden con pequeños interruptores situados en su fuste. Luz agradable pero escasa. 

Junto a la cama, y en el espacio que hay hasta la ventana se extiende un largo sofá que puede convertirse en cama. Resulta cómodo. Vestido con una funda en tonos marrón algo sucia. Sobre él, anclado en la pared hay un aplique de luz a juego con los demás. No hay enchufes disponibles para los aparatos electrónicos, salvo el que hay sobre el escritorio, lejos, sin duda, de la cama.

El descanso es fácil. La insonorización interior del hotel no es mala, y el hotel resulta tranquilo. La exterior también es buena, aunque se escucha algo el pesado tráfico de la A2.

El baño se abre tras una puerta blanca con un pequeño pomo redondeado. El suelo es de porcelana marrón. Las paredes de baldosas blancas con algún detalle en naranja algo trasnochadas. A la izquierda de la puerta está el inodoro con la cisterna incrustada en la pared y el bidet. A la derecha, en fibra, una encimera curva de color verdoso que acoge el lavabo. Sobre ella hay un enorme espejo que incluye dos grandes apliques de luz. En general fría, pero efectiva. Sobre una madera se ofrecen un bote de champú otro de gel y una pastilla de jabón. Al otro lado, anclado a la pared, un secador de pelo de generosa potencia. El grifo, monomando, está demasiado roñoso y el difusor de aire resta potencia y caudal al agua. De una barra metálica anclada al bajo de la encimera, cuelgan dos toallas de manos.

Enfrente de la puerta está la bañera. Algo sobreelevada, lo que puede hacer incómodo el acceso y deja el grifo excesivamente bajo para los que somos altos. Protegida por una antihigiénica cortina blanca que queda casi corta. La grifería sigue siendo tan roñosa como la del lavabo y además está puesta inclinada. Las juntas de la bañera con la pared y con el resto del alicatado están bastante dañadas. La temperatura de la ducha, que es una alcachofa normal de teléfono, es correcta, pero falta un punto de caudal y otro de presión. Una barra situada dentro de la bañera ofrece las dos toallas de ducha: blancas, limpias, mullidas y generosas.

Por la mañana en un restaurante situado junto al bar y rodeado de cristaleras al jardín y la piscina del hotel se sirve un completo desayuno buffet atendido por una simpática camarera. El surtido es muy generoso: zumos, fruta cortada, embutidos, fiambres, quesos, platos calientes (huevos fritos, tortilla, revueltos, bacon, salchichas, chorizos, verduras...), distintos tipos de pan recién horneado, bollería crujiente, chocolates, galletas... y un café de máquina no muy malo. Ofrece además la posibilidad de preparar café para llevar en un vaso de cartón. Lástima que el espacio, quizá con luz demasiado artificial no sea excesivamente acogedor.

En el mostrador de recepción el mismo peñazo de siempre, pero especialmente lento. Hay que volver a dar los datos de la empresa, firmar otro puñado de papeles... pese a que ya todo estaba pagado. Con tanto rollo casi ni nos dicen adiós.


Calidad/precio: 6
Servicio: 6
Ambiente: 5.5
Habitación: 6.5

Baño: 4.5
Estado de conservación: 4.5

Desayuno: 8.5
Valoración General: 6

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