martes, 6 de noviembre de 2018

ONE SHOT COLON 46 (VALENCIA)

ONE SHOT COLÓN 46 (***)
Colón 46
46004 Valencia

Habitación: 107
Fecha de entrada: 24/01/19 
Tarifa: 56€ (SA)

Un estrecho edificio empotrado en una de las manzanas del ensanche valenciano. En la zona más céntrica y comercial de la ciudad. Ocho alturas en blanco, recientemente reformado, con algunos puntos de luz y algunos dibujos en tonos azules. Aunque la fachada destaca comparada con los edificios contiguos, nada llama la atención sobre él a pie de calle, sobre una acera repleta de escaparates. 

Unas puertas correderas de cristal con el logo azul del hotel, que permanecen siempre cerradas hasta que la recepción las activa con un botón, nos introducen en el pequeño hall. Minúsculo. Techo altísimo. Suelo negro porcelánico con dibujos geométricos y coloristas. A la izquierda el mostrador. De madera. Con dos ordenadores y dos sillas altas para que las recepcionistas se puedan sentar. Algunos folletos por encima con información del hotel. Tras él dos cuadros, que se venden. La sensación es cálida y moderna, aunque el bullicio de la calle está allí mismo. 

Una simpática joven nos recibe sonriente. Pese a que la víspera nos llegó un mail para hacer el "check-in online" (que hicimos), al llegar, no hay diferencia. Otra vez a copiar el DNI, la tarjeta... Tedioso. Por fin, nos explica el horario del desayuno (que no tomaremos), el funcionamiento del cobro del parking, firmamos un par de papeles y por fin nos entrega un cartoncito con la tarjeta de la habitación y la clave del wifi que es gratuito y veloz en todo el hotel. 

Un paso más adelante y en un recoveco protegido por algunas maderas está el ascensor. Algo antiguo pero renovado. Puertas automáticas. Un espejo en la pared del fondo, y un pasamanos en azulón. El techo algo envejecido. Las paredes negras aparecen pintadas con mensajes del hotel como si de una pizarra se tratara. 

Las puertas se abren ruidosamente en el mismo pasillo. No es muy ancho. Moqueta de figuras geométricas en verde y marrón en el suelo. Paredes de color verde. Luces indirectas a la altura del suelo. Las puertas de las habitaciones aparecen pintadas en distintos, y vivos, colores. Cada una tiene a su izquierda un brillante cuadro con el número de la habitación y colgando desde el techo un cable rematado en una bombilla. A la derecha, en la pared, varias láminas de vivos colores algo plastificadas dan el contraste de la decoración. 

Tras la puerta, gris, de apertura por contacto de la tarjeta, entramos directamente a la habitación. Sensación moderna y algo oscura. Un punto de frío. El aire acondicionado está apagado y la noche es fría. Suelo de madera algo envejecida pero limpia y agradable. Paredes grises y escasa luz: un halógeno junto a la puerta, otro sobre el escritorio y dos lámparas retro sobre las mesillas. Junto a la puerta una ranura para meter la llave de la habitación y activar las luces y el display del aire acondicionado: algo enrevesado, sin opción automática y terriblemente ruidoso, terriblemente, incluso con el sistema apagado.

A la izquierda, tras un visillo y un foscurit color arena, que no consigue parar la luz, una ventana a un estrecho patio interior decorado con formas geométricas de colores. 

A la derecha, un armario de madera empotrado, sin puertas. Una barra colgador con media docena de perchas normales. Algunas baldas y cajones y la caja fuerte. A los pies un minúsculo maletero rematado con un cojín de símil piel rojo. A continuación, el escritorio, en madera similar a la del suelo, con finas patas metálicas. La butaca, en tono azulón resulta cómoda, pero casi no nos caben las piernas bajo los hierros de las patas. Sobre el escritorio, algo de información sobre el hotel y dos enchufes: uno europeo y otro americano. Encima, como si de un enorme espejo alargado con marco de madera se tratara, está el televisor. Bajo el escritorio, un minibar de corto y caro surtido.  En la esquina final, tras otro visillo y otro foscurit, una pequeña ventana con vistas a un amplio patio de vecinos. 

Frente a la puerta están las dos camas. Colchones de buen calibre pero de ajustada anchura situados sobre unos canapés en metal morado. Los cabeceros, irregulares, en símil piel en tonos morados y marrones. Junto a las camas, dos mesillas, anchas, de cuatro patos y sin cajón. Sobre una de ellas el teléfono y un lapicero con el logo del hotel. Sobre la otra, el mando a distancia de la televisión. Dos lámparas dirigibles ancladas a la pared crean una cálida atmósfera, aunque su luz es algo escasa para la lectura desde la cama. Encima de ambas mesillas, interruptores para todas las luces y enchufes para los aparatos electrónicos. 

La cama aparece vestida con un edredón suave, pero estrecho y corto. Parece como si el calibre del colchón fuera excesivo para esa prenda. Dos almohadas de distinta dureza y grosor con unos detalles en azul. Cómodas. Aún así, el descanso cuesta. Al ser la habitación interior no escuchamos el ruido de la calle, pero la insonorización interior es terrible. Por las paredes se escucha lo que pasa en las habitaciones contiguas y las rejillas del aire acondicionado funcionan como caja de resonancia de las cosas que ocurren en los pisos superiores (voces, gritos, movimientos, aguas, duchas...). Si a eso le añadimos que el foscurit no frena la luz, y que la puerta no encaja del todo y se cuela la luz del pasillo por la rendija inferior y lateral, tenemos el completo.

El baño resulta pequeño pero suficiente. Moderno y agradable. Una encimera blanca con un lavabo poco hondo sujetada por patas de metal negro. Suelo y paredes de una curiosa imitación a granito gris bastante agradable. La grifería, moderna y grande, funciona a la perfección en el caudal, pero no conseguimos sacar agua caliente. Sobre la encimera se ofrece el set de amenities, preparado para la cadena con curiosos mensajes en las etiquetas: gel, champú, acondicionador, una pastilla de jabón y un gorro de ducha. Dos vasos de color azul. Sobre la encimera un generoso espejo con dos apliques de luz con bolas. Bajo ella, una papelera metálica. El equipo de lencería es correcto: dos toallas de manos y dos de baño, confeccionadas para la cadena con rayas: limpias, mullidas y correctas de tamaño. 

Frente a la puerta del baño encontramos el inodoro, moderno y con la cisterna empotrada en la pared con dos curiosos pulsadores. A su lado, una escobilla de baño negra. A la derecha, una enorme cabina de ducha separada del resto por una mampara de cristal de techo a suelo. La pared pasa a ser de cerámica imitando madera. El suelo, en blanco muy agradable. Una ducha de teléfono anclada a la pared y en el techo un enorme rociador de efecto lluvia. Aquí tanto la presión como el caudal y la temperatura son exquisitas. Quizá le cuesta mucho al agua ajustar los cambios de temperatura, pero por lo demás, formidable experiencia mañanera bajo el agua.

Por la mañana al salir, nos preguntan por el minibar, y también por si ha ido todo bien. La factura, el pago y poco más.

Calidad/precio: 8.5
Servicio: 7
Ambiente: 8
Habitación: 6.5

Baño: 8
Estado de conservación: 9

Desayuno: 
Valoración General: 8

No hay comentarios: