martes, 8 de mayo de 2018

HOTEL BADAJOZ CENTER (BADAJOZ)

HOTEL BADAJOZ CENTER (****)
Avenida Damián Téllez Lafuente 15
06010 Badajoz



Habitación: 125
Fecha de entrada: 30/10/2017
Tarifa: 71€ (A+D)

Un edificio de curiosa arquitectura, con un torreón con el logo del hotel, en tonos grises y con ventanas oscuras de cristales algo tintados. Distintos niveles de altura, una terraza con una piscina y un gran pórtico algo laberíntico delante de la puerta giratoria de entrada para estacionar el vehículo y permitir la descarga de pasajeros y equipajes. Ubicado en una de las avenidas exteriores de acceso a la ciudad, aunque no lejos del centro. 

Tras la enorme puerta giratoria, de cristal entramos en una amplia recepción. Aunque las paredes son de cristal, el pórtico de la entrada mitiga mucho la luz en el interior y la sensación es un poco triste y aburrida. Hacia la derecha encontramos una zona con varios sofás, butacas en tonos claros con mesas en el centro. Para esperar, o para charlar un rato. Justo enfrente está el mostrador de recepción, en madera rojiza, semicircular. Más hacia la derecha y al fondo del espacio una bonita escalera de caracol con barandilla plateada en mármol color arena, los ascensores, la cafetería, cerrada con unas paredes de cristal, y un pasillo que lleva al gimnasio y  al salón de desayunos.

En el mostrador no tenemos suerte. No encuentran nuestro nombre por ningún lado. Le indico a la joven que atiende que quizá esté con mi segundo apellido. Tampoco. Ella no puede hacer nada, dice. Le digo, vaya a la pantalla X y ponga mi nombre, así verá todas las reservas que hay hechas para mí, y veremos si es que se han equivocado de fecha. Efectivamente. Me esperaban un mes más tarde. Luego pide los documentos, aunque cuando empieza a copiarlos, el sistema le dice que ya he estado alojado en la Cadena. Nos asigna la habitación y nos da un papelito para un descuento en el restaurante. Nos explica el funcionamiento del wifi, que es gratuito, y funciona a la perfección en todo el edificio. 

Los ascensores quedan detrás de la escalera de caracol. Son dos. Modernos, limpios, con luces tenues. La botonadura bien cuidada indica lo que hay en cada planta. Un espejo algo oscuro y un par de carteles coloristas con los servicios del hotel.Las puertas se abren en un amplio recibidor al que llegan varios pasillos con las habitaciones y el final de la escalera. Una enorme claraboya en el techo deja pasar la luz natural algo tamizada. Paredes en tonos arena, moqueta rosa (algo desgastada) en el suelo y puertas en madera rojiza y en ella, los números metálicos de las habitaciones.

La puerta se abre introduciendo la tarjeta en una ranura en la que está dibujado el logo de la cadena. Tras la puerta, el suelo pasa a ser de madera oscura. Nueva y limpia. A la izquierda encontramos la ranura para meter la tarjeta y activar la luz. Una pequeña repisa de madera y cristal con varios papeles del hotel (el no-molestar, la carta de desayuno...). Un pequeño pasillo. A la derecha la puerta del baño, también rojiza. A la izquierda, a continuación de la repisa el armario ropero. Dos puertas correderas, algo pequeñas. Dentro una zona de colgador largo, otra de corto. Perchas antirrobo. Bajo el colgador corto una cajonera. y la caja fuerte. Además la bolsa de la lavandería, un calzador y una esponja lustrazapatos. Ese espacio se separa del dormitorio con una puerta corredera. Está atascada y no conseguimos moverla. 

La habitación es grande. Pero tiene muchas cosas y por eso queda poco espacio libre. A la derecha nada más entrar encontramos el mando del aire acondicionado. Una regleta para la potencia, otra para el on/off y una rueda para la selección de la temperatura. Es ruidoso y no tiene función auto. Además están las dos camas, cómodas y con almohadas quizá demasiado blandas (para gustos los colores). Vestidas con sábanas blancas y detalles en gris con el logo de la cadena. Están cubiertas por colchas color arena quizá prescindibles. A ambos lados hay sendas mesillas de madera rojiza con cajón y un protector de cristal bajo el que hay varios carteles del hotel (teléfono...). En una de ellas el teléfono, en la otra un bloc y un lapicero. Sobre ambas, sendas lámparas de noche, con tulipas color crudo, algo sucias y dos pequeñas lámparas direccionables de lectura. Sobre ambas mesillas hay unos cuentos interruptores de luz. En uno de los lados, hay un enchufe para el móvil. 

A los pies de la cama y desde la puerta hay un generoso maletero de madera y lamas metálicas, un poderoso armario de puertas retráctiles en el que hay un minibar y una televisión de pantalla plana. Encima, en un display de metacrilato, el mando a distancia. Y a continuación hasta la ventana, un generoso escritorio de madera cubierto con un cristal. Sobre él, una lámpara algo escasa de potencia para ser de trabajo. Hay que desenchufarla para disponer de un enchufe en el que conectar el portátil para trabajar. Sobre el escritorio, algunos folletos sobre la restauración del hotel y encima, un espejo con marco de madera. Delante, una silla tapizada bastante cómoda. 

La ventana, que da a la terraza de la piscina aquí, a la avenida principal un poco más allá está protegida por cristales tintados. Se puede abrir por completo. Cierra bien y es bastante hermética. Por dentro, un foscurit, un visillo y unos cortinones en rojo consiguen frenar bastante eficazmente la luz. El descanso es correcto salvo por los golpes que dan las puertas de las habitaciones al cerrarse que casi hacen vibrar las paredes. Junto a la ventana hay una lámpara de pie a media altura, una butaca y una mesa redonda de madera. 

La gran cantidad de interruptores hace que el juego de luces que se puede conseguir sea más que agradable en función del ambiente que se quiera conseguir. 

El baño sin embargo resulta algo oscuro. Los tres puntos de luz son insuficientes y dejan demasiadas zonas de sombra, incluso en el espejo. Porcelana marrón en el suelo. Sanitarios en blanco y una gran encimera en mármol marrón claro. En ella, el lavabo, con un grifo monomando con presión, caudal y temperatura envidiable. Sobre él un espejo, quizá algo pequeño. En la encimera, sobre un metacrilato negro se presenta el elegante juego de amenities preparado para la cadena: un bote de champú, otro de gel, un peine, un set dental y unos pañuelos. En las paredes, un espejo de aumento direccionable, y un secador de floja potencia. El inodoro, aunque no es viejo, se mueve un poco al sentarnos, como si estuviera suelto algún anclaje. 

La bañera dispone de una ducha con posiciones de masaje. La temperatura es formidable, pero la presión resulta incómoda por excesiva en el modelo normal de ducha. Si ponemos la opción de ducha suave, es más que correcta. Protegida por una mampara de cristal traslúcido resulta algo oscura en el interior. Un toallero metálico ofrece una única toalla de baño. Grande, nueva, limpia y suave. Completa el set de lencería otra única toalla de manos que cuelga de otro toallero delante del lavabo. 

Una abollada papelera, un bidet y una curiosa banqueta de tubos metálicos completan el mobiliario del baño.

Por la mañana en un salón acristalado a la piscina, algo desaprovechado, se sirve el desayuno. Correcto. Mesas con mantel de tela y servilleta de papel. La sensación es que en su momento debió conocer tiempos mejores. Varios muebles pegados a la pared y dos muebles centrales ofrecen el buffet. El surtido es amplio, aunque la calidad tampoco es para tirar cohetes. Zumo de naranja natural y otros zumos de otros sabores, una nevera con varios tipos de lácteos, una zona con platos calientes (judías, verduras, huevos revueltos, fritos, bacon, churros), otra con salmón, quesos, fiambres... y otra con dulces variados. 

En la despedida en recepción no nos preguntan por el minibar, y sin embargo nos preguntan por si hemos descansado, si hemos estado a gusto y si hemos disfrutado de la experiencia. Bonita manera de decir adiós.

Calidad/precio: 8.5
Servicio: 8
Ambiente: 6.5
Habitación: 7.5
Baño: 7
Estado de conservación: 7.5
Desayuno: 7.5
Valoración General: 7.5

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