lunes, 16 de febrero de 2015

AC COSLADA (MADRID)

AC COSLADA (****)
Calle Rejas
28022 Coslada (Madrid)

Habitación: 112
Fecha de Entrada: 4/2/2015
Tarifa: 79€ (Alojamiento y desayuno) 

En segunda fila de la Nacional II justo detrás de las imponentes oficinas de Airbús, en el mismo camino de los aviones que aterrizan en Barajas y a las puertas de una destartalada zona industrial encontramos un clásico hotel AC de las afueras de una ciudad.  Un edificio exento, alargado, de cuatro alturas con ventanas abiertas a ambas fachadas. Todo el perimetro vallado con un hueco alrededor del edificio para poder acceder al parking del hotel. La puerta principal se encuentra situada bajo un pórtico sujeto por gruesas columnas. Una furgoneta, allí aparcada, con los logos del hotel permite el acceso rápido y cómodo al aeropuerto. 

Tras la puerta giratoria encontramos una amplia recepción. A la derecha, la entrada en el restaurante, llamado "La Terminal" y una zona muy iluminada donde hay montado una especie de pequeño bazar de autoservicio. Desde bebidas refrescantes y alcohólicas, hasta fruta, alimentos, útiles de aseo e incluso camisas. En el centro del espacio hay unas butacas para sentarse a charlar o a esperar a algún cliente alojado y junto a ellas un armario con prensa y revistas. 

A la izquierda encontramos el mostrador de recepción. Clásico de la cadena. Oscuro, con varias pantallas electrónicas que nos dicen que podemos conseguir la llave en el móvil. Madera negra y mármol en la parte superior. Tras el mostrador, el que nos atiende nos pide disculpas porque se han quedado sin sistema informático. Se les ha caído y no puede más que confirmar a mano que efectivamente tengo una reserva y que ya dispone de mis datos de otras estancias en la cadena. 

Nos entrega la llave rápidamente y nos explica el uso del wifi y el horario del desayuno y del transfer al aeropuerto. Hay que avanzar recepción hacia adentro donde se abre un espacio más grande con varias mesas de trabajo y zonas de butacas para la charla, la reunión... Allí encontramos también los ascensores. Modernos, brillantes y amplios. 

Al abrirse las puertas la oscuridad es casi total. Como suele ser costumbre en algunos hoteles de la cadena. Suelo de moqueta oscura, paredes negras con maderas y pequeños puntos de luz sobre las puertas de las habitaciones. Avanzamos hasta nuestra habitación y cuando estamos a punto de insertar la tarjeta en la cerradura alguien la abre desde dentro. Esta ocupada. Bajamos de nuevo a recepción y el recepcionista nos pide mil disculpas explicándonos que al trabajar sin sistema no había anotado que esa habitación la acababa de asignar al cliente anterior. Nos entrega rápidamente la otra llave y subimos por el mismo camino a una habitación cuatro puertas más allá.

Tras la puerta hace frío. Mucho. Fuera hay un temporal de frío polar, pero bueno... Hace frío. La ventana, situada al fondo de la habitación con vistas a uno de los laterales del hotel y a las oficinas circundantes, no cierra bien. La empujamos un poco pero no termina de encajar. Al salir del hotel pedimos que la revise mantenimiento. 

Suelo de parquet oscuro, agradable, limpio y bien cuidado. Paredes negras. A la izquierda una puerta de cristal accede al baño. Un poco más adelante, una columna retranqueada ofrece unas baldas, la caja fuerte y el minibar de precios astronómicos. A continuación el dormitorio. De tamaño justo dispone de una cama blanca con cuatro almohadas: grande para ser individual, algo justa para ser doble. Dos mesillas a cada lado. Junto a una de ellas, el armario iluminado de puertas correderas y con ventanas traslúcidas sólo dispone de una simple barra para colgar ropa; junto a la otra, y bajo la ventana hay una butaca de piel oscura con reposapiés. Foscurit y cortinas se ven un poco desgastadas y descuidadas, pero preocupa el desencaje de la ventana por el que entra frío, viento y ruido. 

La cama es confortable. Vestida con sábana, manta y colcha de agradable tacto. Correcta. Las almohadas lo mismo. El descanso es un desastre. Cuando volvemos por la noche, aunque han arreglado un poco la ventana a los pocos minutos de estar durmiendo esta vuelve a desencajarse. Quizá por la fuerza del viento. Nos levantamos y a golpes la reencajamos. Pero dura poco. El frío y el ruido son demasiado molestos, pero es demasiado tarde y mañana hay que madrugar, así que nos arropamos más mientras la temperatura de la habitación baja y baja.

Encendemos el aire acondicionado que se maneja desde un complejo display digital. Funciona con demasiado ruido pero hemos de forzarlo si queremos que contrarreste el frío de fuera. Quizá no sintamos mucho frío, pero de ruido vamos sobrados. Tampoco el foscurit es capaz de parar toda la luz que entra por la ventana de las oficinas cercanas y del perímetro del hotel. 

En las mesillas sólo hay interruptores, que encienden y apagan todas las luces de la habitación. Pero o todas o ninguna. Sólo podemos optar con todo encendido, todo apagado o dejar sólo la pequeña lámpara de lectura que hay sobre la mesilla. El enchufe queda, incómodo, debajo de la mesilla.  

A los pies de la cama encontramos un maletero protegido por un cojín de cuero negro y un robusto escritorio sobre una alfombra gris. Una lámpara, unos enchufes en la pared y una cómoda silla de piel negra favorecen el trabajo. El wifi es gratuito y veloz.   


El baño sigue la regla de la cadena. Encimera de cristal, enorme espejo, suelo de madera cálida y paredes de porcelana marrón grisácea. Elegante. Inodoro, bidet y enorme bañera blancos. La ducha, de teléfono, ofrece una potencia y temperatura correctas, pero el mantenimiento de la alcachofa hace que el agua salga en demasiadas direcciones. 

Dos enormes y mullidas toallas de baño, dos de lavabo y dos cuadrantes de manos completan la lencería. Empieza a ser necesario pensar en su renovación porque en algunos extremos están un poco deshilachadas. Entre el lavabo/encimera de cristal y la mesita auxiliar se ofrecen las amenities clásicas de la cadena con jabón, gel, champú, gorro de baño y peine. 

El desayuno no dispone de platos calientes, pero el surtido y cantidad del resto de productos es generoso: bollería, embutidos, quesos, tortillas, cereales, yogures, panes, mermeladas, fruta... El zumo de naranja natural y el café de Nespresso son lo más destacable junto con el amable y rápido servicio.

En la recepción, al irnos nos preguntan si nos molestó la ventana. Se acuerdan del problema, al menos. Y nos indican que le ha ocurrido a otra habitación más. Que el viento esta noche ha sido muy fuerte. Puede. Nos pide disculpas por las molestias y nos pregunta si necesitamos ayuda para seguir viaje. No olvida preguntar por el minibar. 

Calidad/precio: 7
Servicio: 8.5
Habitación: 7.5
Baño: 8
Estado de conservación: 4.5
Valoración general: 6.5

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