domingo, 12 de abril de 2009

BARCELO RENACIMIENTO (SEVILLA)


BARCELO RENACIMIENTO (*****)
C/ Isla De La Cartuja S/N
41092 Sevilla
Telf: 954.462.222
Fax: 954.460.428

renacimiento.res@barcelo.com
www.barcelorenacimiento.com

Habitación: 1201
Fecha de llegada: 03/04/09
Tarifa: 66€ (Sólo Alojamiento)

Varias torres cilíndricas en el recinto de la antigua Expo92 son gestionadas por Barceló como un Centro de Congresos y Convenciones y un hotel que recuerda tiempos pasados de lujo y refinamiento que dificilmente volverán. Todo resulta amplio, ostentoso y con aire de lujo pero se nota demasiado que la vida no volverá a ser como fue.

Una impresionante entrada para alojar varios coches y autobuses ante una puerta de cristal que nos introduce en un magno espacio de suelo de mármol, paredes revestidas, rincones con sofás para la conversación y el descanso, luces indirectas y un peculiar olor "a piscina" proveniente de las enormes fuentes que adornan las distintas torres que albergan las habitaciones. El enorme espacio, hoy vacío da una extraña sensación desangelada. Un larguísimo mostrador de recepción nos da la bienvenida con un solo recepcionista.

El trato tras el mostrador es el de siempre. Pese a llegar demasiado tarde e indicar que nos iremos muy temprano, no pasan por alto el DNI, la Tarjeta de Crédito, firmas y más firmas. Al final Nos entregan la llave de la habitación, de aquellas de plástico con agujeros y nos indican que el wifi es gratuito. Por un amplísimo pasillo que circunda el bar, el business corner y varias tiendas nos acercamos a los ascensores de la torre. De cristal panorámicos se levantan desde una lámina de agua que decora el fondo de un patio al que se abren en círculo los pasillos de las habitaciones. También los ascensores recuerdan ese pasado que no sabemos si volverá...

El ascensor nos deja en un rellano demasiado oscuro, frente al que ya vemos nuestra habitación. La puerta resulta algo antigua. Moqueta tupida en los pasillos impide el ruido de pasos y maletas, y esa moqueta, convertida en verde continúa dentro de la habitación. Tras la puerta, un pasillo alargado. A la izquierda la puerta del baño, y a la derecha un larguísimo armario, regularmente vestido al que se le han arrancado las puertas correderas y se le han sustituido por unos estores colgantes y correderos de sucia tela color salmón. Los interruptores, la pared, el armario... denotan que antes hubo lujo, pero que hoy todo ello además de viejete está trasnochado.

Una puerta corredera nos separa del dormitorio. Enorme, gigantesco, con espacio más que de sobra. A la derecha un maletero, un larguísimo escritorio con enchufes para el ordenador, wifi gratuito, varias revistas comerciales y guías para la lectura, y al fondo un minibar con una potente televisión. Junto a las ventanas, de enormes dimensiones, dos grandes butacones bastante sucios con un reposapiés nos invitan al descanso. Dos camas empotradas en un cabecero de madera que alberga además luces varias para la lectura y la noche y unas mesillas con repisa de mármol verdoso con la sensación de estar descolocadas.

Las camas se presentan en blanco, con unos cubrepiés de color marrón clarito. El colchón es confortabilísimo, y da la sensación de ser nuevo. La lencería más que adecuada y el equipo de almohadas más que variado. Quizá las almohadas resulten algo blandas y bajas. Faltan enchufes junto a la mesilla. La oscuridad no es perfecta porque la cortina está demasiado usada y por ello algo arrancada en el centro de la misma, justo en la junta de ambas hojas. El aire acondicionado es silencioso en su posición más tenue, pero absolutamente ineficaz, ya que a 30 grados, el aire es frío. Tampoco mejora mucho la insonorización y escuchamos cómo el vecino se va a la cama.

El baño mantiene esa sensación de lujo caduco y viejete. Igualmente enorme, en tonos ya pasados de moda. Baldosas blancas en una zona principal en la que una larga encimera acoge dos lavabos con griferías roñosas más pequeñas que el agujero que se hizo sobre el mármol, habiéndose tapado este de manera tosca con silicona. El espejo queda empotrado hacia dentro y demasiado bajo para la gente más alta. La luz resulta demasiado fría. El set de amenities es completo y dispone de todo lo que pudiéramos necesitar (gel, champú, set dental, de afeitado, bastoncillos...), y se completa con un espejo de aumento iluminado para el afeitado. El equipo de lencería ofrece toallas amplias y mullidas, incluyendo una de damasco.

Frente a los lavabos se presenta una bañera con una peculiar ducha. Al fondo, en una estancia alargada rodeada de espejos oscuros el inodoro y el bidet con un curioso porta rollos-cenicero. Las instalaciones funcionan con gran deficiencia y se nota que el mantenimiento no es el fuerte del establecimiento. Los lavabos no cuelan, la presión y el caudal son mínimos y terriblemente desesperantes en la ducha.

Por la mañana algo más de simpatía rodea la mítica pregunta sobre el minibar. Pero tampoco nada emocionante.

Calidad/precio: 7
Servicio: 6.5
Habitación: 8
Baño: 4
Estado conservación: 4.5
Valoración General: 6

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