lunes, 24 de abril de 2017

HOTEL CONDESTABLE IRANZO (JAÉN)

CONDESTABLE IRANZO (****)
Paseo de la Estación 32
23008 Jaén

Habitación: 501

Fecha de entrada: 18/11/2016
Tarifa:

Uno de los hoteles clásicos de la ciudad. Ubicado en el mismo centro de la misma. En el cruce de dos amplias avenidas junto al Hospital, la zona comercial y turística y a un paso de todo, con las puertas abiertas a un parque. Nueve plantas de un edificio de ladrillo marrón oscuro con ventanas tintadas y rematado con un letrero amarillo.

Tres escaleras de mármol marrón nos dejan ante dos pares de puertas de cristal, que se abren empujando grandes tiradores de madera. Tras ellas, el hall. Tan generoso de tamaño como caduco en su decoración. Mantenemos el suelo marrón ‎de frío mármol. Luces algo amarillentas. A la izquierda se encuentran las escaleras que van al restaurante y a la cafetería. Por su puerta abierta se escucha bastante jaleo.  A la derecha el mostrador de recepción, largo, poderoso y potente. En madera oscura y más mármol marrón. Rematado por detrás con uno de aquellos antiguos casilleros de madera para cada habitación. Antiguo y viejo, con papeles en algunas casillas, y cierta sensación de desorden. Junto al mostrador una vitrina iluminada que vende algunos productos de moda y recuerdos.

El trato es frío y distante. Nos piden el DNI, lo copian y nos asignan la habitación. Nos entregan la llave. Preguntamos por el wifi que es gratuito, y que funciona bastante bien con una clave. Preguntamos también por el desayuno. Y nos damos la vuelta para ir hacia los ascensores, que quedaban a nuestra espalda.

Son dos. Lo más moderno de todo el hall. Más anchos que profundos. Con suelo de cerámica con el logo del hotel. Paredes con espejo y acero. Botonadura moderna.

Las puertas automáticas se nos abren en un extraño recibidor. Ancho y largo. Suelo de moqueta plastificada en gris como si fuera de espiga. De frente una pared blanca, en estuco, con dos puertas una en el extremo derecho y otra en el izquierdo. Las puertas son como de obra, metálicas blancas con un pomo de plástico negro. A la izquierda del ascensor queda el hueco de la escalera, con ventanas ahumadas y vistas a la ciudad. 

Tras la puerta "de obra" accedemos a otro pasillo paralelo. Se mantiene el suelo gris. La luminosidad baja más todavía. Puntos de luz sobre las viejas puertas de las habitaciones. Las paredes decoradas con un papel pintado que imita a una librería. Aunque las puertas son viejas, y los números de las habitaciones se sitúan en una placa de corte algo anticuado, la manivela es modernisima. Se abre por contacto de la llave. 

Tras la puerta, el suelo cambia a un frío mármol marrón oscuro. Terriblemente frío para el pie descalzo. ‎Nos damos de bruces con las puertas del armario. Tres. En su interior colgador con perchas de distintos tipos (normales, antirrobo, de falda...), una cajonera, la Bolsa de la lavandaria y una manta y un almohadón de recambio.

Junto a la puerta y casi en el techo, el display que maneja el aire acondicionado. Una rueda de temperatura y un botón para la intensidad. Muy efectivo, pero muy ruidoso. No hace frío en la estancia, pero el suelo produce una desapacible sensación de frialdad.
 
A continuación del armario y ya en lo que es el dormitorio encontramos una pared pintada en estuco gris. Con una lámpara en medio de la pared. A cada lado de la misma, un maletero de madera oscura y ‎un estrecho escritorio con una gran silla correcta para el trabajo. Entre ambos muebles, varios enchufes. Sobre la mesa falta una lámpara de trabajo. La iluminación de la habitación en general es sumamente escasa. Tan sólo ese punto de luz y los dos de las mesillas. Especialmente oscura es la zona que queda entre la puerta de entrada y el armario.

A la izquierda del armario encontramos la cama. Doble, pero no enorme. Cómoda. Vestida con suaves sábanas blancas, una manta y una colcha blanca muy limpia. Un largo almohadón. La pared del cabecero también es gris, pero este, de madera brillante con algunas rayas verticales en negro ocupa casi toda la pared. A cada lado sendas mesillas a él ancladas. Pequeñas. De madera negra. Sobre una de ellas un moderno teléfono. Sobre ambas interruptores y enchufes. 

En la pared que se sitúa a los pies de la cama, encontramos una butaca pequeña en tonos blancos, una televisión de plasma colgando de la misma y la ventana, amplia, generosa y con buenas vistas de la ciudad aquí y de los olivares allí. Protegida por una cortina foscurit en tonos también marrón oscuro. Cumple eficazmente su misión de parar la luz. La insonorización exterior es fenomenal, porque además la habitación da a la parte trasera del edificio a un patio abierto con una piscina. La interior es manifiestamente mejorable y se escuchan las voces y puertas del pasillo con mucha facilidad.

A la izquierda de la cama, encontramos un espejo de cuerpo entero y la puerta, antigua, que da acceso al baño.

El baño da más sensación de antiguo. Precioso mármol rosado en paredes y suelo. Sanitarios en color marrón. A la izquierda un radiador que calienta, ¡y cuánto!, la estancia. A continuación el bidet, el inodoro y una pequeña encimera también de mármol que recoge el lavabo. Sobre él un espejo iluminado. La luz en general es abundante, quizá aquí demasiada. Pero también demasiado fría. Sobre la encimera en una bandeja de plástico negro el set de amenities, personalizado para el hotel y envuelto en elegantes fundas negras: peine, lustrazapatos, gorro de ducha, pastillas de jabón, y dos botes de gel/champú.  Dos vasos de cristal higienizados y envueltos en plástico. Un secador de pelo de escasa potencia anclado a la pared.

El grifo del lavabo está viejo. Le falta caudal y presión y para colmo el agua sale disparada en distintos chorros y direcciones, mojando el pantalón si uno anda demasiado cerca. La lencería son dos toallas de manos y dos de baño. Grandes. Un par (de ambas) nuevo y formidable. El otro par (de ambas) viejo y deshilachado. Las de baño se presentan en un potente toallero ubicado dentro de la bañera.

La bañera también es marrón y tiene varios "desconchones". Protegida por una bajita mampara de cristal con algunos vinilos a rayas. El agua salta por encima de ella. Dentro de la bañera hay una ventana con vistas al exterior. El grifo es antiguo, pero el dispositivo de ducha no. Está rematado con un teléfono como de plástico imitando al acero. Resulta difícil encajarlo en su enganche, pero al final lo conseguimos. El caudal es escaso, pero sale con una fuerza (aire) descomunal. Además la temperatura pasa del frío a calor de forma cíclica. 

Por la mañana en un oscuro salón se sirve un desayuno buffet con un buen surtido de productos (huevos fritos, revueltos, bacon, fiambres, quesos, panes, untables, cereales, fruta, zumos, agua...), un café bastante aceptable pero una decoración y presentación francamente mejorable.

En la recepción por la mañana, el trato es tan distante como rápido. Teclean el número de la habitación y nos dicen adiós. 

Calidad/precio: 
Servicio: 6

Ambiente: 6
Habitación: 6.5

Baño: 6
Estado de conservación: 6.5

Desayuno: 5
Valoración General: 6

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