Loreto 21
08029 Barcelona
Habitación: 625
Fecha de entrada: 20/11/2016
Tarifa:
Un edificio incrustado en una manzana en una
tranquila calle a dos pies de la Avda Sarria, al lado de la Diagonal y de la
zona comercial y de negocios que rodea la plaza Francesc Maciá. 8 alturas en
ladrillo que destaca sobre el aluminio blanco de las grandes ventanas y de las persianas. Toda la parte baja del hotel es una enorme
cristalera que permite ver desde el exterior lo que nos espera dentro. Primero
dos puertas manuales con clásicos tiradores de madera, y después dos puertas
correderas automáticas que nos dejan ante un hall amplio, de techo algo bajo y
de mármol negro y blanco en el suelo.
A la derecha una mesa de escritorio, la puerta
que comunica con un bar de estilo clásico inglés y el restaurante de desayunos,
y hacia el fondo una serie de esculturas de granito de corte clásico. Dicen que originales del S XVIII. A la
izquierda, y pegados a los ventanales, varios sofás que invitan a la lectura y
al descanso. Y allí mismo, nada más abrirse la puerta, el mostrador de
recepción: mármol negro en forma de U. Con dos puestos de trabajo.
Pese a que no es la primera vez que estamos en
el hotel, otra vez vuelta a escribir todos los datos: el DNI, la Iberia Plus y
una tarjeta de crédito de garantía. El trato es frío y distante, quizá
aumentado por la luz algo amarillenta que rodea la estancia. Nos explican el
funcionamiento del wifi, que es gratuito, aunque algo lento para los servicios
de streaming y el horario del desayuno.
Al fondo a la izquierda están los ascensores,
junto a un gran artilugio lleno de folletos turísticos de la ciudad y
alrededores. Los ascensores son muy clásicos, con un punto antiguo. Suelo de
granito blanco y negro, metal hasta media altura, y espejos en el resto de
paredes. Puertas automáticas y botonadura con un cartel con indicación de los
servicios que hay repartidos entre este hotel y el Gran Derby, ubicado
enfrente.
El ascensor nos deja en un rellano al que se
abren las escaleras. A la izquierda el pasillo de las habitaciones, que se abre
a derecha e izquierda. El suelo, de mármol da sensación de frialdad. Paredes
de color oscuro, como la madera de las puertas, que casi tira a rojizo. Las
luces tampoco acompañan mucho a hacer acogedor el ambiente.
Tras la puerta la sensación cambia. Paredes de
gotelé blanco, suelos de agradable y cuidada madera clara. De primeras, un
pasillo con la puerta del baño, de madera rojiza y moderno pomo plateado, a la
izquierda. Unos pasos más adelante y tras otra puerta, el dormitorio. La
insonorización exterior es formidable, ayudada por la persiana que protege la
ventana y porque el patio interior al que da el hotel es tranquilo. Sin embargo
y pese a esa doble puerta, la insonorización interior es muy mejorable. Se
escuchan los portazos de las puertas de otras habitaciones, las voces de otros
huéspedes, pasos, duchas, despertadores...
El espacio de la habitación es generoso, y
aunque la pared de gotelé pudiera resultar fría unas molduras de madera
iluminadas le dan una sensación acogedora. Junto a la puerta está el mando del
aire acondicionado. Una rueda para indicar la potencia y otra para la
temperatura. Funciona eficazmente pero de forma algo ruidosa, inviable para
dormir con él encendido.
A la izquierda de la entrada se encuentra el
armario. Por un lado una zona de baldas con un par de revistas de publicidad de
la cadena y de la ciudad, y una piedra a modo de antigüedad. Por otro, tras
dos puertas correderas, el armario. Tras una puerta varias baldas y cajones. En
una de ellas la caja fuerte y en otra la bolsa de lavandería y una pequeña
bolsa de lino con el logo del hotel que contiene un juego de zapatillas de
felpa. Tras la otra puerta un colgador largo con varias perchas antirrobo, una
bolsa con publicidad del hotel y un maletero de tijera que podemos poner donde
queramos.
A continuación, y quizá demasiado cerca del
armario, las dos camas. Vestidas con una suave sábana y la colcha/edredón
marrón que las recubre. Algo horterilla sus brillos tornasolados. La cama es cómoda aunque
el colchón recubierto con alguna funda hace que sudemos demasiado. También se
observa un cierto combamiento en el mismo. Quizá se esté acercando el momento
de cambiarlos.
Las dos camas aparecen enmarcadas en un
cabecero de madera con sendas mesillas de madera negra una a cada lado. Sobre
una de ellas el teléfono, la carta del room Service, un curioso folleto con los
servicios del hotel, un bloc de notas y un lapicero. En ambas, interruptores
para apagar todas las luces y enchufes para los aparatos electrónicos. Sobre
ellas dos apliques de luz, en tonos amarillentos que dan suficiente luminosidad
al espacio.
En el generoso espacio que queda hasta la
ventana, de moderno aluminio blanco, con vistas a un patio interior, y
protegida por una persiana y un visillo, se ubica una pequeña butaca de piel
negra, y una mesa pequeña de centro de madera y cristal.
Además un escritorio grande, en madera marrón
y negra, con un gran espejo delante y varios enchufes para el ordenador. Una
cómoda silla completa el mobiliario. Sobre la mesa una televisión. No hay
lámpara de trabajo, pero hay luz suficiente para trabajar con un aplique en la
pared.
El baño es pequeño. Se le nota reformado, y
bastante bien reformado, aunque no es moderno. Ya la puerta se nota que es la
antigua repintada. Una vez dentro, mucha luz. Paredes de cerámica blanca con
algún toque ocre. Suelo de mármol claro. Techo practicable de placas metálicas.
A la izquierda un moderno inodoro y bidet.
De frente una encimera de mármol encuadrada
entre dos paredes acoge el lavabo. Sobre él un potente espejo, y una pequeña
repisa de mármol con dos vasos y una bolsita de lino con el set de amenites en
su interior. Elegantes y de buena calidad. Gel, champú, crema hidratante,
guante lustrazapatos, gorro de ducha, pañuelos y algodones, bastoncillos y
artículos de costura. La repisa esta incomoda un poco para acecar la cara al
lavabo.
La grifería es moderna, y muy limpia. A cada
lado del lavabo hay un secador de escasa potencia y un espejo de aumento. Bajo
la encimera hay una estantería de cristal iluminada -lo que da una agradable
sensación en la estancia- en la que se ofrecen dos gigantescas, mullidas y
novísimas toallas de baño, dos de lavabo y una alfombrilla de baño.
A la derecha de la puerta hay una bañera, con
algunos esconchones, y protegida por una mampara de cristal. Un grifo
termostático nos permite manejar la temperatura de una ducha fija rematada con
una amplia alcachofa de efecto lluvia. Lástima que la ducha esté situada a
1,90m lo que nos obliga a ducharnos de rodillas. Y lástima que el caudal y la
presión dejen bastante que desear.
Por la mañana en un restaurante situado en el
sótano se sirve el desayuno. Presentado en una consola central y atendido
distante y fríamente por dos empleadas. Los platos calientes hay que
demandarlos a las camareras. Zumos, algo de fruta, fiambres, quesos, panes
cortados, tortilla de patata, pan con tomate, cereales, distintos tipos de
leche, bolleria crujiente y donuts normales y de chocolate. El café, líquido,
es casi prescindible.
En el mostrador, al decir adiós, casi ni eso.
El empleado está más pendiente de atender no se qué tablas que le enseña la
encargada del restaurante que de enterarse de que volvemos en dos días.
Servicio: 5
Ambiente: 6.5
Habitación: 8
Baño: 6.5
Estado de conservación: 8
Desayuno: 7
Valoración General: 7
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