martes, 20 de marzo de 2018

IBIS MADRID CENTRO LAS VENTAS (MADRID)

IBIS MADRID CENTRO LAS VENTAS (**)
Julio Camba 1
28028 Madrid

Habitación: 716

Fecha de entrada: 03/10/2017
Tarifa: 83 (A+D)


Sobre la M30 y frente a la Plaza de Toros de Las Ventas, en un edificio de ladrillo rojo, roto por grandes ventanas, en la esquina de las calles Julio Camba y la calle Alcalá encontramos este establecimiento de la cadena Ibis. La pequeña puerta corredera que da acceso al hotel apenas se nota en la fachada, oculta además tras una marquesina de autobús. Una pequeña rampa nos conduce a otra puerta de cristal automática (cerrada por las noches) que desemboca directamente en un largo pasillo pintado de verde en el que al fondo encontramos los ascensores.

A la derecha de la puerta hay un espacio algo abigarrado con el mostrador de recepción, en madera y rojo, una mesa con una gran pantalla de ordenador a modo de business corner, la barra de la cafetería/bar y varias sillas para esperar clientes o tomar un refresco. Paredes en verde, con algunos carteles de información de la ciudad: líneas de autobuses, plano del metro... Tras el mostrador de recepción dos pantallas con anuncios del hotel y de la cadena. Y dos puestos de trabajo. Sobre esa zona una lámpara enorme en metacrilato rojo.

Nos atiende una joven extranjera. Proceso lento, tedioso, frío y distante. Da igual ser Gold de la cadena, da igual haber metido todos los datos en el momento de hacer la reserva por internet, hay que copiar de nuevo el DNI, la tarjeta de crédito... Por fin nos entrega la llave en una pequeña carpetita dorada de cartón. Tenemos que preguntarle por el wifi, por el horario y lugar del desayuno... El wifi es gratuito, con una sencilla contraseña. Funciona bastante veloz aunque hay momentos en los que debe haber mucha gente conectada en los que la velocidad cae algo.

Volvemos al pasillo de entrada y caminamos hacia los ascensores. La pared izquierda deja de estar pintada de verde para cubrirse con un enorme vinilo con una foto de los tendidos de la contigua plaza de toros. Los ascensores, dos, son modernos, de puertas metálicas automáticas. Revestidos en madera con un anuncio de los servicios del restaurante del hotel. En la pared del fondo hay un espejo tapado por un enorme adhesivo con información del hotel. Junto a los botones hay un artilugio de esos para introducir la tarjeta de la habitación para activar el ascensor. 

La puerta se abre en un distribuidor como si fuera de vivienda. Suelo de mármol. Paredes blancas. Luz fría. Las escaleras enfrente. A la derecha, una puerta nos conduce al pasillo de las habitaciones. Suelo enmoquetado en gris (a tramos demasiado desgastado) con algunos detalles rojos y verdes. Mucha luz, algo fría. Paredes blancas, puertas en madera con algunos detalles rojos y metálicos en la señalética de las habitaciones. El pasillo se estrecha poco a poco, y casi al final, junto a una columna roja encontramos la habitación. 

Tras la pesada puerta que aísla bastante la habitación del pasillo encontramos suelo de madera clara bastante cuidada. Paredes en estuco blanco. Luz acogedora. Un pasillo que también se va estrechando abre a la derecha la puerta, de madera blanca, del baño. A continuación un pequeño maletero de madera clara. Un paso más adelante el equipo para manejar el aire acondicionado.Sencillo: botón de encendido y apagado, otro con la potencia y una rueda con la temperatura. Es eficaz, y no muy ruidoso. No dispone de la opción auto. Y allí mismo encontramos el dormitorio.

No es grande, pero tampoco pequeño, aunque espacio libre queda más bien poco. A la izquierda, en un pequeño armario encontramos la televisión de plasma, con un reloj luminoso que puede molestar por la noche con su luz. A la derecha, en la pared, un armario sin puertas con varias baldas y un colgador, en madera clara. En el centro se ubica la cama, bajo un cabecero de madera. A ambos lados pequeñas mesillas a juego. Sobre ellas, dos lámparas de noche, de escasa potencia para la lectura. Un par de interruptores. Faltan, sin duda, enchufes para los equipos electrónicos. 

La cama es cómoda. Un gran canapé en tela negra, con un fino colchón. Confortable. Dos almohadas correctas y vestida en blanco con un agradable y ligero edredón nórdico. El silencio es bastante cuidado así que descansar no es difícil. 

En la pared del fondo hay un estrechísimo escritorio bajo la ventana. Esta, que apenas se puede abrir está protegida por un visillo y un poderoso foscurit color arena. Demasiado largos, ocupan parte de la mesa de trabajo, ya de por si pequeña. En ella encontramos a la izquierda, en la parte que al ser tan estrecha es apenas útil un teléfono y dos enchufes que quedan algo lejos de la cama. A la derecha, hay una lámpara que ilumina tanto la mesa como la habitación en general. Desde luego, falta una lámpara de trabajo. Delante del escritorio hay una silla de madera oscura. La ventana da a un terrible patio interior recubierto de metal a menos de metro y medio de distancia. No hay vistas, no hay luz. Lo único bueno, que por la mañana el sol no molesta en la ventana. 

El baño resulta generoso de tamaño. Bastante luminoso. Suelo porcelánico gris y baldosas blancas en las paredes. A la derecha, algo encajonado el inodoro. Enfrente el lavabo, de fibra de vidrio y típico de la cadena. Un espejo sobre él enmarcado en madera clara con un par de luces a cada lado. En la pared se ofrece un secador de pelo de escasa potencia. Junto a él, colgando, un bote de jabón de manos como única amenitie. Sobre la encimera, un par de vasos de plástico envueltos en plástico. Colgando de ella, dos grandes toallas, algo viejas y deshilachadas como todo el equipo de lencería. 

A la izquierda queda la ducha. Una generosa cabina protegida por dos puertas de cristal. El suelo, elevado, en color crudo. El equipo de ducha se remata en un grifo de teléfono con adecuada presión, caudal y temperatura. Otro bote de jabón colgando de la pared.

Por la mañana, en la primera planta en un bullicioso salón se ofrece un correcto buffet de desayuno con vistas a las Ventas. Un par de puestos de café (líquido, y de máquina no demasiado malo), una zona con fiambres y quesos, una tortilla de patata prefabricada, tostadas, mantequillas, mermeladas, panes, crujiente bollería y zumos naturales de distintos sabores. Todo ello autoservido en bandejas. Un feo carro de reja en el que colocar las bandejas usadas desentona en la sala, decorada con paredes verdes y luminosos cuadros con motivos madrileños. Dos simpáticas jóvenes atienden el espacio.

En la recepción, aunque el trámite es igual de aburrido que siempre: pago, factura... el chico que nos atiende resulta sumamente simpático y servicial. 

Calidad/precio: 7
Servicio: 7
Ambiente: 6.5
Habitación: 6

Baño: 7
Estado de conservación: 8.5

Desayuno: 7
Valoración General: 6.5

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