Plaza Cortes Catalanas 4
43.005 Tarragona
Habitación: 702
Fecha de entrada: 16/11/2016
Tarifa:
Nueve plantas en un edificio moderno, de granito rojizo y de forma angular, ubicado en una enorme plaza circular algo a las afueras de la ciudad, junto al Hospital y a parte de la Universidad. Grandes avenidas lo circundan con amplios espacios para aparcar el coche cerca. La planta baja, prácticamente de cristal inunda de luz la recepción.
Dos puertas correderas nos sitúan en un espacio de tamaño normal. Ni muy amplio ni muy pequeño. Adecuado. Bastante frío, quizá ayudado por el mármol marrón claro y rojizo del suelo. A la izquierda, una larga cristalera decorada con unos vinilos da a la cafetería, ya cerrada. A la derecha, el mostrador de recepción, también en mármol. Por el medio, varias columnas recubiertas de acero brillante. Desde el techo, lo que debería ser hilo musical es una tertulia radiofónica nocturna que llega incluso a molestar.
Tras el mostrador un joven trata de poner orden en un follón que tiene sobre la mesa de facturas, documentos y tablas. Nos atiende con simpatía. No es súmamente rápido, pero se le perdona por su cercanía y servicio. Nos solicita el DNI, imprime los bienvenidas, prepara las tarjetas de la habitación, nos hacer firmar y mientras tanto nos cuenta un poco su vida y se interesa por la nuestra. Nos explica el horario de desayuno y la extraña clave del wifi, que funciona de forma gratuita, eficaz y veloz en todo el edificio.
Al fondo de la recepción, junto a unos carteles que indican la presencia en el hall de una oficina de alquiler de coches, se encuentran los ascensores. Dos. Metálicos. Algo viejos y desgastados. El interior con espejos y los botones, en negro, algo desgastados.
Nos deja en un distribuidor casi triangular al que se abren 5 o 6 habitaciones. A derecha e izquierda se abren dos pasillos hacia el fondo, con un par de habitaciones más en cada tramo. Poca luz. Algo fría. Suelo de mármol, que produce más frialdad. Pasillo estrecho. Puerta de madera clara. Pomo en acero.
Tras la puerta, paredes marrón chocolate hasta
el dormitorio, de pintura algo plastificada. El suelo continua en mármol frío, claro. Nada más meter la llave en la
ranura que hay a la derecha se enciende la televisión a un volumen demasiado alto. Otra gritona tertulia. Además se ve
mal. A la derecha, la puerta del baño. A la
izquierda tres pequeñas puertas de armario que ofrecen una balda y perchero de perchas antirrobo por
un lado y unas baldas con la caja fuerte y la bolsa de lavandería por otro.
Un paso más adelante el dormitorio. Amplio.
Algo frío. El oscuro de las cortinas, colchas y sofá contrasta con el frío
marrón del mármol del suelo. A la izquierda un largo armario con maletero, en madera y protegido con unas bandas de metal y un
largo escritorio rematado en una cajonera. Sobre él, una televisión de plasma
de generoso tamaño. Tras ella el único enchufe disponible en toda la
habitación. Y sobre él un largo espejo rematado en un aplique de luz.
A la derecha del pasillo de entrada, en la pared, un cuadro abstracto
de inspiración hindú. Y las dos camas. Cómodas. Vestidas con limpias sábanas y
una manta. Recubiertas por una sucia colcha color chocolate. Ambas están
enmarcadas entre dos mesillas de madera clara. Sobre ellas interruptores pero
no enchufes, lo que nos obliga a dejar los gadets cargando en el escritorio, lejos de la cama. Sobre una de las mesillas, el teléfono y un bloc de notas con un
bolígrafo del hotel. Y sendos apliques de acero y cristal. El cabecero son tres
piezas de madera alargada ancladas a la pared.
Junto a la cama hay un gran sofá de terciopelo
marrón que acoge una cama plegable. La habitación se remata con una ventana con
vistas a la plaza en la que se ubica el hotel. Cubierta por una tupida cortina marrón oscura que no consigue que la luz se cuele por las rendijas superiores. La insonorización exterior es fenomenal. La interior podría mejorar. Y eso que las plantas son pequeñas y no muy bulliciosas, pero se escuchan bastante los pasos, las ruedas por el pasillo, las puertas...
Aunque al entrar en la habitación sentimos frío (no sólo por el mármol) encendiendo el aire acondicionado la habitación coge temperatura enseguida. Se maneja desde un display con varias opciones, pero aunque hay una rueda que indica la temperatura esta sale constantemente a la misma (calor). Es demasiado ruidoso para dormir con él encendido, incluso en las opciones de potencia más baja.
El baño no es muy grande y quizá le falte un poco de luz. Sigue el mármol en
el suelo y las paredes se recubren con gres en tonos marrones. A la izquierda
de la puerta una encimera de mármol acoge el lavabo como empotrado en un hueco
de la pared rematado por un espejo bien iluminado. Sobre el lavabo una bandeja con dos vasos,
un lustrazapatos, un paquete de pañuelos de papel y un gorro de ducha. A un lado un
secador de pelo de escasa potencia y al otro un artilugio alargado que dispensa
el jabón de manos. Bajo el lavabo, una papelera metálica.
Tras la puerta quedan el bidet y el inodoro. Y
justo frente a la puerta, la bañera con ducha. Protegida por una antihigiénica
cortina de tela. Su interior es algo oscuro. Dispone de una ducha con buena alcachofa. Excelente temperatura, pero le falta un pelín de caudal. Otro alargado artilugio nos dispensa el jabón. El set de lencería se compone de dos toallas de mano, dos de baño y una alfombrilla de ducha. La calidad no es mala, pero tampoco es excepcional.
Por la mañana, el desayuno es bastante prescindible. Sobre una mesa se exponen cereales, algo de bollería, una urna con fiambres y queso, algo de pan, un poco duro, una máquina de café y otra de zumos.
En el mostrador de recepción, al irnos, poco interés. No preguntan por el minibar, que no hay, pero casi tampoco se acuerdan de decirnos adiós.
Calidad/precio:
Servicio: 6.5Ambiente: 6
Habitación: 6
Baño: 7
Estado de conservación: 7
Desayuno: 4
Valoración General: 6.5
No hay comentarios:
Publicar un comentario