Calle de la Princesa 27
28008 Madrid
Habitación: 608
Fecha de entrada: 23/09/2016
Tarifa:
Un mastodonte rectangular de cemento, roto por largas hileras de ventanas, de casi 20 plantas ubicado entre el Arco de Moncloa y la Plaza de España. A un paso de la Gran Vía y de la Zona Universitaria. La finca ocupa una manzana entera con una calle interior en la que pueden aparcar los coches -si uno encuentra espacio- para descargar pasajeros y equipaje. Si uno va caminando por la calle, casi no se da cuenta que llega al hotel, ya que los bajos de todo el edificio están ocupados por comercios, y el rótulo del hotel, apenas se ve.
Dos jóvenes botones salen de un destartalado cuarto situado junto a la puerta principal para ayudarnos con el equipaje. Una enorme puerta giratoria de cristal nos conduce a un amplio y bullicioso hall. Nuestra llegada coincide con la llegada de un grupo de orientales que acaban de "asaltar" la tienda del Real Madrid. La sensación general del ambiente es barroca. Todo en mármol negro, que contrasta con algunas butacas y sofás en piel de tonos claros de caprichosas formas, situados a la derecha de la puerta. De frente, justo en el centro, una enorme mesa, barroca. Y tras ella, unas escaleras que bajan hacia el bar y otras que suben al espacio "The Level" para los clientes más prioritarios de la cadena. Del techo, alto, cuelgan dos arañas de cristal.
A la izquierda encontramos el mostrador. Con un carril especial para los clientes Prioritarios. También en mármol negro es atendido por una pareja de recepcionistas. Aunque hay tres puestos de trabajo. El trato es correcto. Rápido, eficaz y sumamente procedimental. Sin salirse un ápice de lo necesario y de lo -supongo- escrito en el manual de estilo de acogida: DNI, tarjeta de puntos "y ahora para cerrar el check in necesitaré una tarjeta de crédito". Nos entrega la llave de tarjeta de la habitación en una elegante carpetita negra de cartón donde escribe la contraseña del wifi.
Atravesamos todo el hall para llegar al vestidor en el que se abren los ascensores. Tres. Las puertas, automáticas, son antiguas. Todavía conservan el viejo logotipo del Sol de la cadena. Su interior es completamente nuevo. Seguimos en negro, todo bastante oscuro, con espejos en las paredes y una pantalla con noticias, el tiempo, un reloj... Las puertas se abren a un distribuidor igualmente oscuro. Moqueta negra en el suelo, paredes de espejo muy ahumado y tres esculturas de formas redondeadas. Apenas se distinguen los letreros que indican la dirección de las habitaciones. El pasillo se abre a derecha e izquierda, con paredes de madera clara, y moqueta tupida en tonos marrones, negros y rojos chillones. Las puertas de las habitaciones quedan muy iluminadas. Y el techo se ve retroiluminado en rojo. Quizá demasiado en contraste con la oscuridad del ascensor y del recibidor.
Tras la puerta encontramos un largo pasillo de suelo cerámico en pequeñas baldosas color cobrizo. A la izquierda el interruptor general de la luz y un gigantesco espejo de techo a suelo. A la derecha un armario de puerta corredera en madera clara y cristal traslúcido. Dentro de él, una barra colgador con perchas variadas (normales, antirrobo, para faldas...), una placa de mármol que hace las veces de maletero y una serie de cajones y estanterías. La pared del fondo del armario es una puerta corredera que se abre desde el baño, por lo que tenemos acceso al armario por ambos lados. En uno de los cajones hay un lustrazapatos, un calzador y la bolsa de lavandería.
El suelo de la habitación es de una cerámica que imita a la madera clara. Agradable. Paredes en madera y pintura marrón. El espacio no es muy grande, pero si suficiente. Destaca la cama, enorme, blanca, comodísima, vestida con un nórdico agradable y media docena de almohadas de distintos tipos. A los pies de la cama un plaid como de pana marrón. A ambos lados de la cama sendas mesillas de madera, con la tapa en cristal retroiluminado en colores que podemos variar desde los interruptores que hay sobre ella (rojo, verde, azul, amarillo...) para cambiar el ambiente de la estancia. Interruptores que permiten apagar todas las luces de la habitación y un enchufe a cada lado. Sobre una de las mesillas un teléfono, un bolígrafo y un set de notas. El cabecero de la cama, también de madera se remata en el centro con un espejo rodeado de un marco dorado. A cada lado, incrustadas en el cabecero, hay unas lámparas de lectura escamoteables y direccionables.
También junto a la mesilla, acertadamente enclavado en el cabecero de la cama, encontramos el display del aire acondicionado. Que funciona de forma sencilla con la posición automática y con poco ruido, aunque el arranque hace vibrar la instalación entera.
A los pies de la cama hay una estrecha mesa de cristal bajo la que hay un taburete y sobre la que cuelga la tele de plasma. En la mesa un libro de Madrid y varias revistas comerciales. Junto a ella un escritorio en forma de L diseñado para el trabajo. Cuerpo de madera y mesa de cristal , con un moderno y potente flexo de trabajo y una silla de trabajo con ruedas en color rojo. El armario esconde el minibar y una caja fuerte. A su lado hay varios enchufes disponibles así como un teléfono, otro block de notas y bolígrafo y una papelera plateada. Sobre la mesa, una bandeja de cortesía nos ofrece unas gominolas y una botella de agua con un saluda del director.
La pared del fondo es una enorme cristalera. Dos ventanas de compleja apertura que dejan ver bonitas vistas de la Almudena y el Palacio Real. Unos visillos blancos la cubren de día y un tupido foscurit revestido con una cortina en tonos marrones y dorados algo brillantes por la noche. Junto a la ventana, y para completar el mobiliario, una butaca de terciopelo marrón con un reposapies redondo a juego. Sobre ella una lámpara sesentera de color rojo con una bola de luz en su interior.
La sensación es de tranquilidad. Se está bien. La insonorización exterior es adecuada. Sin más. La interior es algo mejorable. Se escuchan bastante las voces del pasillo y la actividad en las habitaciones contiguas.
Otra puerta corredera de madera y cristal traslúcido nos deja en el baño. Suelo cerámico en colo cobre con pequeñas baldosas similar al del pasillo de entrada. Primero encontramos a la derecha el armario que se abre al pasillo, y a la izquierda una encimera de mármol con dos lavabos pequeños exentos con modernos grifos efectistas. El set de amenities es completo: gel, champú, acondicionador, leche hidratante, set dental, de afeitado, dos pastillas de jabón todo ello en elegantes frascos negros y estuches negros y plateados. Un enorme espejo situado sobre la encimera, dos toallas de lavabo colgando de ella, un secador de escasa potencia y un espejo de aumento completan los detalles de esta zona.
Un paso más y separado por una puerta de cristal encontramos el inodoro, el bidet y la bañera. Sanitarios blancos, de corte moderno. Paredes en cerámica de color cobrizo con bastantes chorretones provocados por el uso. Un toallero calefactado con dos enormes toallas y dos albornoces completan el set de lencería. Grandes tamaños, aunque podríamos esperar algo más de las toallas. La bañera tiene una mampara de cristal y tras ella una ducha de teléfono y otra fija de efecto lluvia. La grifería es moderna, muy moderna. Tanto que cuesta un poco entender cómo funciona aquello. La temperatura es fenomenal, el caudal y la presión es simplemente correcto.
El desayuno se sirve en la primera planta, en un bullicioso restaurante lleno de orientales. Dos paredes de cristal con vistas a Princesa. En forma de L se establecen dos barras con el enorme surtido de productos que se ofrecen: zumos variados, fruta cortada y preparada, platos calientes (tortillas, bacon, verduras, chorizos, salchichas...) una zona de show cooking, friambres, quesos, minibocadillos, churros, porras, bollería de todos los tipos y tamaños, macarrons... El café se sirve en la mesa por un atento servicio. En jarras de café aguado, aunque también existe la opción de pedir un expresso.
Al final, en el mostrador de recepción, pregunta por el minibar y adiós, aunque nos desean pasar un buen día...
Dos jóvenes botones salen de un destartalado cuarto situado junto a la puerta principal para ayudarnos con el equipaje. Una enorme puerta giratoria de cristal nos conduce a un amplio y bullicioso hall. Nuestra llegada coincide con la llegada de un grupo de orientales que acaban de "asaltar" la tienda del Real Madrid. La sensación general del ambiente es barroca. Todo en mármol negro, que contrasta con algunas butacas y sofás en piel de tonos claros de caprichosas formas, situados a la derecha de la puerta. De frente, justo en el centro, una enorme mesa, barroca. Y tras ella, unas escaleras que bajan hacia el bar y otras que suben al espacio "The Level" para los clientes más prioritarios de la cadena. Del techo, alto, cuelgan dos arañas de cristal.
A la izquierda encontramos el mostrador. Con un carril especial para los clientes Prioritarios. También en mármol negro es atendido por una pareja de recepcionistas. Aunque hay tres puestos de trabajo. El trato es correcto. Rápido, eficaz y sumamente procedimental. Sin salirse un ápice de lo necesario y de lo -supongo- escrito en el manual de estilo de acogida: DNI, tarjeta de puntos "y ahora para cerrar el check in necesitaré una tarjeta de crédito". Nos entrega la llave de tarjeta de la habitación en una elegante carpetita negra de cartón donde escribe la contraseña del wifi.
Atravesamos todo el hall para llegar al vestidor en el que se abren los ascensores. Tres. Las puertas, automáticas, son antiguas. Todavía conservan el viejo logotipo del Sol de la cadena. Su interior es completamente nuevo. Seguimos en negro, todo bastante oscuro, con espejos en las paredes y una pantalla con noticias, el tiempo, un reloj... Las puertas se abren a un distribuidor igualmente oscuro. Moqueta negra en el suelo, paredes de espejo muy ahumado y tres esculturas de formas redondeadas. Apenas se distinguen los letreros que indican la dirección de las habitaciones. El pasillo se abre a derecha e izquierda, con paredes de madera clara, y moqueta tupida en tonos marrones, negros y rojos chillones. Las puertas de las habitaciones quedan muy iluminadas. Y el techo se ve retroiluminado en rojo. Quizá demasiado en contraste con la oscuridad del ascensor y del recibidor.
Tras la puerta encontramos un largo pasillo de suelo cerámico en pequeñas baldosas color cobrizo. A la izquierda el interruptor general de la luz y un gigantesco espejo de techo a suelo. A la derecha un armario de puerta corredera en madera clara y cristal traslúcido. Dentro de él, una barra colgador con perchas variadas (normales, antirrobo, para faldas...), una placa de mármol que hace las veces de maletero y una serie de cajones y estanterías. La pared del fondo del armario es una puerta corredera que se abre desde el baño, por lo que tenemos acceso al armario por ambos lados. En uno de los cajones hay un lustrazapatos, un calzador y la bolsa de lavandería.
El suelo de la habitación es de una cerámica que imita a la madera clara. Agradable. Paredes en madera y pintura marrón. El espacio no es muy grande, pero si suficiente. Destaca la cama, enorme, blanca, comodísima, vestida con un nórdico agradable y media docena de almohadas de distintos tipos. A los pies de la cama un plaid como de pana marrón. A ambos lados de la cama sendas mesillas de madera, con la tapa en cristal retroiluminado en colores que podemos variar desde los interruptores que hay sobre ella (rojo, verde, azul, amarillo...) para cambiar el ambiente de la estancia. Interruptores que permiten apagar todas las luces de la habitación y un enchufe a cada lado. Sobre una de las mesillas un teléfono, un bolígrafo y un set de notas. El cabecero de la cama, también de madera se remata en el centro con un espejo rodeado de un marco dorado. A cada lado, incrustadas en el cabecero, hay unas lámparas de lectura escamoteables y direccionables.
También junto a la mesilla, acertadamente enclavado en el cabecero de la cama, encontramos el display del aire acondicionado. Que funciona de forma sencilla con la posición automática y con poco ruido, aunque el arranque hace vibrar la instalación entera.
A los pies de la cama hay una estrecha mesa de cristal bajo la que hay un taburete y sobre la que cuelga la tele de plasma. En la mesa un libro de Madrid y varias revistas comerciales. Junto a ella un escritorio en forma de L diseñado para el trabajo. Cuerpo de madera y mesa de cristal , con un moderno y potente flexo de trabajo y una silla de trabajo con ruedas en color rojo. El armario esconde el minibar y una caja fuerte. A su lado hay varios enchufes disponibles así como un teléfono, otro block de notas y bolígrafo y una papelera plateada. Sobre la mesa, una bandeja de cortesía nos ofrece unas gominolas y una botella de agua con un saluda del director.
La pared del fondo es una enorme cristalera. Dos ventanas de compleja apertura que dejan ver bonitas vistas de la Almudena y el Palacio Real. Unos visillos blancos la cubren de día y un tupido foscurit revestido con una cortina en tonos marrones y dorados algo brillantes por la noche. Junto a la ventana, y para completar el mobiliario, una butaca de terciopelo marrón con un reposapies redondo a juego. Sobre ella una lámpara sesentera de color rojo con una bola de luz en su interior.
La sensación es de tranquilidad. Se está bien. La insonorización exterior es adecuada. Sin más. La interior es algo mejorable. Se escuchan bastante las voces del pasillo y la actividad en las habitaciones contiguas.
Otra puerta corredera de madera y cristal traslúcido nos deja en el baño. Suelo cerámico en colo cobre con pequeñas baldosas similar al del pasillo de entrada. Primero encontramos a la derecha el armario que se abre al pasillo, y a la izquierda una encimera de mármol con dos lavabos pequeños exentos con modernos grifos efectistas. El set de amenities es completo: gel, champú, acondicionador, leche hidratante, set dental, de afeitado, dos pastillas de jabón todo ello en elegantes frascos negros y estuches negros y plateados. Un enorme espejo situado sobre la encimera, dos toallas de lavabo colgando de ella, un secador de escasa potencia y un espejo de aumento completan los detalles de esta zona.
Un paso más y separado por una puerta de cristal encontramos el inodoro, el bidet y la bañera. Sanitarios blancos, de corte moderno. Paredes en cerámica de color cobrizo con bastantes chorretones provocados por el uso. Un toallero calefactado con dos enormes toallas y dos albornoces completan el set de lencería. Grandes tamaños, aunque podríamos esperar algo más de las toallas. La bañera tiene una mampara de cristal y tras ella una ducha de teléfono y otra fija de efecto lluvia. La grifería es moderna, muy moderna. Tanto que cuesta un poco entender cómo funciona aquello. La temperatura es fenomenal, el caudal y la presión es simplemente correcto.
El desayuno se sirve en la primera planta, en un bullicioso restaurante lleno de orientales. Dos paredes de cristal con vistas a Princesa. En forma de L se establecen dos barras con el enorme surtido de productos que se ofrecen: zumos variados, fruta cortada y preparada, platos calientes (tortillas, bacon, verduras, chorizos, salchichas...) una zona de show cooking, friambres, quesos, minibocadillos, churros, porras, bollería de todos los tipos y tamaños, macarrons... El café se sirve en la mesa por un atento servicio. En jarras de café aguado, aunque también existe la opción de pedir un expresso.
Al final, en el mostrador de recepción, pregunta por el minibar y adiós, aunque nos desean pasar un buen día...
Servicio: 8
Ambiente: 8
Habitación: 8.5
Baño: 9
Estado de conservación: 8.5
Desayuno: 8.5
Valoración General: 9
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