HOTEL TORRE BARCELONA (VALLDOREIX - BARCELONA)
HOTEL TORRE BARCELONA (**)
Avenida Alcalde Ramón Escayola 45
08197 Valldoreix (Barcelona)
Habitación: 3 (Castaño)
Fecha de entrada: 27/04/2022
Tarifa: 85€ (AD)
En la zona más residencial del Vallés, rodeado de chalets y parcelas
ajardinadas encontramos envuelto en vegetación este coqueto palacete
modernista. Tres alturas, pocas ventanas en paredes de color rosa. Desde la
verja blanca de fuera, que chirría al entrar, ya vemos que esto va a ser
distinto. Puertas estrechas y dobles de madera, sujetadas con macetas floridas,
arbolitos, un carro de helados, persianas - toldo, techos altísimos, suelos
hidráulicos originales, pasillos estrechos, armarios y flores por las
paredes.
En un recoveco junto a las escaleras
encontramos el destartalado mostrador de recepción, lleno de libros, folletos y
un enorme dietario donde ese recogen las reservas, a mano. Una guapísima joven
nos recibe con una sonrisa y mezclando el castellano, el italiano, el inglés y
el catalán. Nos explica como funciona 'el hotel'. Junto al mostrador hay un
colgador con las llaves de las nueve habitaciones. Todas normales, con grandes
llaveros de madera con los números de cada habitación, que además tienen nombre
de algunos de los árboles que llenan el tupido y algo jardín trasero, que
podría estar mejor cuidado, por el que se accede al establecimiento por la
noche, cuando la recepción ya ha cerrado. Nos indica el horario del desayuno y
el salón en el que se sirve, los servicios del hotel (solarium, jardín,
piscina, restaurante italiano...) y el funcionamiento del wifi que es gratuito,
y veloz en todo el edificio y jardín introduciendo una sencilla clave
numérica.
La joven nos acompaña hasta la habitación, que queda allí mismo frente a
las escaleras. La puerta de la habitación es frágil y cierra mal. Nada más
entrar, a la izquierda, hay un interruptor que enciende una lámpara de cristal
verde que cuelga del techo y que emite luz bastante fría. Sobre él un pequeño
display digital para controlar la temperatura de la habitación, aunque no
tenemos claro que funcione. Techo altísimo, paredes desnudas encaladas en
blanco y suelos hidráulicos. De la pared de la derecha cuelga una gran pantalla
de televisión curva. Encima de ella se ven demasiado los enchufes de la misma.
En la pared del fondo hay una enorme ventana ovalada de madera blanca, con
contraventanas interiores y unas persianas exteriores con lamas de madera
rojiza. Vistas al jardín, cuyos árboles casi invaden la ventana.
A la izquierda encontramos las dos camas, blancas y mullidas. Algo estrechas
y cortas para los que somos XXL. Vestidas con suaves sábanas y ligeros
nórdicos. Dos almohadas algo gruesas en cada una. Un ancho plaid de terciopelo
gris cubre los pies. Ambas están colocadas bajo un largo cabecero de terciopelo
rojo brillante, que hace juego con un par de cojines situados sobre las camas.
El colchón, de gran calibre, es cómodo y envolvente. Sin embargo el descanso no
es bueno. Se escucha demasiado el ruido de las otras habitaciones (movimientos,
baños, ronquidos...), aunque el hotel es sumamente tranquilo. Sobre la puerta
de entrada a la habitación, queda encendida una luz de emergencia, que impide
la total oscuridad durante la noche. Al amanecer, un cuco, una abubilla y una
sinfonía de pajaritos que pueblan el jardín nos despiertan.
A cada lado de las camas hay mesillas desiguales de forma. Sendas maderas
gruesas ancladas a la pared. En ambas hay enchufes disponibles para los
aparatos electrónicos y sendas lámparas pequeñitas de mesilla, de cuerpo de
madera y tulipa en blanco. Su iluminación, aunque escasa, da cierto aire cálido
a la estancia. En una de ellas además está el mando de la tele, metálico y muy
moderno, y sobre una baldosa de porcelana azul, un vaso de agua y una botella
de cristal con el logotipo del hotel llena de agua. En la otra mesilla, junto a
una postal con la clave del wifi hay una guía de la asociación de pequeños
hoteles de Cataluña a la que pertenece el establecimiento.
El armario, grande y algo desvencijado dispone de dos puertas antiguas
lacadas en color crema. En el interior de una de ellas hay un espejo
rectangular antiguo. . Su interior, desnudo, ofrece un armario cajonero, y una
balda larga con tres perchas de madera pintadas en blanco. No hay silla, ni
butaca, ni mesa... y aunque uno puede deleitarse en el salón de la casa o en
las mesas y sillas del jardín se echa un poco en falta si el viaje es de
trabajo.
Otra puerta antigua, con un cartelito redondo de estilo vintage que pone
'baño', nos introduce en este. Correcto de espacio. Algo oscuro. Pulsando el
interruptor de la luz se enciende una luminaria redonda, blanca y fría anclada
al techo, y a la vez un extractor que hace demasiado ruido. Se mantiene el
mismo suelo que en el resto del hotel, incluso en el interior de la bañera.
Paredes alicatadas hasta el techo en gres color arena. El techo, practicable en
blanco presenta serias humedades y algunos agujeros, especialmente en la zona
del extractor. En una pared, una ventana ovalada, con cristal opaco deja pasar
algo de luz exterior. Frente a la puerta, un lavabo exento con una grifería
moderna que ofrece excelente temperatura, potencia y caudal. Sobre él un espejo
antiguo que por la falta de iluminación hace difícil el verse para el
maquillaje o afeitado. Al lado de este, hay otro espejo dirigible de aumento. A
la izquierda del lavabo, en una repisa de madera encontramos una cesta de
mimbre con dos pastillas de jabón y dos gorros de ducha como amenities. A la
derecha del mismo, un bote anclado con jabón de manos. Bajo el lavabo, en una
silla de enea hay un secador de pelo de buena potencia.
En el toallero que hay junto al lavabo y en el que cuelga justo enfrente de
la pared se ofrecen dos toallas de lavabo y dos enromes toallas de ducha. Todas
ellas blancas, mullidas, nuevas y cuidadas. Antes de la cabina de ducha
encontramos el inodoro, de corte antiguo. Al fondo del baño, a la derecha de la
puerta, hay una cabina de ducha protegida por una mampara de cristal. Sobre
ella cuelga el pie de ducha, también de felpa blanca. Dentro hay dos feos botes
dispensadores de gel y champú anclados en la pared. Aunque el remate de la
ducha de teléfono es generoso, su mantenimiento deja bastante que desear y se
escapa el agua por demasiadas juntas. La temperatura y presión son correctas,
pero le falta un punto de caudal.
Por la mañana, en un coqueto salón, con la cocina vista se ofrece un
pequeño desayuno buffet. Zumo de naranja recién hecho y servido en la mesa por
una simpática cocinera-camarera, fuet, queso, jamón, yogur, mantequillas y
mermeladas, cereales, croissants crujientes también recién hechos, y una
deliciosa tarta italiana. Todo ello con vajilla de aire retro.
A la misma camarera del desayuno podemos abonarle la estancia mientras se
preocupa por si dormimos a gusto, por si todo estuvo de nuestro agrado, o si
necesitamos ayuda para nuestro viaje.
Calidad/precio: 6
Servicio: 8
Ambiente: 7.5
Habitación: 6
Baño: 4
Estado de conservación: 4
Desayuno: 8
Valoración General: 6
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