miércoles, 23 de septiembre de 2020

HOTEL SARAY (GRANADA)

HOTEL SARAY (****)
Profesor Tierno Galván 4
18006 Granada

Habitación: 107
Entrada: 23/1/2020
Tarifa: 63 A+D

Junto al Palacio de Congresos de la ciudad, aunque no lejos del centro de la misma, en una avenida amplia y luminosa de la zona de expansión de la misma, nos recibe este hotel en un edificio de siete plantas de color rosado con dos grandes torres y una zona central por la que suben tres ascensores panorámicos. A pié de acera debemos sortear unas cuantas escaleras -también hay rampa- que atraviesan un pequeño jardín con un gran dosel de acogida, fuentes y chorritos de agua, maderas y celosías con un punto árabe... hasta dejarnos junto a sendas puertas de cristal correderas automáticamente. 

Traspasadas las puertas nos recibe un gran espacio. Mármol blanco en el suelo, paredes igualmente rosas. Ventanas disfrazadas de corte árabe en un techo rematado en un artesonado en madera. En el centro del espacio una pequeña fuente rodeada de plantas. Luz algo fría. Sensación de amplitud, pero también con un punto anticuado. Al fondo, y como si estuvieran bajo unos arcos de inspiración oriental encontramos los dos poderoso mostradores de recepción. Uno de ellos no se utiliza. En el otro hay tres pantallas de ordenador, algunos folletos del hotel y un mujer que nos recibe amablemente. El proceso es algo lento, porque trata de buscarnos una habitación con cama grande para que podamos descansar mejor. Al final lo consigue. Nos entrega la llave de la habitación, nos hace firmar los documentos de bienvenida y nos explica el horario del desayuno. Nos da un folio con la contraseña para el wifi que es veloz y gratuito en todo el hotel.

Volvemos sobre nuestros pasas para alcanzar los ascensores. Son tres, no son nuevos pero tampoco viejos y aparecen bien cuidados. Las puertas de metal automáticas nos dan acceso a un espacio en forma de rombo, con suelo de mármol, paredes de cristal panorámicas con vistas al jardín de la entrada y a la calle principal. Antes de los cristales, una zona de espejos oscuros en los que se ubica la botonera moderna y una pantalla con información del hotel y de la ciudad.

Tras la puerta del ascensor un gran recibidor que corre a derecha y a izquierda. Carteles dorados que indican la dirección de las habitaciones. Mármol blanco en el suelo, paredes blancas, algunas ventanas a la puerta principal con aluminio negro y más maderas como con celosías árabes, que para algo estamos en Granada. Terminado el recibidor, encontramos el pasillo de las habitaciones donde el suelo muta a moqueta verde clara. Algunos armarios eclécticos, sillas de corte castellano y una luz blanquecina demasiado fría. Así, alargado, se presenta el pasillo de las habitaciones, con puertas bastante nuevas en madera clara. 

La puerta se abre introduciendo de forma horizontal la tarjeta en una ranura y tras un pitido, se desbloquea la cerradura y podemos entrar en la habitación. A la izquierda la ranura para meter la tarjeta y un interruptor de luz en plástico de color metálico. Suelo de madera oscura limpia y cuidada. Paredes en vescom blanco con un rodapié, algo machacado, en negro. En el pasillo que nos lleva hacia el dormitorio el techo es de madera, con dos puntos de luz y algunas rendijas de retorno del aire acondicionado. En el lado izquierdo, tras dos puertas correderas de espejo con marco en aluminio dorado está el armario. En su interior, una barra colgadora con perchas normales de varios tipos personalizadas con el logo de la cadena, tres cajones, la caja fuerte, la bolsa de la lavandería, una gamuza lustrazapatos y una balda superior con un edredón suplementario.

A continuación del armario hay otro armario de madera negra exento, de media altura, rematado con unas lamas metálicas que hace las veces de maletero. Bajo él, en el interior encontramos el minibar, con un surtido de aguas, cervezas, zumos y refrescos y precios algo desorbitados. Justo enfrente del armario queda la puerta de madera, con molduras y pomo dorado, del baño. 

El dormitorio es de tamaño adecuado. Quizá le sobra largura y le falta anchura. Junto al maletero, y ya dentro de este espacio, hay una papelera negra de plástico y a continuación un escritorio de forma ovalada situado frente a un enorme espejo, del que cuelga una televisión plana. A cada lado del espejo dos trozos de madera negra enmarcándolo. Bajo el escritorio, dos armarios, uno a cada lado, y una silla de madera oscura tapizada en tela casi negra. Sobre el escritorio, unas latas con aceitunas, frutos secos y dulces, un vade y un portacartas en tela marrón con varios folletos del hotel. El espacio que queda entre el pie de la cama y el escritorio quizá sea demasiado justo. A la derecha del escritorio hay un enchufe disponible en el que poder conectar los aparatos tecnológicos. A continuación y antes de la ventana hay una lámpara de pié en metal, y piel con una estrecha pantalla en tela negra. 

La ventana, de aluminio blanco es algo endeble y pese a que la zona es tranquila se escuchan algo los ruidos de la calle y no aísla bien del frío exterior. Vistas a uno de los andadores laterales del hotel. Protegida por un leve visillo blanco y un foscurit algo envejecido en tonos marrones de distinta intensidad. Por la mañana es insuficiente para frenar la luz que entra del exterior. Bajo la ventana una butaca de metal tapizada en piel negra y una mesa de centro redonda en metal y madera oscura. 

A la derecha del dormitorio se ubica la cama. Grande para ser individual, algo justa de tamaño para ser doble. Blanca, vestida con suaves sábanas y un ligero edredón nórdico. A los pies un plaid de terciopelo color marrón oscuro. Cuatro almohadas de distinta dureza. Aparece empotrada contra un cabecero de piel blanca sobre el que hay otro enorme espejo rematado en dos trozos de madera oscura, simétrico a lo que hay en la pared de enfrente con el escritorio. A cada lado hay dos mesillas de metal y madera negra, sin cajones, que quedan algo separadas de la cama. En una de ellas el teléfono, un bloc de notas, un lapicero y la carta de almohadas. Sobre ambas, interruptores para apagar todas las luces, que quedan algo alejados de la cama. En un lado hay un potenciómetro como para el hilo musical (que no funciona) y en el otro hay un enchufe disponible. Sobre las mesillas hay dos pequeñas luminarias y sendas lámparas de brazos dirigibles para la lectura. Con la cantidad de luces que hay en la habitación se pueden conseguir ambientes bastante efectistas. 

El display del aire acondicionado queda a la entrada del dormitorio y dispone de una pantalla digital y botones para manejar la temperatura y la potencia. Es eficaz, aunque su activación está retardada en el tiempo y su sonido, quizá un punto excesivo. El descanso es sencillo porque el hotel es tranquilo y la zona también. Sin embargo, por debajo de la puerta de entrada entra a raudales la luz del pasillo. Además a lo largo de la noche se escucha un leve zumbido como de algún sistema eléctrico.

El baño resulta justo de tamaño. El suelo mantiene la madera. Parece reformado. Las paredes cubiertas de baldosas de porcelana blanca. Junto al suelo y junto al techo hay un par de cenefas de color azul. A la izquierda de la puerta el inodoro. Sobre él un teléfono. A su izquierda un bidet con tapa, y sobre él, un secador de pelo potente. Frente a la puerta encontramos la encimera, de mármol blanco con el lavabo incrustado en ella. El grifo monomando, algo, viejo ofrece una excelente temperatura pero le falta caudal y presión. En una cesta de plástico se presentan las amenities: dos botes de champú, dos de gel, un gorro de baño, un set de afeitado y un juego de algodones y bastoncillos. Sobre el lavabo, un espejo grande. En el techo tres puntos de luz, descentrados respecto al espejo lo que genera algunas sombras a la hora de verse en este. A la derecha, en la pared, un espejo de aumento, una caja metálica con pañuelos de papel y una barra con dos toallas de lavabo blancas, personalizadas para la cadena, mullidas, limpias y nuevas, como el resto de la lencería: dos toallas de baño ubicadas en la bañera y un pie de ducha de generoso tamaño.

La bañera queda detrás de la puerta y tras la pared que queda a la derecha del lavabo. Su interior resulta un poco oscuro. Dentro, además del toallero con dos grandes toallas de baño encontramos una grifería termostática algo usada. Arriba, y anclada a la pared, un grifo de ducha fijo, de tipo americano algo antiguo también. Temperatura excelente y presión magnífica, pero le falta un punto de caudal. 

Por la mañana, justo debajo de la recepción y accediendo tras bajar unas escaleras con vistas a la piscina se ofrece el desayuno en un salón largo con decoración árabe. En el centro se ubica un largo mostrador en el que se ofrecen todos los productos del buffet: zumos naturales, aguas, fruta cortada, embutidos, quesos, jamón, cereales, platos calientes (huevos fritos, revueltos, champiñones, bacon, tomate asado, salchichas, chorizos...), distintos tipos de panes, bollería, churros... Hay un rincón dietético y otro sin gluten y quizá se echa en falta algo más de productos propios y típicos de la zona. Una máquina de café moderna dispensa uno más que aceptable. Las mesas, vestidas con manteles individuales de rejilla y servilletas de papel resultan un poco grandes. 

En el mostrador, un recepcionista revisa nuestra cuenta al decir que nos vamos, y con simpatía nos despide hasta una próxima vez.  


Calidad/precio: 8.5
Servicio: 8
Ambiente: 7.5
Habitación: 8
Baño: 7
Estado de conservación: 8
Desayuno: 8
Valoración General: 8

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